El esperpento de Valle-Inclán, un legado que sigue vigente

El Reina Sofía lo libera del costumbrismo y explora su potencial revolucionario en una ambiciosa exposición

Segade pone punto final a la era Borja-Villel en el Reina Sofía

De izquierda a derecha, 'La caída' (1935) y 'Les Asturies' (1934), ambos de Ismael Gómez de la Serna Museo reina sofía

El auge de los fascismos, líderes autoritarios aferrados al poder, la violencia contra las mujeres... Temas de plena actualidad y que ya criticaba hace un siglo el esperpento, cuya vigencia, desgraciadamente, sigue intacta. Dice Max Estrella en 'Luces de bohemia' que el esperpento ... lo inventó Goya, pero en realidad lo hizo su autor, Valle-Inclán, quien dibuja una visión tragicómica de la realidad, una estampa grotesca de la España de la época, distorsionada, deformada por un espejo cóncavo. En los años 20, cuando vieron la luz los esperpentos valleinclanescos, no pudieron estrenarse debido a la censura. Hubo que esperar muchos años para que vieran la luz y lo hicieron fuera de España.

La palabra esperpento, que emana de los personajes de sus novelas, se ha incorporado de lleno al léxico popular. Según la RAE, tiene tres acepciones. La primera, «persona, cosa o situación grotescas o estrafalarias. Estás hecho un esperpento con esa chaqueta de tu padre». Como sinónimos, aparecen adefesio, extravagante, ridiculez, disparate, desatino, espantajo, mamarracho. La segunda, «concepción literaria creada por Ramón María del Valle-Inclán hacia 1920, en la que se deforma la realidad acentuando sus rasgos grotescos». La tercera, «obra literaria acorde con el esperpento».

No es solamente un género literario, ni cuenta con un manifiesto teórico en torno a él. El esperpento, que es genuinamente español, «constituye un núcleo de pensamiento estético complejo que propone una nueva perspectiva para entender la realidad y que analizó sin escrúpulos la sociedad española de la Restauración borbónica».

El Museo Reina Sofía le dedica su nueva exposición, 'Esperpento. Arte popular y revolución estética' (hasta el 10 de marzo), un ambicioso proyecto de investigación puesto en marcha por la anterior dirección, que propone una relectura del concepto esperpento explorando su potencial revolucionario. Ha contado con un comisariado grupal: Teresa Velázquez, Rafael García, Pablo Allepuz, Germán Labrador, Beatriz Martínez-Hijazo y José Antonio Sánchez. Dividida en ocho secciones en la Sala A1 del edificio Sabatini, cada una toma prestado el título de una novela clave de Valle-Inclán.

Revolución estética Arriba, reconstrucción a escala real del Teatro dei Piccoli de Vittorio Podrecca. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Estados mentales I. Los adioses' (1911), de Umberto Baccioni. A la derecha, 'El tirano' (1947), de José Clemente Orozco Museo Reina Sofía/MoMA, Nueva York/Museo de Arte Moderno, Inbal, México. Herederos de José Clemente Orozco

Una exposición novedosa en torno a la noción de esperpento, que lo sacude a fondo para liberarlo de su lectura costumbrista y lo eleva a una forma propia de vanguardia española. La muestra, que aborda la cultura popular y la revolución estética, la alta y la baja cultura, no se circunscribe a lo teatral. Amplía el foco en otras muchas disciplinas. Pintores como Leonardo Alenza, Eugenio Lucas Velázquez, José Gutiérrez Solana, Maruja Mallo, André Masson, María Blanchard, Antonio Fillol, Ismael Gómez de la Serna, Juan Gris, Umberto Boccioni, Laxeiro o Rosario de Velasco, la pintora rescatada del olvido por el Museo Thyssen... conviven con dibujantes e ilustradores como Carlos Sáenz de Tejada, Xaudaró, Enrique Herreros y Ricardo Baroja, filmes de Edgar Neville ('Martes de carnaval') y Charles Chaplin ('El circo'), diseño de decorados para 'La ópera de la perra gorda', de Bertolt Brecht...; revistas satíricas ('La Gorda', La Flaca'), carteles, fotografías...

Suena la zarzuela 'La Gran Vía'. A modo de preámbulo, una obra de Xaudaró, '¡Ya somos tres!': dos burros en un espejo. Quien se asome será el tercero. Las tres primeras salas abordan la genealogía del esperpento, de finales del XIX a comienzos del XX: hunde sus raíces en el romance de ciego, las aleluyas, la prensa satírica, la caricatura política, la zarzuela, lo goyesco («no hemos caído en la trampa de exponer a Goya», dice uno de los comisarios), el teatro de sombras, el guiñol... Pero también, en la popularización de los dispositivos técnicos e instrumentos ópticos del XIX: placas de cristal de linterna mágica, una réplica del kinetoscopio de Edison...

Estalla la Primera Guerra Mundial y se produce un auge del ocultismo y la magia, las corrientes espiritistas y esotéricas, la alteración de los estados de consciencia por el consumo de drogas. Todo ello interesó al surrealismo y aparece en obras como 'La pipa de Kif'. Valle-Inclán sobrevoló las trincheras como cronista de guerra en Francia para el periódico 'El Imparcial'. El esperpento se nutre de las sombras chinescas, el bululú (género teatral en el que un solo comediante representa toda la obra), el carnaval, las máscaras, los títeres (cuelgan en la pared cinco de la antigua colección de Solana), la 'Comedia del Arte', el teatro de marionetas...

En una sala se ha reconstruido a escala real el Teatro dei Piccoli de Vittorio Podrecca, con marionetas originales de los 40. Un teatro que no representaban actores, sino muñecos. Llamó poderosamente la atención de Valle-Inclán: «Estoy haciendo algo nuevo, ahora escribo para muñecos. Es algo que he creado y que yo titulo 'Esperpentos'».

Alta y baja cultura Arriba, figuras para teatro de sombras. Sobre estas líneas, a la izquierda, títeres de la barraca de Barriga Verde y dos obras de Laxeiro: 'Mascarón' y 'O Naranxo'. A la derecha, 'El borracho' (1923), de María Blanchard Museo Reina Sofía/Colección de arte Abanca

La parte central de la muestra está dedicada a la trilogía 'Martes de carnaval' y a 'Luces de bohemia', primera obra que Valle-Inclán calificó como esperpento. Recurre al arte popular, como el entremés, el folletín, la farsa o los romances de ciego para hablar de la violencia, el militarismo y el feminicidio. Cuelgan fotografías de Alfonso de la Guerra del Rif, pinturas de Solana... En la noche de Madrid, donde deambulan Max Estrella, un viejo poeta modernista, y su lazarillo, Latino de Hispalis, se cruzan dos mundos: el de la bohemia y el anarquismo. Publicada en 1924 (se conmemora su centenario), no se estrenó en España hasta medio siglo después.

Religión y tradición popular se entrelazan en los retablos de Valle-Inclán, donde se da rienda suelta a los instintos, los pecados y las pasiones. 'Tirano Banderas' y 'El Ruedo Ibérico' cierran la exposición. El primero, escrito en 1926 tras su segundo viaje a México, habla de un tirano ficticio, pero alude a la dictadura de Primo de Rivera. Destaca una pintura de José Clemente Orozco, 'El tirano'. La compañía mexicana Lagartijas tiradas al sol ha realizado una obra ex profeso para la exposición: una revisión actual de 'Tirano Banderas'. En 'El ruedo ibérico', proyecto inacabado de Valle-Inclán, reflexiona sobre la Guerra Civil, la dictadura.... Metáfora del ruedo taurino, es una revisión tragicómica de la historia nacional. Un cuadro de Martí-Bas, préstamo del MNAC, representa los fusilamientos de la Plaza de Toros de Badajoz. Da paso a 'El coso', un mosaico sonoro de Maricel Álvarez y Marcelo Martínez que cierra la muestra. Valle-Inclán murió en enero de 1936, pero su esperpéntico legado sigue vivo.

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