El Museo Thyssen se abre al siglo XXI
Las obras de arte contemporáneo de Francesca y Borja Thyssen se hacen un hueco en las sacrosantas salas de la colección permanente
André Butzer, expresionista a destiempo

En 1992, cuando abrió sus puertas el Museo Thyssen en el Palacio de Villahermosa de Madrid, el barón se implicó personalmente en todos los detalles, incluido el montaje de las obras de su colección, que el Estado español adquiriría un año después. Durante mucho ... tiempo el montaje se mantuvo intacto, sin la entrada del arte contemporáneo en las salas.
Guillermo Solana, director artístico del museo, reconoce que no siempre han sido sencillas las relaciones entre la institución y Francesca Thyssen, hija del barón, patrona del museo, mecenas y coleccionista y productora de arte contemporáneo, para hacerse un hueco en la programación expositiva de la pinacoteca. En 2017, con Íñigo Méndez de Vigo como ministro de Cultura, se dio luz verde y un año después tenía lugar la primera exposición de la Fundación TBA21, presidida por Francesca Thyssen, en el museo. Desde entonces se han ido celebrando dos exposiciones anuales en las salas Moneo de la planta baja gracias a un acuerdo por cinco años entre las Fundaciones Colección Thyssen-Bornemisza y TBA21, que se renovó recientemente por cinco años más. En estos momentos se exhibe 'De ballenas', de Wu Tsan.
En 2020 buena parte del legado de las Colecciones Thyssen-Bornemisza (obras que atesoran los hijos del barón) se exhibió en el museo en distintas exhibiciones en homenaje a Hans Heinrich Thyssen, en el centenario de su nacimiento. Pero, en palabras de Guillermo Solana, «faltaba por asaltar la ciudadela y conquistar el último fortín. Había una gran resistencia para hacer exposiciones de arte contemporáneo en la colección permanente del museo, que se consideraba sacrosanta. Se ha conseguido con esta muestra y habrá más en el futuro, alimentadas por la fantástica colección de arte contemporáneo de Francesca, gracias a su impulso y su personalidad. Hoy se circula de forma distinta por las salas del museo. Veo en los visitantes una curiosidad, emoción e intriga que no veía desde hace tiempo. El barón estaría contento con la reanimación de estas salas».

Se ha preferido para esta exposición la palabra 'encuentros' a la tan manida 'diálogos': «Las obras no se dicen absolutamente nada unas a otras», advierte Solana con sorna. El objetivo de la muestra, dice, es «apelar al espectador, plantearle un desafío, provocador y reflexivo, con relatos distintos para que puedan cuestionarlos». 'Encuentros: obras de la Colección TBA21' reúne, hasta el 8 de octubre, 27 obras de la Fundación TBA21 en las salas 30 a 52 de la colección permanente de la primera planta. Comisariada por Paloma Alarcó y Soledad Gutiérrez, se han seleccionado obras de artistas como Ai Weiwei, Sarah Lucas, Tracey Emin, Cindy Sherman, Regina de Miguel y Thomas Struth, entre otros, que se encuentran con maestros de la talla de Monet, Renoir, Pissarro, Kirchner, Kandinsky, Beckmann, Feininger, Nolde, Ernst, Dalí, Paul Klee, De Kooning, Bacon, Giacometti, Lichtenstein... El arte contemporáneo no fue ajeno al barón Thyssen, que compró obra de artistas vivos: Lucian Freud, David Hockney, Robert Rauschenberg...
Francesca Thyssen, emocionada al recordar a su padre, se mostró muy satisfecha por «este pequeño experimento de obras muy selectas de mi fundación junto con la colección de mi padre, que he admirado muchísimo. Es cierto que la colección permanente de este museo era sagrada. Pero le habría gustado, le hubiera hecho feliz. Es un salto valiente para el museo, que atraerá a un público distinto, que podrá ver nuevas narrativas».

La hija del barón, que recientemente ha donado al museo un retrato de su padre, pintado por Lucian Freud, que pertenecía a su colección, no descarta hacer más donaciones en el futuro. De momento, anunció que los dos mármoles de Rodin adquiridos por su bisabuelo, que se hallan en la cripta donde está enterrado su padre en el castillo de Landsberg, en las proximidades de Essen (Alemania), vendrán en julio al Thyssen, y se reencontrarán con los otros cuatro, de la colección Carmen Thyssen, expuestos en el museo. Está previsto que se exhiban en la llamada llamada Sala Rodin.

Paloma Alarcó, conservadora jefe de pintura moderna del Museo Thyssen, también valora muy positivamente la iniciativa: «Va a aportar mucho, será un impulso para el museo. La Colección Thyssen entra de lleno en el siglo XXI». En su opinión, las obras de TBA21 han permitido impulsar los contenidos que hoy son la hoja de ruta en museos de todo el mundo: diversidad cultural, cuestiones de género, las problemáticas de las ciudades... Es el caso de la obra 'Billy Jack, Jr.', de Brad Kahlhamer, sobre los nativos americanos. Asimismo, el déficit de las mujeres artistas, común también en otros muchos museos. En esta muestra están presentes Sarah Lucas, con una escultura de una figura andrógina; Isa Genzken, con una pieza sobre la especulación urbanística; Regina de Miguel, que se mide con los surrealistas, o Tracey Emin, presente con uno de sus neones en la sala dedicada al pop.

Pero no acaba aquí la entrada del arte contemporáneo en el Museo Thyssen, que cuenta con cuatro pequeñas salas dedicadas a estas exposiciones. Si Francesca es una de las patas de este proyecto, Borja Thyssen es la otra. Ambos son patronos del museo. El pasado 9 de mayo se inauguró una retrospectiva del artista alemán André Butzer. Entre las obras expuestas, dos obras recientemente incorporadas a la Colección Blanca y Borja Thyssen, dando continuidad a la serie de exposiciones en torno a artistas presentes en esta colección, iniciada en octubre de 2022 con una muestra dedicada al hiperrealismo. Habrá, al igual que en el caso de TBA21, dos exposiciones anuales. Además, adquirieron un lienzo de Alex Katz para el museo, que cuelga en la colección permanente del Thyssen junto a otras dos obras de Borja y Blanca Thyssen. El relevo de Tita está asegurado.
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