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Robert Doisneau y la maldición un beso para la historia

Barcelona dedica por primera vez una retrospectiva al fotógrafo francés, autor de la icónica 'El beso del hôtel de Ville'

Un visitante fotografía 'Le Baiser de l'Hôtel de Ville' en Foto Nostrum Efe
David Morán

David Morán

Barcelona

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Con permiso del que capturó Alfred Eisenstaedt el Día de la Victoria en Times Square y que dio la vuelta al mundo desde las páginas de la revista 'Life', pocos besos más famosos que el que inmortalizó Robert Doisneau en el París de 1950. Un icono de posguerra y uno de los posters más vendidos del mundo.

Con los años se descubrió que la fotografía, aparentemente un arrebato pasional frente al Ayuntamiento de la capital francesa, fue en realidad un montaje y que Doisneau había contratado a una pareja de actores para que escenificaran tan célebre ósculo. El revuelo, claro, fue considerable. Tanto que el asunto derivó en escaramuza judicial y acabó agriando los últimos años de la vida del gran retratista del París de la posguerra.

«París es un teatro en el que se paga el asiento con el tiempo perdido. Yo me planto allí con mi pequeño rectángulo y espero«, le gustaba decir al fotógrafo. Clubes de jazz y bailarines. Músicos bajo la lluvia y parejas tomando el aperitivo. La bohemia de la ciudad de la Luz y niños abandonados que, decía, «la gente adopta y ría en su cabeza».

Doisneau disparó más de 45.000 instantáneas, pero bastó un beso, uno solo, para eclipsar el trabajo de toda una vida. Así que, se pueden imaginar, el francés nunca le tuvo demasiado cariño a aquella fotografía histórica. «El juicio le machacó», reconoció hace años una de sus hijas. «Además, la foto nunca le gustó demasiado», añadió. «Nunca me hubiera atrevido a fotografiar a gente así. Los amantes que se besan en la calle, esas parejas rara vez son legítimas», dejó dicho el propio Doisneau.

Tiempo reencontrado

Más de siete décadas después de aquello, la 'maldición' de 'El beso del hôtel de Ville' sigue acompañando a Doisneau allá dónde vaya. También a la galería Foto Nostrum, donde hasta el 5 de marzo puede verse la primera exposición monográfica dedicada al francés en Barcelona. «La exposición ilustra muchos de los temas que Doisneau trató en su carrera, entre ellos instantáneas de niños jugando en la calle y retratos de algunas de las mentes más brillantes de la época«, explica Julio Hirsch-Hardy, director de Foto Nostrum.

No falta, porque no puede hacerlo, el legendario beso, pero hay mucho más. En concreto, medio centenar de fotografías realizadas entre 1934 y 1971; copias de época cortesía del Atelier Robert Doisneau que muestran «escenas de personajes desconocidos en el espacio público a través de una perspectiva romántica, yuxtaponiendo lo que es ordinario con el humor y el ingenio y encontrando la belleza en la rutina de la vida cotidiana».

Imagen principal - «París es un teatro en el que se paga el asiento con el tiempo perdido. Yo me planto allí con mi pequeño rectángulo y espero», dejó dicho Doisneau. Sobre estas líneas, 'Le Baiser de l'Hôtel de ville', Paris, 1950; 'Timide à lunettes', Paris, 1956; y  'Les pieds au mur', Paris, 1934
Imagen secundaria 1 - «París es un teatro en el que se paga el asiento con el tiempo perdido. Yo me planto allí con mi pequeño rectángulo y espero», dejó dicho Doisneau. Sobre estas líneas, 'Le Baiser de l'Hôtel de ville', Paris, 1950; 'Timide à lunettes', Paris, 1956; y  'Les pieds au mur', Paris, 1934
Imagen secundaria 2 - «París es un teatro en el que se paga el asiento con el tiempo perdido. Yo me planto allí con mi pequeño rectángulo y espero», dejó dicho Doisneau. Sobre estas líneas, 'Le Baiser de l'Hôtel de ville', Paris, 1950; 'Timide à lunettes', Paris, 1956; y  'Les pieds au mur', Paris, 1934
EN LAS CALLES DE PARÍS «París es un teatro en el que se paga el asiento con el tiempo perdido. Yo me planto allí con mi pequeño rectángulo y espero», dejó dicho Doisneau. Sobre estas líneas, 'Le Baiser de l'Hôtel de ville', Paris, 1950; 'Timide à lunettes', Paris, 1956; y 'Les pieds au mur', Paris, 1934 Atelier Robert Doisneau

Tímido y reservado, Doisneau empezó trabajando como fotógrafo industrial en las oficinas de Renault, falsificó documentos para la Resistencia y retrató la liberación de París en 1944. «A menudo se olvida su trabajo como fotógrafo de guerra, con una obra que está a la altura de Cartier-Bresson o Robert Capa», destaca Hirsch-Hardy.

Con todo, la selección que se puede ver en Barcelona destaca su fotografía urbana y retratos tan célebres como los que tomó del cineasta Jacques Tati en 1940 o el de Pablo Picasso con dedos de pan en 1952. «Se ha priorizado el sentido del humor del fotógrafo y por eso no se incluyen las fotografías que Doisneau hizo durante la liberación y el final de la ocupación nazi», subrayan desde Foto Nostrum.

El gran protagonista de 'Le Temps Retrouvé', sin embargo, es el 'alma inmortal' de París; los rincones de la ciudad, las gárgolas de Notre-Damme y los críos brincando sobre el asfalto. Otra vez el teatro en el que sentarse a esperar con una Rolleiflex en el regazo. «Soy un cazador clandestino de lo efímero», que aseguraba Doisneau.

En Barcelona, la retrospectiva de Doisneau comparte protagonismo con exposición dedicada a Joan Alsina, fotógrafo de moda cuyo último trabajo, 'Textures', quiere ser un homenaje a Tàpies, Brossa, Pollock, Freud y Francis Bacon.

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