Coincidiendo con la décima edición de «Cuina Oberta», el diario alemán Frankfurter Allgemeine dedicó el pasado 23 de septiembre un reportaje a la «gran galaxia de la gastronomía valenciana». Esta iniciativa, inspirada en las Restaurant Week de Nueva York o Londres, ofrece durante diez días la oportunidad de visitar los mejores bares de tapas y restaurantes de la ciudad a precios muy asequibles.

El conocido periodista de viajes Jakob Strobel manifiesta en su artículo lo que muchos foodies extranjeros hace tiempo nos confiesan a pie de calle: que en Valencia se come tan bien como en Barcelona, pero más barato y sin sufrir masificaciones turísticas.

El recorrido por la ciudad se detiene especialmente en el centro histórico, donde gastronomía, arte y arquitectura van de la mano. Parada obligatoria en el Mercado Central, «el más bonito de la ciudad, por no decir del país entero». El autor se pierde paseando bajo su modernista cúpula, asombrado por el tamaño de los tomates de la huerta valenciana y por las pescaderías y los puestos consagrados a un solo producto, como las olivas. Pero, entre los edificios emblemáticos de la ciudad, es la catedral de Valencia la que captura mayor atención en el autor, en parte por el aura de misterio que envuelve a su Santo Grial.

Particularmente sensible a los rincones pintorescos, el gastrónomo alemán se muestra fascinado nada más traspasar el umbral de El Canyar; admira sus mosaicos de cerámica valenciana, sus reservados «donde se puede jugar a ser grandes señores» y el trato «familiar» que dispensan los propietarios. Menciona los retratos de las ilustres personalidades que pasaron por el local a lo largo de los años: desde Vargas Llosa y Octavio Paz a Daniel Craig y Michel Schumacher. Haciendo honor a la tradición, degusta la paella de marisco (que sigue la receta de la tatarabuela de los propietarios) y, por supuesto, la gamba de Denia.

No es el único restaurante donde Strobel da cuenta del plato estrella. Casa Carmela, ubicada frente a la playa de la Malvarrosa, es «el paladín de la verdadera paella tradicional valenciana». El autor explica que, frente a otras variantes, la original no tiene como base el marisco sino el pollo y el conejo, y que la parte inferior «socarrada» no es un fallo del chef, sino un manjar muy apreciado. Buscando una experiencia auténticamente valenciana, escoge este restaurante porque es de los que todavía cocinan arroces con leña de pino y naranjo.

No hay relato viajero contemporáneo que pase por Valencia sin prestar atención al barrio de El Cabanyal. Y dentro de éste, son habituales las menciones a Casa Montaña. Al igual que en el reportaje publicado por The Guardian el año pasado, el Frankfurter destaca esta clásica bodega, cuya cámara alberga un auténtico «tesoro de Ali-Baba»: desde el champagne Clos du Mesnil (ése que Paul Valery describía como «el que Dios ofrecía a los ángeles cuando habían sido excepcionalmente buenos») a una botella de Petrus de 5.500 euros. Entre las «tapas de alta cocina» recomendadas, Strobel habla maravillas del atún marinado con cardamomo y nuez moscada y la brandada de bacalao.

Aunque la cocina tradicional copa la mayor parte de este recorrido, deja claro que la vanguardia pisa fuerte en la ciudad. Saca a relucir el restaurante de Ricard Camarena –a quien describe como «el mejor cocinero de la ciudad»– y Vertical, también laureado con una estrella Michelin. Aquí toma asiento y disfruta de un excelente cava valenciano (Tantum Ergo) mientras se deleita con las vistas panorámicas… a la «pretenciosa y megalómana» arquitectura de Calatrava.