Elliott Erwitt, el fotógrafo callejero que convirtió en extraordinario lo ordinario
La Fundación Canal exhibe 135 copias de época de uno de los miembros más destacados de la agencia Magnum
Un día con Cristina García Rodero, memoria de la España olvidada
!['Shreveport, Luisiana, EE.UU., 1962'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/05/14/elliott1-RAGdHh6w6Ke6w8X8XQhmb3K-1200x840@diario_abc.jpg)
Cumbre de Magnum en Madrid. Dos grandes fotógrafos de la mítica agencia exponen su trabajo en la capital. Desde mañana y hasta el 18 de agosto, la Fundación Canal (Mateo Inurria, 2) reúne 135 imágenes de Elliott Erwitt en 'La comedia humana', ... muestra coproducida con Magnum Photos y que se incluye en la programación de PhotoEspaña. El jueves será Cristina García Rodero la protagonista: rescata su icónica 'España oculta', tanto en libro, que se reedita, como en exposición, que se verá en el Círculo de Bellas Artes. Y el viernes, otro fotógrafo, Christopher Makos, y sus instantáneas de Andy Warhol en España, recalarán en el Museo Lázaro Galdiano.
De momento, nos centramos en Erwitt, uno de los grandes nombres de la fotografía del siglo XX, que nos dejó en noviembre del año pasado a los 95 años. Unos ojos en sendas pantallas reciben al espectador en las salas de la Fundación Canal. No es gratuito. Curioso insaciable, este genial fotógrafo callejero era un certero observador. Lo que más le gustaba era pasear por las calles de las ciudades, observar a la gente en sus actividades cotidianas y, espontáneamente, fotografiarlas. Hoy, los derechos de imagen harían muy complicado su trabajo, le acarrearían problemas.
Esos ojos que nos reciben en la sala nos observan mientras nosotros observamos lo que observaba Erwitt. Un juego de espejos. Visitamos la exposición acompañados por su comisaria, Andrea Holzherr, directora global de exposiciones de Magnum. Se ha dividido el recorrido en tres secciones temáticas, que se corresponden con otros tantos asuntos recurrentes en su carrera: las personas, los animales (sobre todo, los perros) y las formas. Cuelgan en las paredes 135 copias de época procedentes de su estudio: él mismo las positivó y las reveló: 122 son impresiones de pequeño formato halladas recientemente (eran impresiones de trabajo que utilizaba para idear sus libros y exposiciones) y trece copias de gran formato (76 por 101 centímetros), que Erwitt denominaba «impresiones maestras».
!['Brasilia, Brasil, 1961'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/05/14/elliott2-U62108376588ouy-760x427@diario_abc.jpg)
No pasan cosas excepcionales en sus fotografías. Lo realmente excepcional de ellas es la mirada propia de Erwitt, distinta a todos; un sello inconfundible y un personalísimo punto de vista. Marca de la casa es su especial sentido del humor y su fina ironía, presentes en sus fotografías. Nos sacan siempre una sonrisa. Además, destacan su calidad, encuadres audaces y maestría técnica.
Como si fuera un sociólogo, en ellas torna en extraordinaria la vida ordinaria de las personas con las que se cruzaba. No miran a la cámara, son ajenas a ella. Erwitt es capaz de hallar belleza donde ningún otro la buscaría. «Se trata de reaccionar a lo que ves, idealmente, sin ideas preconcebidas -decía Erwitt-. Puedes encontrar imágenes en cualquier lugar. Es simplemente una cuestión de sentir las cosas y darles forma. Solo tienes que preocuparte por lo que te rodea y tener en consideración la humanidad y la comedia humana».
!['Hungría, 1964'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/05/14/ocas-U30133363105CWy-760x427@diario_abc.jpg)
Explica la comisaria que Elliott Erwitt (París, 1928-Nueva York, 2023) «era un urbanita que se echaba a la calle para observar a la gente en su hábitat natural, como un ornitólogo observa a las aves. Excelente observador, se anticipaba, acechando, esperando a que ocurriera algo». Salía a diario al encuentro de la imagen. Se trataba de capturar ese 'instante decisivo' del que hablaba su colega Henri Cartier-Bresson. Fotógrafo de prensa, comercial, publicitario..., Elliott Erwitt «era muy agudo, tenía empatía y un gran sentido del humor. Era como si contara un chiste y no le gustara explicarlo, dejando al espectador que 'lo pillara'«. Pero su ironía nunca era hiriente. «Hacer reír a la gente es uno de los mayores logros que puede haber. Y cuando puedes hacer reír y llorar a alguien, alternativamente, como lo hace Chaplin, ese es el mayor de todos los logros posibles. No sé si apunto a ello, pero lo reconozco como el objetivo supremo». Palabras de Elliott Erwitt.
En la sección dedicada a las personas cuelga una preciosa imagen de su primera esposa, Lucienne Van Kan (estuvo casado y divorciado en cuatro ocasiones) con su hijo recién nacido y un gato en la cama de su apartamento neoyorquino. Todos ajenos al disparo de Erwitt. La toma en 1953, año en que entra en Magnum a los 25 años gracias a la invitación de Robert Capa. Se involucró en la agencia hasta el punto de que la presidió en dos ocasiones: en 1961 y de 1966 a 1969.
!['Nueva York, EE.UU, 1946'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/05/14/elliott5_20240514163427-U88672266017Omr-760x527@diario_abc.jpg)
Aparte de la gente en las calles, le gustaba observar al público en los museos y retratarlo. En una de sus fotografías, dos adultos y una niña contemplan un marco vacío, sin pintura, en el Palacio de Versalles. En otra instantánea un hombre intenta imitar la postura de una escultura en un museo en Saint-Tropez. Son fotos robadas por este coleccionista de imágenes, pues estaba prohibido. Erwitt burlaba a los vigilantes de sala con una cámara pequeña. Estuvo en Madrid en varias ocasiones y tomó fotos en el Prado. La playa era otro de sus escenarios favoritos. Bromeaba diciendo que «puedes trabajar y broncearte a la vez».
En el segundo apartado de la exposición los protagonistas absolutos son los animales y, especialmente, los perros. Los adoraba, sentía fascinación por ellos. «Son como las personas, solo que con más pelo», decía Erwitt. Son archifamosas sus fotografías caninas, en las que las personas son el accesorio y no al revés. «Para captar su atención, explica la comisaria, Erwitt se ponía a ladrar. Los perros lo miraban y gruñían. En ocasiones usaba una bocina». Pero fue su 'perspectiva perruna' que comenzó a emplear en 1946, con 18 años, la que llamó la atención de todos. El mundo, a través de un punto de vista distinto: el de los perros y su perspectiva de los humanos. Ponía la cámara muy abajo, casi a ras de suelo. En algunas instantáneas aparecen solo perros y zapatos. Esa perspectiva la usó en encargos publicitarios. «Los perros ven más zapatos que nadie», decía. En otra fotografía, tomada en un parque en Hungría, aparece un grupo de ocas a la izquierda y un grupo de niñas ataviadas con el traje folclórico nacional a la derecha.
«Era tímido, divertido, raro, con una personalidad muy especial que se refleja en sus fotografías». No le gustaba hablar de ellas. Así lo retrata Andrea Holzherr. «No soy un artista, soy fotógrafo», insistía Erwitt. No titulaba sus imágenes. Tan solo ponía el lugar y la fecha. Aunque todas las imágenes expuestas son en blanco y negro, que empleaba de forma magistral, utilizó también el color, pero solamente en los encargos comerciales. Asociaba el color con la realidad (es descriptivo) y el blanco y negro con la emoción (es interpretativo).
!['Ámsterdam, Países Bajos, 1972'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/05/14/elliott4_20240514163530-U02660275846mEv-760x527@diario_abc.jpg)
La exposición se cierra con una sección dedicada a las formas: experimentos con la abstracción. Son composiciones con equilibrio y armonía. Desaparecen las personas y los animales y las figuras se simplifican. En una de las fotografías al final del recorrido aparece al fondo el Monte Fuji en Japón. En primer plano, una señal de tráfico apunta a la cima de la montaña.
Nacido en París, Elliott Erwitt vivió en Italia durante su infancia. En 1939 emigró con su familia a Estados Unidos: Nueva York, Los Ángeles... Fue conserje para pagarse sus estudios de cine. Trabajó para revistas como 'Look', 'Life', 'Newsweek' o 'Paris Match' y para campañas de marcas publicitarias como Coca-Cola. Fue testigo de los grandes acontecimientos del siglo XX. Entre sus fotografías más famosas, Nixon increpando con su dedo a Nikita Khruschev -convertida en icono de la Guerra Fría-; Jackie Kennedy llorando en el cementerio de Arlington tras el asesinato de su marido, o los retratos del Che Guevara y Fidel Castro. Posaron para él estrellas como Grace Kelly, Marilyn Monroe, Truman Capote, Sofia Loren, Jack Kerouac o Bob Dylan. El cine y la televisión ocuparon parte de su carrera: varios cortos y una veintena de producciones para HBO. Fue un mito, un gigante.
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