México, el gigante mestizo que nació de las cenizas de Tenochtitlán hace 500 años
Nuevos trabajos y visiones reconstruyen cómo fue el dramático cerco de la capital y el ascenso de la ciudad a la cumbre del Barroco

La conmemoración por los cinco siglos del desembarco de Cortés en el Golfo de México y su primer encuentro con el emperador Moctezuma en la ciudad de Tenochtitlán inauguraron hace tres años una ansiada efeméride que parecía, con las expectativas hinchadas, el momento soñado ... para cerrar viejas heridas y empezar a ver la Conquista de México con ojos menos entornados. Sin embargo, peticiones anacrónicas de perdón, malentendidos diplomáticos y la desidia de las instituciones españolas han convertido la conmemoración casi en una pesadilla.
Noticias relacionadas
Con el asedio y caída de Tenochtitlán, que tuvo lugar entre mayo y agosto de hace justo 500 años, se espera dar carpetazo a una efeméride que, al final, se ha hecho demasiado larga. Tanto como la aventura de Cortés en América... Superada la amargura de la Noche Triste y el todo o nada que fue la batalla de Otumba , el conquistador se preparó en la primavera de 1521 para atacar el corazón azteca, una de las urbes más grandes del mundo, y demostrar así que nada les estaba vetado a los españoles en el Nuevo Mundo.
Un pulso naútico
El dicho «la conquista la hicieron los indios y la independencia los españoles» adquiere especial sentido con el asedio final, donde hubo casi tantos indígenas luchando junto a los españoles que al otro lado del sitio. Los sesenta y tres días de cerco sobre esta plaza, considerada inexpugnable, estuvieron marcados por los estragos de la viruela y por las características anfibias de esta 'Venecia americana'. Cincuenta edificios de gran altura vertebraban una urbe con miles de casas, jardines flotantes y tres amplias avenidas que se conectaban mediante canales. Más de 20.000 canoas circulaban por esta ciudad rodeada por el lago Texcoco.
Frente a los 300.000 defensores, los españoles contaban con artillería de campaña, dos centenares de arcabuceros, 650 soldados de distintas naciones, más de un centenar de caballeros y un multitudinario contingente de guerreros indígenas. Imitando a los héroes de la antigüedad , Cortés trasladó a través de las montañas una flota de trece bergantines (en realidad, eran fustas) y 3.000 canoas, que construyó con ayuda de sus aliados en solo seis meses. «El papel de las embarcaciones, tanto de estilo europeo como mesoamericano, fue vital para el sitio de la isla de Tenochtitlán . El acierto de Cortés fue su alianza con numerosos grupos indígenas que compartían un espacio geográfico acuático, como el lago de Texcoco, y dominaban las técnicas de las batallas acuáticas combinadas con la guerra en tierra», explica Flor Trejo, especialista mexicana en historia marítima.
El objetivo de Cortés era asfixiar, al estilo de combate europeo, la ciudad por tierra y por agua. El hambre, la sed y las epidemias agotaron a la población, mientras la artillería y los combates navales iban aumentando el pánico dentro de la laberíntica ciudad. «La tecnología europea jugó un papel, pero es necesario ponerlo en su justo peso. La victoria se logró gracias a una alianza poderosa de guerreros , con conocimientos náuticos bélicos de dos mundos, combinados y aprovechados al máximo», recuerda Trejo. La ocupación total de la ciudad llegó el 13 de agosto de 1521, cuando fue apresado el tlatoani Cuauhtémoc cuando una fusta abordó a la canoa con la que trataba de escapar. La ciudad fue saqueada a conciencia por españoles e indígenas, aunque el botín a corto plazo resultó ínfimo.
«No solo supuso la desaparición del mayor ejército indígena, sino que la noticia corrió como la pólvora por toda Mesoamérica»
El asalto a Tenochtitlán no fue el final de la conquista militar del actual territorio de México. El sometimiento de los otros grandes señoríos se llevó a cabo a lo largo de 150 años (la conquista de la última ciudad maya independiente , Tayasal, ocurrió en 1697) con la ayuda imprescindible de los pueblos indígenas súbditos de la Monarquía católica. No obstante, la toma de la ciudad marcó un antes y un después. «No solo supuso la desaparición del mayor ejército indígena, sino que la noticia corrió como la pólvora por toda Mesoamérica. Muchos tlatoque y caciques locales acudieron a rendir pleitesía a ese grupo de barbudos que habían hecho posible lo que parecía imposible. La mayoría de ellos se convirtieron en tributarios, sin necesidad de disparar ni un solo tiro», asegura el historiador Esteban Mira Caballos.
'Cabeza del Nuevo Mundo'
Hernán Cortés inició tras la caída de la capital mexica una labor más silenciosa pero más espectacular que las operaciones militares. Tuvo que articular política e institucionalmente un nuevo reino, a la postre de una de las mayores potencias del mundo, fundar ciudades, construir puentes, caminos, minas y dar encaje a la realidad mestiza que iba a caracterizar la Nueva España . El virreinato, cuyo legado encarna hoy México con más complejos que orgullo, alcanzó una superficie catorce veces más grande que la España actual y veintitrés veces el Imperio azteca.
Elevar a Tenochtitlán como 'Cabeza del Nuevo Mundo' fue el primer paso del ambicioso proyecto. Cortés siguió la «Organización urbana ovandina» para trazar el plano de la nueva ciudad, conservando el Templo Mayor , según el trazado clásico del castrum romano, con calles en línea recta, manzanas rectangulares y una plaza mayor o de armas (el viejo foro) destinada a ser el centro de la vida urbana. «Procuró aprovechar el capital simbólico de la ciudad como cabeza del imperio azteca y se instaló en el palacio de Moctezuma, que convirtió en su residencia. La gran plaza donde se ubicaban la residencia real y el templo mayor se eligió como centro donde se construirían los centros de poder españoles. Todo esto no fue casual, sino fruto de una meditada decisión política, y para ello necesitó mantener la memoria de la antigua Tenochtitlán», expone la historiadora María Vicens Hualde , que acaba de publicar la obra 'De Castilla a la Nueva España'.

El alumbramiento de esta nueva sociedad , moderna y de gran dinamismo, fue un parto dolorosísimo en el que miles de naturales fueron empleados en las tareas de reconstrucción. Cientos murieron en lo que fray Toribio de Benavente señaló como la séptima plaga para los naturales. «La urbe recuperó su esplendor, aunque eso sí, convirtiéndose ya en una ciudad mestiza, con esas casas y esos templos, donde se mezclaba el arte español con algunas particularidades y elementos decorativos de inspiración indígena, mestiza o criolla», apunta Mira Caballos.
Aunque algunos elementos indígenas, como la cabeza de una serpiente situada en una esquina del actual museo de la ciudad, sobrevivieron al paso de los siglos, Tomás Pérez Vejo , profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México, siembra de matices el mito del mestizaje arquitectónico: «Las grandes estructuras de la ciudad mexicana fueron utilizadas como cimientos de los nuevos edificios, no reutilizados, desde la catedral a los nuevos palacios de los conquistadores y sus herederos. Hubo, como en todo proceso de choque cultural, pervivencia de elementos culturales, pero reorganizados en torno a la nueva visión de los conquistadores, al menos en lugares como la ciudad de México ».
No es difícil imaginar sobre el terreno la grandeza que tuvo el conjunto de templos, palacios y conventos construidos durante tres siglos, a pesar de la degradación que sufre hoy el centro histórico. Quienes conocieron México en su auge durante el siglo XVIII no pudieron ver Madrid, en comparación, más que como un poblacho con ínfulas. «Las iglesias en Madrid no son templos magníficos y elevados, como por acá, sino una capilla», describió un español de la época. En esas fechas era indiscutiblemente uno de los centros de la economía mundial, allí donde confluía el comercio de Asia con el de Europa.
«Era uno de los conjuntos de iglesias y palacios barrocos más impresionantes de todo el mundo euroatlántico»
«No solo era comparable a cualquiera de las grandes urbes europeas, sino en un nivel superior al de muchas de ellas, desde el punto de vista arquitectónico, pero también de concentración de riqueza o cultural. Era uno de los conjuntos de iglesias y palacios barrocos más impresionantes de todo el mundo euroatlántico», señala Pérez Vejo .
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete