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El origen de la moda: así inventaron los humanos la ropa interior hace 40.000 años

Un nuevo estudio sugiere que la aparición de las agujas con ojos permitió el desarrollo de prendas más complejas que empezaron a utilizarse, más allá de su simple función de abrigo y protección, con fines sociales y culturales

El vestido más antiguo del mundo 

Ilustración de ropa confeccionada en el Paleolítico superior y agujas con ojos de la última Edad de Hielo Mariana Ariza / Gilligan et al
José Manuel Nieves

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Hoy en día, la ropa que vestimos es tan variada que los distintos tipos que existen definen, incluso, 'tribus' con estilos de vida del todo diferentes. ¿Es usted más de camisas o de camisetas? ¿De tonos pastel o de colores vivos? ¿De pantalón o de falda? ¿De calzoncillos tipo 'slip' o 'boxer'? ¿O puede que prefiera los tangas? Nuestra vestimenta, hoy en día, dice mucho de nosotros, y más allá de su utilidad práctica, se ha convertido en un auténtico mensaje de identidad que lanzamos al mundo sin necesidad siquiera de abrir la boca.

Sin embargo, y sean cuales sean sus preferencias o estilos, a partir de ahora tenga en cuenta una cosa: toda la ropa que viste, incluida la interior, puede descender de un par de prendas ancestrales que los humanos usaron por primera vez en una gélida cueva siberiana hace 40.000 años.

O por lo menos esa es la conclusión de un equipo de investigadores dirigido por el arqueólogo de la Universidad de Sydney Ian Gilligan, que ha sido el primero en sugerir que las agujas con ojos fueron una innovación tecnológica que empezó a utilizarse, precisamente, para adornar la ropa con fines sociales y culturales. Es decir, más allá de su simple función de abrigo y protección. «Las agujas con ojo -explica Gilligan- son un avance importante en la prehistoria porque documentan una transición en la función de la ropa de fines utilitarios a fines sociales». El estudio se acaba de publicar en 'Science Advances'.

De los punzones a las agujas

Hace más de 70.000 años, señala el estudio, los humanos ya confeccionaban ropa utilizando punzones de hueso. Pero la posterior aparición de las agujas con ojos, cuya fabricación resultaba sin duda complicada para los antiguos cazadores recolectores, suscita la pregunta de por qué se tomarían tantas molestias cuando los punzones tradicionales eran perfectamente suficientes para fabricar trajes básicos.

«¿Por qué usamos ropa? -se pregunta Gilligan-. Asumimos que es algo sustancial al ser humano, pero una vez que miras las diferentes culturas, te das cuenta de que las personas ya existían, y funcionaban de manera perfectamente adecuada, en una sociedad sin ropa. Lo que me intriga es la transición de la ropa, que pasó de ser una necesidad física sólo en ciertos entornos a una necesidad social en todos los entornos».

Agujas con ojos de la última Edad de Hielo Gilligan et al, 2024

Curiosamente, la aparición hace 40.000 años de estas herramientas de costura más sofisticadas en la cueva siberiana de Denisova, que durante 100.000 años fue ocupada secuencialmente por denisovanos, neandertales y humanos modernos (nosotros), coincide con un descenso drástico de las temperaturas globales durante la Edad del Hielo. Así, y a medida que las heladas se hacían más duras y frecuentes, es muy posible que las personas empezaran a necesitar más capas de ropa para resistir al frío, y las agujas con ojo se convirtieron en algo esencial porque permiten, según los investigadores, una «costura más refinada y eficiente», lo que a su vez facilita la creación y producción de la primera ropa interior.

Añadir capas de ropa

«La eficacia de añadir capas adicionales para mejorar el aislamiento -escriben los autores del estudio- se deriva del principio térmico básico de la ropa, es decir, atrapar el aire cerca de la superficie de la piel para reducir la tasa de pérdida de calor por convección. Es evidente una asociación entre las agujas con ojo y una necesidad fisiológica de ropa ajustada térmicamente más efectiva», continúan, por lo que «se ha postulado un vínculo con la ropa interior».

Sin embargo, los investigadores se muestran cautelosos en su artículo y afirman que, «a pesar de la lógica, la evidencia convincente de la existencia de ropa interior a finales del Pleistoceno es escasa».

La pintura corporal ya no basta

Gilligan y su equipo, además, sostienen que la ropa se convirtió en un elemento decorativo porque los métodos tradicionales de decoración corporal, como la pintura con ocre o la escarificación deliberada, ya no eran posibles en Eurasia durante la última parte de la Edad de Hielo debido a que la gente necesitaba usar ropa todo el tiempo para sobrevivir.

«Es por eso -prosigue Gilligan- que la aparición de las agujas con ojos es particularmente importante, ya que señala el comienzo del uso de la ropa como decoración». Por lo tanto, la ropa evolucionó para servir no sólo a una necesidad práctica de protección y comodidad contra elementos externos, sino también a una función social y estética para la identidad individual y cultural.

El uso regular de ropa favoreció también la formación de sociedades más grandes y complejas, ya que las personas siempre vestidas podían trasladarse a climas más fríos y al mismo tiempo cooperar con su tribu o comunidad basándose en estilos y símbolos de vestimenta compartidos. Las habilidades asociadas con la producción de prendas de vestir, por lo tanto, contribuyeron a un estilo de vida más 'moderno' y mejoraron la supervivencia y la prosperidad a largo plazo de las comunidades humanas.

«Damos por sentado -concluye el investigador- que nos sentimos cómodos usando ropa e incómodos si no usamos ropa en público. Pero, ¿cómo afecta el uso de ropa a la forma en que nos miramos a nosotros mismos, la forma en que nos vemos como humanos y tal vez al modo en que miramos nuestro entorno?».

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