comunidad valenciana
Las sedas valencianas que vistieron al Nuevo Mundo
La industria de los «velluters» convirtió a Valencia en una potencia comercial entre los siglos XV y XVII

Enmarcado en el antaño próspero barrio de Velluters, la sede del Colegio Mayor de la Seda espera envuelto entre mallas de protección el inicio de las obras de rehabilitación que le devolverán su lustre. El proyecto, dirigido por Fernando Aranda, no solo abarca la consolidación estructural del inmueble, sino la restauración de los frescos, la cerámica, la carpintería y la conversión del edificio en el Museo de la Seda. En virtud de un acuerdo firmado el pasado mes de abril, la Fundación Hortensia Herrero financiará esta intervención, que podría comenzar en octubre si se obtienen todas las licencias durante las próximas semanas. Construido en el siglo XV, el edificio conserva algunos elementos góticos, si bien su aspecto actual nos remite esencialmente a las reformas barrocas acometidas en el siglo XVIII. La riqueza patrimonial del edificio es el indicador más claro de la importancia que tuvo este gremio, que llegó a emplear a más de la mitad de la población valenciana. Su fachada, culminada con un altorrelieve que representa a San Jerónimo (patrón de los sederos) fue realizada por Ignacio Vergara, el mismo escultor que ejecutó la portada del Palacio del Marqués de Dos Aguas.
La capilla, los frescos y sus suelos cerámicos eran propios de una casa señorial, puesto que los maestros tejedores gozaban de gran reconocimiento social. Velluters, que en su origen era un área de huerta poblada por unas pocas alquerías, experimentó un crecimiento exponencial.
El traqueteo de casi cinco mil telares y el colorido de las casas-taller donde trabajaban los sederos transmitía un aire alegre y bullicioso al barrio. Generalmente, las viviendas se situaban en las plantas bajas, mientras que en los pisos más altos, dotados de grandes ventanas, es donde trabajaban los sederos de sol a sol. El Colegio Mayor de la Seda se constituyó a finales del siglo XV para poner orden en el sector, amenazado por la ausencia de reglamentaciones, la incorporación de profesionales poco competentes y la intrusión de maestros extranjeros. La nueva institución ejerció con mano de hierro sus competencias. Los veedores, representantes del gremio, llegaban a cortar y decomisar las telas que no se ajustaban a sus Ordenanzas, ratificadas por el propio Fernando El Católico en 1479. Gracias a este celo, las sedas valencianas destacaron sobre todas las que se realizaban en la península, tanto por la calidad de la materia prima como por el de sus manufacturas. Eran muy apreciadas en Europa, y posteriormente en América.
Valor histórico
De hecho, una de las primeras medidas adoptadas por los ministros borbónicos en el siglo XVIII fue la de elevar la producción de la industria textil valenciana para responder a la creciente demanda procedente del Nuevo Mundo. El Archivo del Colegio Mayor de la Seda, depositado en la Biblioteca de San Miguel de los Reyes, posee un valor histórico incalculable, ya que permite estudiar la historia de España desde la Guerra de las Germanías hasta la Guerra Napoleónica y la inestabilidad del siglo XIX.