Eduardo Momeñe: el retrato como ficción
El Círculo de Bellas Artes acoge una exposición del fotógrafo vasco con imágenes tomadas en su estudio, su 'pequeño búnker'
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!['Retrato de Margie Gillis', 1986](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/22/3_xoptimizadax_20231122185818-RY9H0J4kZrrfmqMmyEzeFZM-1200x1540@abc.jpg)
La fotografía siempre ha ocupado un lugar destacado en el Círculo de Bellas Artes, pero en su programación de 2023-2024 su presencia es especialmente relevante: Pilar Aymerich, Cristina García Rodero, Colita, Gervasio Sánchez o Eduardo Momeñe. Este útimo ... exhibe, hasta el 21 de enero de 2024, sus 'Retratos y otras ficciones'. Eduardo Momeñe (Bilbao, 1952) es fotógrafo, cineasta, escritor, divulgador..., «un hombre de cultura, un artista total». Hace diez años ya propuso en este mismo espacio un juego entre realidad y ficción, 'Las fotografías de Burton Norton'. Un proyecto en el que dio vida a un fotógrafo originario de Oxford en la época victoriana.
Ahora regresa al Círculo con una muestra centrada en los retratos, realizados en su estudio («mi pequeño búnker») desde 1978 hasta este mismo año. «No es una antológica, espero dar aún un poco de guerra», dice con humor. «El estudio es ya en sí una cámara oscura, algo así como un no-lugar, en el que cualquier imagen es posible. Es un espacio donde me aíslo y el mundo desaparece. Me gusta su silencio. Nunca fotografío con música. Casi todas las fotografías, a lo largo de más de cuatro décadas, están hechas en los mismos metros cuadrados, una inquietante máquina del tiempo», advierte Momeñe.
«Soy lento y pesado», confiesa el fotógrafo, quien no plantea el recorrido de la muestra por temas sino por miradas. Momeñe fotografía con espíritu de coleccionista: «Colecciono mis fotografías y la manera de ir ampliando la colección es continuar fotografiando. Es una bonita colección». En cierta manera emula a François Truffaut, quien decía que hacía películas porque había algunas que quería ver y poseer.
Los retratos de Eduardo Momeñe evocan retratos decimonónicos. Son deliberadamente clásicos, retratos de estudio. «Me gusta el retrato, es uno de los grandes temas de la fotografía; también de la pintura. Es difícil escapar de la influencia de los retratos de Piero, Jan van Eyck, Rembrandt... Richard Avedon e Irving Penn lo saben bien. Me gusta el retrato del Renacimiento». Para Momeñe, el retrato es en el fondo una composición teatral, que requiere una dirección de escena: «El retrato es una recreación en sí misma, una puesta en escena».
En su galería de retratados, siempre ante un fondo neutro, aparecen El Hortelano y Ouka Leele, Lola Moriarty y Borja Casani (protagonistas de la Movida madrileña), Emma Suárez, Julio Caro Baroja, Wim Wnders, Bill Viola, Terenci Moix, Juan Goytisolo, Carlos Saura, John Berger, Miguel Bosé, Esther Ferrer, Jon e Íñigo Juaristi, Luis de Pablo, Pilar López de Ayala y José Luis Guerín, Isabel Muñoz, Luis Baylón –fallecido recientemente–, Marina Abramovic (con bigote, a la manera de la 'Gioconda' de Duchamp, en el ascensor del Palazzo Strozzi de Florencia), Guillermo de Osma, Ágatha, Isabel y Ana Ruiz de la Prada, Margie Gillis, una de las grandes bailarinas del siglo XX; la violonchelista Suzana Stefanovic... Personas a las que admira. La escritora Paula Izquierdo no quedó satisfecha con su retrato: «No soy así», le dijo.
!['Retrato de Emma', 1982](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/11/22/1_xoptimizadax_20231122185902-U43617465220fnb-624x550@abc.jpg)
Uno de los retratados es Juan Manuel Bonet, autor de un texto en el catálogo de la muestra. Dice en él que «Momeñe son muchos Momeñes: es una sólida base intelectual y mucha ficción, son máscaras, es una galería de espejos, y todo es verdad, incluso cuando construye teatrillos, novelerías y juegos sin fin».
En el trabajo de Momeñe hay juego, ambigüedad, humor, reflexión en torno a lo que es realidad y lo que es ficción. «No soy un devorador de autores fotográficos. Aunque hay un montón de nombres que me interesan mucho; mis referencias son, en su mayor parte, no fotográficas», dice. Ahí están Otto Dix («me hubiera gustado ser Otto Dix»), Gustav Klimt, Manet y su 'Olimpia' ('Retrato a la manera de Victorine Meurent')... Rinde homenaje a su padre, «el culpable de que me dedique a ello». De él heredó su afición por el cine, la fotografía y los viajes. De su madre, el gusto por la música y la literatura. En 1974 dirigió una película, 'Andante', y a finales de los 80 hizo 'La puerta abierta', un programa sobre fotografía en televisión.
Autor de fotografías de moda, ilustración y retratos para revistas como 'Vogue', 'Marie Claire', 'Elle', 'AD', 'Style'... en 2019 publicó su fotolibro 'El placer de fotografiar': en él habla de la fotografía, «esa extraña lengua sin habla», como placer, «el placer de tener una cámara y usarla. Hay un mundo por fotografiar, apasionante y al alcance de todos». Usa mucho el formato cuadrado. Se lo impuso su vieja Hasselblad. Le gusta y le resulta muy cómoda en estudio. Algunas de sus imágenes incluyen un texto, los hay incluso en alemán.
Juan Miguel Hernández León, presidente del Círculo de Bellas Artes, afirma que Momeñe «es un maestro de la estética y la reflexión en torno a la fotografía, a su historia y a todo aquello que la rodea. A través de su trabajo nos invita a cuestionar la naturaleza misma de la fotografía, a explorar sus límites. Es un maestro que goza del placer de fotografiar». Pese a los malos augurios que vaticina la inteligencia artificial, la buena fotografía, augura Momeñe, «tiene cuerda para rato».
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