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El módulo japonés SLIM despierta y sobrevive a la noche lunar

Posado en la Luna desde finales de enero, ha logrado comunicarse con los equipos en tierra tras dos semanas inoperativo a temperaturas que pueden alcanzar los -130ºC

El francotirador lunar empieza a dar señales

Imagen de SLIM y la superficie lunar tomada por el robot transformable SORA-Q el pasado 25 de enero AFP / JAXA / Takara Tomy / Sony Group Corporation / Doshisha University
Judith de Jorge

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El módulo japonés Smart Lander for Investigating Moon (SLIM), en la Luna desde finales de enero, ha dado una nueva sorpresa. La sonda está de nuevo activa tras superar la rigurosa noche lunar, el equivalente a dos semanas terrestres sin sol y con temperaturas escalofriantes que alcanzan los -130ºC, unas condiciones para las que originalmente no estaba preparada. «La pasada noche enviamos una orden y SLIM respondió», ha informado en la red social X (antes Twitter) la agencia espacial JAXA.

SLIM, también conocido como 'francotirador lunar', llegó a la Luna el pasado 19 de enero, convirtiendo a Japón en el quinto país del mundo en alunizar con éxito después de EE.UU, la Unión Soviética, China e India. Acabó en un pequeño cráter de menos de 300 metros de diámetro llamado Shioli, en el polo sur lunar y a menos de 55 metros de su objetivo inicial, lo que supone un altísimo grado de precisión. Los alunizajes convencionales tienen actualmente un margen de varios kilómetros.

Pero durante el peligroso descenso de 20 minutos, el módulo perdió uno de sus dos motores. Eso hizo que se posara de forma inclinada y sus paneles solares quedaran orientados hacia el oeste sin recibir la luz solar y, por tanto, sin poder generar energía.

Japón asumió las complicaciones y decidió apagar la sonda a la espera de un cambió de dirección de la luz solar. Antes, el módulo liberó dos diminutos rovers, uno de ellos una caprichosa esfera fabricada por una compañía juguetera, cuya función es analizar las rocas procedentes de la estructura interna de la Luna.

Los científicos de la misión no se equivocaron. Más adelante, un cambio en la dirección de la luz del sol permitió al módulo enviar imágenes, pero se apagó de nuevo cuando cayó la noche lunar. SLIM no podía afrontar esas condiciones tan duras y la agencia japonesa la dejó 'dormir' para intentar 'despertarla' y reanudar las operaciones a partir de mediados de febrero, cuando el Sol volviera a iluminar sus células solares. Eso es lo que ha ocurrido, demostrando la dureza de SLIM, porque, como reconoció JAXA en su día, el módulo no fue diseñado para resistir la noche lunar.

Aunque JAXA ha vuelto a tener contacto con la nave, las comunicaciones tuvieron que interrumpirse poco después, «ya que todavía era mediodía lunar y la temperatura de los equipos era muy alta». Durante el mediodía lunar, se pueden alcanzar los 100ºC. Por este motivo, la agencia está llevando a cabo «preparativos para reanudar las operaciones una vez que las temperaturas de los instrumentos se hayan enfriado lo suficiente».

Tercer intento para Japón

Para Japón, SLIM es una inyección de orgullo. Los dos primeros intentos de alunizaje del país nipón acabaron en fracaso. En 2022, la sonda Omotenashi, transportada en la misión estadounidense Artemis 1, registró un falló de sus baterías poco después de ser lanzada al espacio. En abril de 2023, la empresa japonesa ispace intentó convertirse en la primera firma privada en llegar a la Luna, pero perdió la comunicación con su nave después de un «aterrizaje forzoso». A Japón no le quedó más remedio que asumir su fracaso.

Estados Unidos logró la semana pasada regresar a la Luna por primera vez después de más de 50 años, con una sonda de la empresa privada Intuitive Machines. La compañía indicó que su sonda alunizó probablemente de lado, pero que eso no impediría que se pudieran recuperar datos científicos e imágenes. A esta misión le seguirán otras nuevas dentro del marco de la iniciativa Commercial Lunar Payload Services (CLPS), creada para involucrar a las empresas privadas en la conquista de la Luna.

Pero posarse en la Luna sigue siendo un inmenso desafío, incluso para las grandes potencias espaciales. En enero, otra empresa privada estadounidense, Astrobotic, también contratada por la NASA, no logró colocar en el satélite natural su primera sonda, que acabó destruida en su reentrada a la atmósfera terrestre.

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