Joel Meyerowitz regresa a Málaga 60 años después
El fotógrafo neoyorquino visita a Picasso en su ciudad natal, donde estuvo seis meses, entre 1966 y 1967, en su particular 'road movie' por Europa
La mítica agencia Magnum, que revolucionó la fotografía, premio Princesa de Asturias de la Concordia
En agosto de 1966, a los 28 años, el joven fotógrafo Joel Meyerowitz (Nueva York, 1938) se embarcó en una 'road movie' por Europa durante un año. Una versión moderna del Grand Tour que los aristócratas solían hacer en el siglo XIX ... como parte de su educación. Pero también fue un viaje interior. Llegó a Southampton (Inglaterra) a bordo del SS France. Recorrió en coche (un Volvo Amazon negro que compró en Estados Unidos por 1.700 dólares), junto con su primera esposa, Vivian Bower, de 25 años, más de 30.000 kilómetros a través de diez países (comenzó en el Reino Unido e Irlanda y, tras pasar por Francia, España, Alemania, Grecia y Turquía, acabó en Italia) e hizo unas 25.000 fotografías. Aquel fue un viaje iniciático para el joven fotógrafo: «Sé que la experiencia de hacer fotografías en Europa me cambió y me dio la perspectiva que necesitaba para verme a mí mismo, y después, al regresar a casa, para ver América de otra manera».
Fue el hispanista Paul Hecht, conocido como 'Pablo el Americano' quien aconsejó a Meyerowitz y su esposa que cuando estuvieran en España visitaran Málaga, algo que al parecer no estaba en sus planes iniciales. Hecht estaba instalado allí investigando el flamenco y traduciendo al inglés sus letras. También preparaba un libro sobre su vida en España, 'El aire lloró'. Gracias a él la pareja conoció en su primera noche en Málaga a los Escalona, una de las familias gitanas flamencas más conocidas de la ciudad. «Me cambió la vida», dice el fotógrafo. Quedaron tan fascinados que decidieron quedarse seis meses, hasta principios de mayo de 1967. Vivian quería aprender a tocar la guitarra flamenca y el patriarca de la familia, Antonio Escalona, guitarrista que acompañó a Lorca en recitales de poesía, fue su maestro. Aún conserva el fotógrafo su permiso de trabajo, que Antonio le regaló. Votó a Franco para conseguirlo.
En Málaga, Joel (a quien llamaban Pepe, pero también 'El barbas' o 'El ojo') solía ir por las calles con dos cámaras (una con película en color y otra en blanco y negro), con las que hizo 8.500 fotografías en 35 mm, además de infinidad de grabaciones de espectáculos de flamenco en casa de los Escalona, en la emblemática Peña Juan Breva... Para ello echó mano de su grabadora portátil Uher que había comprado en Londres. Los Escalona nunca habían escuchado sus actuaciones grabadas. Debieron alucinar. Aquello le abrió a Meyerowitz las puertas de un mundo fascinante y noches de baile y cante, de flamenco. «El flamenco me educó. Era como una sociedad secreta de gente que amaba el misterio, la pasión, el poder y la poesía de esta música. Al principio no lo entendía en absoluto. ¡Me sonaba como un montón de gritos! Pero con la ayuda de Pablo, que hacía de intérprete para Vivian y para mí, llegué a comprender el crudo valor humano de las coplas, su carácter telúrico. Algunas son casi como haikus, densas expresiones del ser humano». Retrató a Manuel Ávila, «el cantaor más jondo. Una voz que llegaba a lo más profundo del corazón».
![Imagen principal - Arriba, familia Escalona y amigos, Málaga, España, 1967. Sobre estas líneas, a la izquierda, Semana Santa, Málaga, España, 1967; a la derecha, Málaga, España, 1966. Es un retrato del cantaor Manuel Ávila](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/14/06_papel_xoptimizadax-U50351316385PKb-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Arriba, familia Escalona y amigos, Málaga, España, 1967. Sobre estas líneas, a la izquierda, Semana Santa, Málaga, España, 1967; a la derecha, Málaga, España, 1966. Es un retrato del cantaor Manuel Ávila](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/14/07_papel_xoptimizadax-U43231848373ELo-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Arriba, familia Escalona y amigos, Málaga, España, 1967. Sobre estas líneas, a la izquierda, Semana Santa, Málaga, España, 1967; a la derecha, Málaga, España, 1966. Es un retrato del cantaor Manuel Ávila](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/14/19_papel_xoptimizadax-U01735464222zlq-278x329@diario_abc.jpg)
Regresó a Nueva York con 600 rollos de película en blanco y negro y diapositivas en color y una mochila cargada de experiencias. «Fue un año increíble, el año de mi madurez como hombre y como artista. Cuando reflexiono sobre ello, me doy cuenta de que fue viviendo en España cuando entendí lo que realmente significaba para mí esa mayoría de edad», confiesa Meyerowitz. Su estancia en España, en plena dictadura franquista, supuso un punto de inflexión en su carrera, una nueva mirada fotográfica. En 1968 hizo su primera exposición individual en el MoMA, 'My european trip' (Mi viaje europeo), donde exhibió 40 fotografías en blanco y negro tomadas desde la ventanilla de su coche mientras conducía a 80 kilómetros por hora: «A medida que aceleraba por la carretera, el tiempo me parecía aún más fugaz. Con la cámara en el regazo, estaba preparado para reaccionar ante cualquier cosa que me llamara la atención».
![Imagen principal - Arriba, Grecia, 1967. Sobre estas líneas, a la izquierda, Sacré-Coeur, París, Francia, 1967; a la derecha, Londres, Inglaterra, 1966](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/14/23-U00846502323HXi-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Arriba, Grecia, 1967. Sobre estas líneas, a la izquierda, Sacré-Coeur, París, Francia, 1967; a la derecha, Londres, Inglaterra, 1966](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/14/13_papel_xoptimizadax-U46707330381lXS-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Arriba, Grecia, 1967. Sobre estas líneas, a la izquierda, Sacré-Coeur, París, Francia, 1967; a la derecha, Londres, Inglaterra, 1966](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/14/01_papel_xoptimizadax-U52554143633oLa-278x329@diario_abc.jpg)
A sus 86 años, seis décadas después, Joel Meyerowitz regresa a Málaga, invitado por el Museo Picasso a exponer en sus salas. Lo hace esta vez con su segunda esposa, la escritora y artista Maggie Barrett. Se cierra el círculo. 'Europa 1966-1967' reúne, del 15 de junio al 15 de diciembre, dos centenares de fotografías realizadas durante su viaje por el Viejo Continente entre 1966 y 1967, muchas inéditas. Hay copias de época, pero también nuevas impresiones en color y en blanco y negro. Son retratos de personajes locales, escenas cotidianas en la calle, paisajes... Además, se proyecta en las salas de exposiciones el documental 'Olé! Joel Meyerowitz en Málaga', dirigido por Manon et Jacob y Miguel López-Remiro, que incluye fotografías de Málaga y grabaciones sonoras realizadas allí por Meyerowitz. Y, bajo el título 'Flamenco x Joel Meyerowitz', se ha programado un ciclo de actividades en el que participarán figuras destacadas del flamenco, como la cantaora Carmen Linares, la bailaora La Lupi o el guitarrista Juan Ramón Caro, entre otros. El día 21, Meyerowitz ofrecerá una clase maestra.
Es la primera exposición que Miguel López-Remiro comisaría siendo director artístico del Museo Picasso Málaga. «Es un metaviaje, un viaje sobre un viaje. Meyerowitz inserta su trabajo europeo en el espacio central que ocupa Picasso en el museo, con la esperanza de generar conexiones físicas, estéticas y emocionales con su obra. El trabajo que presenta aquí entabla un diálogo con Málaga como ciudad de unión entre ambos artistas. Su objetivo es crear un nuevo relato sobre la identidad de un artista a lo largo de la estructura del conjunto de su obra y en relación con sus raíces», advierte. Destaca del fotógrafo su humildad, su arrojo artístico y su humanismo.
El octogenario Joel Meyerowitz está en plena forma. Con su cámara al hombro y protegiendo del implacable sol malagueño su calva cabeza con un sombrero hace de cicerone de lujo en un recorrido por su exposición. Parlanchín, expresivo, cercano, relata mil curiosidades y anécdotas de aquel viaje que le cambió la vida. «Llegué con 28 años y vuelvo con 86. Se cierra el círculo. Aquel viaje está incrustado en estas fotografías. Los artistas suelen explorar nuevos territorios, pero también retornan al lugar donde se halla su yo auténtico». Para él, es un regalo regresar a Málaga y hacerlo en el museo de Picasso, artista al que estudió en la Facultad de Bellas Artes: «Revolucionó el mundo del arte; su obra es retadora, estimulante. Siempre ha sido una guía. Nos hizo ver que no hay que sentirse limitado por nada, que hay que ser libre. Exponer mi obra en diálogo con Picasso es algo que nunca hubiera soñado».
Recuerda que decidió irse de Nueva York para ver mundo: «Es demasiado delicioso para no saborearlo». Así que cogió todo el dinero que tenía y del Nuevo Mundo se marchó a conocer el Viejo Mundo: «Era el viaje más sublime en el que podía embarcarme, allí estuvieron los fenicios, los griegos, los árabes». Se siente en deuda con Málaga, «una ciudad con capas de vida muy ricas, con mucha energía y vitalidad. Venía de la libertad de América a un país en dictadura. Pese a la represión, la vida florecía en las calles de Málaga. Los Escalona eran una cultura, tenían su propio lenguaje, vivían plenamente, con alegría en medio de la pobreza. Vivían 19 personas en cuatro habitaciones, pero daban lecciones de vida. Remedios, la madre, cocinaba abanicando el carbón. Yo le compré un parrilla y una bombona de butano». Hoy verá a Ana, una de las hermanas que aún viven.
«No reconozco hoy la Málaga que conocí», advierte Meyerowitz. «Yo penetré la superficie de la ciudad donde suelen quedarse los turistas. Hoy es una ciudad muy turística, con mucho ruido visual. La gente anda dormida por la vida, pendiente solo de sus teléfonos móviles, que nos roban la vida, pero lo hemos aceptado. Yo llegué con 28 años diciendo sí a todo. Hice 25.000 fotos en un año, lo que supone disparar la cámara 70 veces al día, dije sí a la vida 70 veces al día. Eso es estar vivo».
Joel Meyerowitz creció en el Bronx, en un barrio pobre y obrero como el de los Escalona, rodeado de europeos: «Mis vecinos eran irlandeses, italianos de Sicilia, Apulia y Nápoles, judíos de Europa del Este, polacos y rusos. Tenía el bullicio de un mercado europeo; crecer allí hizo que ese tipo de energía me atrajera mucho». Hoy reside y trabaja entre Nueva York y Londres.
Referente en la historia de la fotografía, se formó como pintor e ilustrador médico en la Universidad Estatal de Ohio y se graduó en Bellas Artes en 1959. De vuelta en Nueva York, trabajó como director artístico en publicidad. Uno de los años clave en su carrera fue 1962, cuando la agencia en la que Meyerowitz trabaja, dirigida por Harry Gordon, contrata a Robert Frank para un proyecto. Sus fotografías fueron para Meyerowitz una especie de epifanía: decidió abandonar la agencia y seguir sus pasos.
Gordon le hizo dos regalos impagables: una cámara de fotos y el mítico libro 'The Americans', de Robert Frank. «Nunca deja de conmoverme y estimularme», advierte Meyerowitz, a quien también influyeron otros fotógrafos como Atget y Sander. Comienza a fotografiar en las calles de Nueva York, junto con colegas como Tony Ray-Jones y Garry Winogrand, hasta que decide viajar por Europa. Un viaje que le cambió para siempre. Pionero de la fotografía en color, con 53 libros de fotografía publicados y obra en los principales museos del mundo, reconocido con importantes galardones, son muy conocidas sus imágenes de la Zona Cero de Nueva York tras los atentados del 11-S, que reunió en el libro 'Aftermath' (Secuelas). Para Joel Meyerowitz, la fotografía es «un suspiro que te hace sobrecogerte, un momento de gracia, que produce emoción, pasión, tragedia, humor...».
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