Vía Láctea: la colisión con Andrómeda podría haber empezado ya
Un nuevo estudio determina que los halos de gas que rodean las galaxias son mucho mayores de lo que se creía
Andrómeda y la Vía Láctea chocarán antes de lo que se pensaba
![En la ilustración, la inmensa nube de gas que rodea a la galaxia IRAS 08339+6517, a 270 millones de años luz de distancia](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/09/06/colision-RBdBWSgJ2FIh5KBmdDyqBvL-1200x840@diario_abc.jpg)
Si la galaxia en que vivimos está dentro de la media, entonces es más que probable que su colisión, y posterior fusión, con la vecina Andrómeda, que hoy se encuentra a dos millones y medio de años luz de distancia, haya empezado ya. ... Todo depende, claro, del tamaño que asignemos a cada galaxia, especialmente a los halos de gas que las rodean. Una tarea, por cierto, nada fácil.
¿Pero dónde termina exactamente una galaxia y empieza el espacio profundo? A simple vista, parece una cuestión fácil de resolver... hasta que se tiene en cuenta no solo el 'cuerpo' de la galaxia, sino también su halo, la inmensa nube de gas que la rodea, el llamado 'medio circungaláctico'.
En nuestro caso, ese halo de gas alrededor del disco de estrellas representa aproximadamente el 70% de la masa total de la galaxia, y eso sin contar con la materia oscura. Pero aún sabiendo eso, los verdaderos límites de nuestra Vía Láctea siguen siendo un misterio para los astrónomos. Hasta ahora, en efecto, sólo hemos podido determinar la presencia de ese gas midiendo la luz de un objeto de fondo muy brillante, como un cuásar, una parte de la cual es absorbida por el gas, que delata así su presencia.
Pero eso no es suficiente, ya que en ese tipo de observaciones puntuales, lo único que se observa es una especie de rayo alargado y en forma de lápiz, que va desde el quasar al telescopio y que revela sólo una mínima parte de la nube.
Estudiar galaxias lejanas
Por eso, para averiguar hasta dónde se extiende el halo de nuestra propia galaxia, lo mejor es observar, con la perspectiva que da la distancia, lo que ocurre en otras galaxias lejanas.
Y eso es precisamente lo que hizo Nikole M. Nielsen, de la universidad australiana de Swinburne, al frente de un estudio recién publicado por 'Nature Astronomy' y para el cual los investigadores se fijaron en halo de gas alrededor de una galaxia (IRAS 08339+6517) que se encuentra a 270 millones de años luz de distancia. Gracias al uso de nuevas técnicas de imágenes profundas, Nielsen y sus colegas fueron capaces, por primera vez, de fotografiar ese halo de materia , fuera del disco principal de estrellas, y de ver cómo ese gas se extendía por el espacio hasta más de 100.000 años luz de distancia.
Para darnos cuenta de la inmensidad de esa nube de gas, basta pensar que la luz de las estrellas de esa galaxia (es decir, la luz de su disco) sólo se extiende a unos 7.800 años luz de su centro.
Los límites reales de una galaxia
En su estudio, Nielsen logró seguir la pista del hidrógeno y el oxígeno desde el mismo centro galáctico hasta los límites del halo, y pudieron observar cómo, con la distancia, las condiciones físicas del gas iban cambiando. «Lo encontramos en todas partes -dice Nielsen-, lo cual fue realmente emocionante y sorprendente». Junto a ella, también participaron en el estudio otros investigadores de Swinburne, la Universidad de Texas en Austin, el Instituto de Tecnología de California en Pasadena, la Universidad de California en San Diego y la Universidad de Durham.
«Ahora estamos viendo hasta dónde llega la influencia de la galaxia, la transición en la que pasa a ser una parte más del espacio que la rodea y, eventualmente, donde se une a la red cósmica más amplia y 'conecta' con otras galaxias. Por lo general, todas esas fronteras son confusas, pero en este caso parece que hemos encontrado un límite bastante claro en esta galaxia entre su medio interestelar y su medio circungaláctico».
¿Pero cómo distinguir entre ambos? En el medio circungaláctico, prosigue la investigadora, «el gas se calienta por razones distintas a como lo hace típicamente dentro de las galaxias. Lo cual, probablemente, incluye el calentamiento causado por las difusas emisiones de otras galaxias del Universo. Son estos cambios, precisamente, los que son importantes y nos dan algunas respuestas a la pregunta de dónde termina realmente una galaxia».
«El medio circungaláctico -concluye Nielsen- desempeña un papel muy importante en el ciclo de ese gas. Entonces, al poder comprender cómo se ve ese medio alrededor de galaxias de diferentes tipos (las que están formando estrellas, las que ya no lo hacen y las que están en transición entre las dos anteriores), podemos observar diferencias en este gas, lo que podría impulsar diferencias dentro de las propias galaxias, de modo que los cambios en este reservorio de materia pueden en realidad estar impulsando cambios en la propia galaxia».
Los hallazgos también tienen importantes implicaciones en el modo en que interactúan las diferentes galaxias y cómo terminan chocando y fusionándose entre sí. En nuestro caso, dice la investigadora, «es muy probable que los medios circungalácticos de nuestra Vía Láctea y Andrómeda ya se estén superponiendo e interactuando» en lo que sería la primera fase de una futura colisión.
MÁS INFORMACIÓN
Como se sabe, la fuerza gravitatoria combinada de las dos galaxias, las más grandes del 'grupo local' al que pertenecemos, hacen que Andrómeda y la Vía Láctea avancen la una hacia la otra a unos 400.000 km/h, lo que las llevaría, dentro de unos cuatro mil millones de años, a chocar y fusionarse en una galaxia mayor, a la que los astrónomos han llamado 'Lactómeda'. Estudios recientes, sin embargo, apuntan a que esa colisión, que se daba por segura, podría retrasarse hasta dentro de diez mil millones de años.
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