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ABC Cultural

Antonio Ortuño: «Los primeros cuatro discos de Metallica me han influido más que Juan Rulfo»

El escritor mexicano narra el 'La Armada Invencible' las desventuras de una banda de thrash metal que busca reverdecer las (casi) glorias pasadas

Antonio Ortuño: «El humor es la manera que otros tienen de llamar a mi punto de vista»

Antonio Ortuño, fotografiado en las oficinas de la editorial Seix Barral este martes EFE
David Morán

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Barcelona

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En aquel momento no lo sabía, claro, pero Antonio Ortuño (Zapopan, Jalisco, 1976) empezó a dar forma a 'La Armada Invencible' (Seix Barral) en 1984, la primera vez que escuchó 'Ace Of Spades' y Motörhead le sacudieron con una intensidad que ríete tú del martillo de Thor. Desde entonces, asegura, el rock se convirtió «en una influencia estética tan importante como el cine y la literatura». Una descarga de un trillón de voltios y gasolina de primera para un autor que, casi cuatro décadas después de aquella epifanía metálica, por fin ha conseguido conjugar dos de sus grandes pasiones: la literatura y el thrash metal.

«Los primeros cuatro discos de Metallica han sido para mí más influyentes que Juan Rulfo. Y eso que Juan Rulfo es un tótem, una maravilla. Pero yo no leía todos los días 'Pedro Páramo' y sí que escuchaba todos los días Metallica o Slayer«, asegura Ortuño, gorra calada y camiseta de los Misfits, la de la calavera de The Crimson Ghost, como declaración de intenciones. «Esta misma playera me la debo haber comprado como treinta veces», desvela.

De esa clase de fidelidad obsesiva bebe 'La Armada Invencible', novela con la que el autor mexicano rastrea la historia de una banda de thrash que a punto estuvo de triunfar antes de estallar en mil pedazos y que busca ahora reverdecer las (casi) glorias pasadas. «No pude hacer la novela del joven militante del rock guitarrero, pero muchos años después he hecho la de su decadencia», asegura. Mejor así, sin duda. «El escepticismo es más interesante que la militancia», defiende Ortuño. «A mí me sigue gustando mucho el rock, pero me doy cuenta muy bien de cuáles son sus límites culturales: no pienso que sea la cosa más maravillosa que le ha pasado a la humanidad; es lo más maravilloso que me ha pasado a mí», añade.

En la novela, armada a partir de narraciones y entrevistas ficticias («la entrevista es la manera en la que el rock se ha contado a sí mismo», dice), un músico cuarentón y achacoso busca a sus viejos compañeros de grupo para intentar retomarlo donde lo dejaron veinte años atrás. Una excusa tan buena como cualquier otra para explorar la amistad, el paso del tiempo y la nostalgia como «emoción impostada que uno construye». «La nostalgia es una emoción de derrota; extrañas lo que no tienes. Estos personajes no están enamorados de su pasado, sino de las expectativas que tenían, de quienes pensaban que podían ser hace 25 años», explica en referencia a Barry, Yulian y la troupe de supervivientes del heavy de los ochenta que deambula por talleres mecánicos, puestos de tacos, restaurantes tex-mex y conciertos en El Hangar. «Hay tanta gente haciendo libros sobre escritores que solo están hablando de ir al dentista o de la mala relación con su padre que, de repente, una novela sobre mecánicos metaleros pues como que viene bien. También existen», ironiza el autor de 'Olinka'.

Y es que, además de hincar la rodilla ante Black Sabbath y Megadeth, Ortuño también aprovecha 'La Armada Invencible' para dinamitar tópicos y reivindicarse más allá de los límites geográficos de su propia literatura. «Me parece muy antiliteraria esa idea de que si uno es mexicano sólo puede escribir sobre lo que es estrictamente mexicano para que te lean otros sólo otros mexicanos», dice. De ahí el reto, añade, de agarrarse a un estilo poco o nada intelectualizado y urdir un relato protagonizado por un grupo de thrash metal guadalajarense. «Era entrar en un terreno rarísimo -reconoce-. Como si estuviera escribiendo una novela sobre fútbol americano».

La tradición, además, también remaba en contra. «Nuestras literaturas probablemente han estado más cerca de otras músicas: Cortázar y el jazz; Cabrera Infante con la música caribeña... Incluso el punk rock tiene una tradición intelectual, y ese fue uno de los motivos por los que orienté la novela específicamente hacia el heavy metal, ya que no tiene prestigio intelectual«, detalla Ortuño, para quien todo se resume, como al principio, en el atropello sísmico de Motörhead. »Los antiguos punks son abogados o sociólogos o profesores universitarios. En Bad Religion, por ejemplo, dos de ellos tienen doctorados. En cambio, un metalero quintaesencial como Lemmy seguía tomando esa bebida inmunda que es el Jack Daniels con Coca-Cola y jugando en las máquinas tragaperras en Los Ángeles. No creo que estuviera muy cerca de obtener su tercer doctorado. Y eso me parece muy literario», explica.

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