«El acueducto de Segovia no puede ser de Trajano porque el estilo es completamente opuesto»
Dominica Contreras, marquesa de Lozoya y académica de San Quirce, insta a excavar en un colegio para dar con una clave en la datación del monumento
Fotografías aéreas revelan un circo romano en Iruña-Veleia con capacidad para unos 5.000 espectadores
Entre los campos de deporte y unos urinarios del Colegio Claret de Segovia se oculta la clave que resolvería un enigma milenario. Dominica Contreras López de Ayala (Madrid, 1940) está convencida de que bajo esa antigua huerta de los Padres Misioneros se encuentra la ... columna conmemorativa del acueducto que revelaría bajo qué emperador romano se inició su construcción. La marquesa de Lozoya, supernumeraria de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, lleva décadas investigando esta colosal obra de ingeniería y, en contra de las atribuciones a Trajano (que gobernó entre el 98 y el 117 d.C.), o a Claudio, Domiciano, Adriano, e incluso Teodosio, sostiene que se erigió en tiempos de Tito Flavio Vespasiano (69-79 d.C.).
A este emperador de la dinastía Flavia, «que construyó muy por encima de cualquier otro, sobre todo en Hispania», dedica la académica y antigua profesora de la Universidad SEK su último libro, 'Misterio del acueducto de Segovia' (Almuzara, 2023), sobre el que conversará este viernes con el catedrático de Arqueología y director del Servicio de Conservación, Restauración y Estudios Científicos del Patrimonio Arqueológico (SECYR) de la Universidad Autónoma de Madrid Joaquín Barrio en el Aula Magna de la IE University (Segovia), en un encuentro enmarcado en el Hay Festival.
En su obra, Contreras reúne todos los datos que, a su juicio, corroboran la teoría que madura desde 1994. «Son muchos y todos vienen a coincidir», asegura orgullosa de su estudio, «muy dilatado y muy completo». «El propio (Géza) Alföldy, en su último libro, escribe que esta hipótesis hay que tenerla muy en cuenta», dice citando al fallecido catedrático de Heidelberg y reputado epigrafista que dató el monumento en época flavia. Por escrito, para asegurarse de que la memoria no le falle a su edad, responde a ABC sobre los secretos de ese «gigante mudo» del que también escribió en este mismo periódico su padre, el recordado marqués de Lozoya, que fue un admirado catedrático, historiador, crítico de arte y literato.
- ¿Qué despertó su interés por saber más sobre este «gigante mudo», como usted denomina al acueducto de Segovia?
La pasión por intentar explicar el Acueducto a mis alumnos de Magisterio y de la Universidad SEK. Me desesperaba porque no había nada sólido publicado. Hasta mi libro no había nada, sólo teorías de todos los colores, más o menos improvisadas y sin ninguna base sólida. En realidad, hasta ahora no se había hecho un estudio profundo del acueducto.
- Asegura que demostrar en qué momento se empezó a construir el Acueducto «es muy fácil»: bastaría con realizar una excavación arqueológica en el colegio Claret para dar con la columna conmemorativa del inicio de la construcción allí enterrada. ¿Qué le lleva a creer que esa «gran columna de piedra llena de letras» que menciona Joaquín Barrio en un artículo de 1983 es precisamente esa columna conmemorativa del Acueducto? ¿Llegó a leerse esa inscripción? ¿Existen otros testimonios de ese hallazgo?
Daniel Zuloaga, nieto del famoso ceramista del mismo nombre, recibió una sorprendente visita en su estudio de la plaza de la Merced. Entraron unos albañiles con un voluminoso paquete y le preguntaron si él compraba objetos de arte. «No exactamente, yo más bien los creo», contestó el ceramista. Los albañiles le explicaron que estaban convirtiendo la huerta del Colegio de los Padres Misioneros en pistas de deporte y habían encontrado muchas cosas que iban vendiendo para irse a merendar antes de volverse a Madrid cada día. Y le ofrecieron la cabeza masculina en altorrelieve publicada en mi libro, que a Daniel le pareció romana, y la compró por algo así como el equivalente a 40 euros. Los albañiles estaban eufóricos y dicharacheros y Daniel les tiró de la lengua, con lo cual le contaron todo lo que habían encontrado y vendido, salvo los «cristalicos», que estaban rotos y los tiraron, y la columna enorme, que entre varios no pudieron rodear ni tampoco sacar y que estaba llena de letras «como las nuestras», pero que no se entendía nada. Sólo han visto la columna los albañiles que, según dicen, está muy somera, entre el campo de deportes y los urinarios del mismo campo. Es lo que se llama información de primera mano.
Al día siguiente me llamó Daniel Zuloaga para enseñarme el alto relieve, que también me pareció romano, y me contó al detalle -y apunté cuidadosamente- todo lo que se había encontrado. Creo que también llamó a Joaquín Barrio. Estudios posteriores de la cabeza la identificaron con la etapa de Vespasiano, con un estilo tan peculiar, o, si acaso, Domiciano. Daniel Zuloaga, que ya murió, encomendó a su esposa e hijo que no se vendiera salvo que fuera al Museo de Segovia.
-¿Conoce personalmente a propietarios de esas piezas aparecidas en el colegio? ¿Ha podido ver esos restos arqueológicos?
No hemos conocido a los propietarios de las piezas porque los albañiles no dieron los nombres de sus «clientes», sólo describieron los objetos. Yo sólo he podido ver la cabeza masculina en escorzo y altorrelieve. Los únicos testimonios, que yo sepa, son Daniel Zuloaga, que ya murió, su viuda y su hijo Juan Daniel Zuloaga Khoyan, además del entonces director del Museo de Segovia, Alonso Zamora Canellada, a quien se ofreció el altorrelieve y lo rechazó.
- ¿A qué achaca que no se emprendan esas excavaciones arqueológicas en el Claret?
La vida está llena de misterios. Pero -en principio- nadie quiere que se excave en su propiedad. Son las autoridades las responsables.
- Afirma que ninguna de las varias teorías sobre la época de la construcción del Acueducto ha podido prosperar y ser demostrada porque la vía correcta era precisamente la «prohibida», con la que nadie se ha atrevido por miedo al ridículo. ¿Usted no lo teme? ¿Por qué asegura que la clave del misterio está en el texto original de Ambrosio de Morales, cronista de Felipe II, sobre una inscripción hoy desaparecida que dice que Lartius Licinius, gobernador enviado por Vespasiano, mandó edificar el acueducto?
Es que realmente esta es la primera vez que se estudia la datación del Acueducto a fondo. Todas las demás están improvisadas a la ligera. Ambrosio de Morales dijo que le parecía falsa la inscripción que él mismo publicó y todos los autores le han seguido y se han ido copiando unos a otros hasta nuestros días, y aún seguimos, sin tener en cuenta que la auténtica es la que hubo en la muralla junto a la Puerta de San Juan y que publicó en 1804 el secretario de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Isidoro de Bosarte, y que dice lo mismo, pero en el lenguaje usual para la epigrafía.
Todo está en la biblioteca de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La de Ambrosio de Morales es una copia «mejorada», en latín clásico. Nadie parece tener en cuenta que no se puede uno conformar con lo que hayan dicho otros, hay que empezar siempre por el principio, como aconsejan diversos filósofos e historiadores, entre otros Tomás de Aquino.
Respondiendo a su pregunta, francamente, no tengo miedo a la verdad, tal vez porque soy independiente y no me debo a nada ni a nadie más que a mi propio criterio.
- ¿Qué le lleva a discrepar de la hipótesis de Geza Alföldy, que señala a Domiciano, y a apostar por Vespasiano?
Don Géza Alföldy, el arqueólogo más pluridoctor honoris causa y más premiado de todos los tiempos, asegura tajantemente en su último libro que el Acueducto de Segovia lo hicieron los Flavios. Pero como la cartela que él leyó habla de 'municipium flavium segoviensium' deduce que Segovia fue municipio, como casi todas las ciudades hispánicas, por la ley municipal de Vespasiano, que convirtió en ciudadanos romanos a una buena parte de los hispanos, pero que -en general- no se aplicó hasta Domiciano. Él no podía saber -desde su cátedra de Heidelberg- porque no está muy difundida, que en Segovia se recuperó no hace muchos años -en el espacio que fueron las termas- una inscripción en bronce que aclara que Segovia era ya municipio en tiempos de Tiberio. De alguna manera, parece que fue una ciudad mimada por los romanos debido a su heroica fidelidad a sus antiguos pactos con Roma. Además, el estilo arquitectónico de Vespasiano y el de Domiciano difieren muchísimo, y el estilo es lo único que no puede mentir.
- ¿No pasaron muchos años entre Vespasiano y Trajano como para que el nombre de este último figurara en un letrero, como se cree por los orificios que han quedado de la inscripción?
Vespasiano muere en el 79 d. C. y Trajano empieza su mandato -junto con Nerva- en el 98 d. C. y en el 100 d. de C., solo. Entre uno y otro han pasado, pues, unos 19-20 años. El aparato de propaganda de Trajano se ocupaba de que se le atribuyera todo lo que no tuviera dueño reconocido.
Las obras públicas en provincias eran incluso mucho más monumentales que en la propia Roma, porque uno de sus objetivos era la propaganda del Imperio. El acueducto que se construyó más rápido, que se sepa, fue el Aqua Traiana, en Roma, promovido por el propio Trajano, y necesitó 14 años. Y con el que más tiempo se tardó, al parecer, fue el Acueducto de los Milagros de Mérida, cien años. La construcción del Acueducto de Segovia duró unos setenta años, o algo más. Un tiempo corriente para una gran obra pública en provincias. Yo creo que lo terminó Adriano, según los datos que aportan las excavaciones de Germán Prieto en las fosas selladas de los últimos pilares. Trajano sólo hizo una pequeña reparación, y nada más, de una obra aún inacabada.
- ¿Existen otros ejemplos de restauraciones firmadas, como la de Trajano del acueducto? ¿Del propio Trajano?
En España conozco un caso que me fascina particularmente: el dístylo de Zalamea de la Serena (Badajoz), que en el libro se explica con detalle. Fue un monumento sepulcral lujosísimo de tiempos de Vespasiano que se aprovechó posteriormente como monumento a Trajano, cambiándole sólo la ubicación y la cartela.
Desde el 2009, año en que en Italia se conmemoró el bimilenario del nacimiento de Vespasiano, no han parado de publicarse estudios en los que se atribuye a este magnífico emperador -adorado en Hispania y olvidado hoy- muchos de los monumentos romanos que permanecían sin datar, como es el caso de nuestro Acueducto, o atribuidos -sin base sólida- a otros emperadores. El puente de Salamanca y el de Mérida, por ejemplo, atribuidos tradicionalmente a Augusto, cuando su estilo no coincide con el de éste ni hay otros datos que respalden tal atribución.
Vespasiano fue un líder carismático, completamente desentendido de su imagen, de carácter sencillo y humilde. A ello se suma que su hijo Domiciano sufrió la 'damnatio memoriae'. Si bien esto no habría debido afectar a Vespasiano, sí posiblemente afectó al apellido Flavio en general. Por el contrario, Trajano tenía un aparato de propaganda extraordinario, a imitación de Alejandro Magno.
- Un estudio arqueológico que estudió fragmentos de terra sigilata, materiales graníticos y demás, apuntaba a que el acueducto es más joven. ¿Cree que habría que avanzar en este tipo de investigaciones para determinar la datación?
No se puede avanzar con este tipo de estudios porque las piezas y fragmentos encontrados fuera de contexto, como las estudiadas en esa investigación que usted menciona, no pueden datar: datarían si estuvieran en un estrato virgen, sin remover, lo cual no es el caso. Las piezas encontradas a lo largo de todo el Acueducto están todas fuera de su sitio original en un terreno completamente revuelto. El espacio a los pies del Acueducto estuvo ocupado por innumerables habitaciones, lavaderos, silos de trigo, tintorerías, que aprovechaban el agua del Acueducto.
En cambio, los últimos arcos -excavados por Germán Prieto- tenían los cimientos de los pilares sellados (es decir, recubierta la superficie por una capa de greda y arena que no había sido removida), y debajo de esta capa, en todo el contorno del cimiento de esos pilares, había abundante material cerámico de la época de Adriano mezclado también con greda y arena. Esta mezcla, aparentemente tan frágil, de trozos de cerámica y greda con arena se usó, curiosamente, para calzar los cimientos. Esto significa que esos últimos pilares -sin duda- se hicieron en la época de Adriano.
Si usted consulta a un arqueólogo serio, le dirá que las dos monedas que se mencionan en este estudio que usted dice (una de alrededor del 20 a C y otra de Trajano) están en terreno virgen, pero tampoco datan nada: el valor de la moneda persiste en el tiempo durante siglos. Si atendiéramos a las monedas, tendríamos que datar la construcción del Acueducto en varios años antes de Cristo, que es la moneda más antigua.
- ¿Cuál cree que es la mayor aportación que realiza con su libro al resto de estudios que se han realizado sobre el Acueducto? Además de su hipótesis sobre la datación, ¿destacaría el análisis estilístico, como resalta en el prólogo María Luisa Martín?
No hay otros estudios serios sobre la datación. Para mí, el análisis estilístico fue la primera pista: pasé muchas horas en la Biblioteca del Museo Arqueológico de Madrid repasando miles de monumentos romanos con arcuaciones, como puentes, teatros y anfiteatros, y pude establecer las características de cada etapa, trabajo que -creo yo- no se había hecho, o por lo menos yo no lo he encontrado.
Creo que este estudio es la mayor aportación que realiza mi libro a la datación del Acueducto. No puede ser de Trajano porque el estilo es completamente opuesto. Si se conocen bien las diferencias entre los estilos arquitectónicos romanos, el estilo es como la firma, es lo más fiable.
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