La leyenda era cierta: identifican a un misterioso hombre arrojado a un pozo hace 800 años tal y como se relata en una saga nórdica

Su genoma ha revelado que el fallecido pertenecía a alguna población del sur, lo que no concuerda con lo que se asumía de su procedencia

De la Infanta Leonor a los Romanov: la historia real revelada por el ADN

Los restos hallados en las excavaciones de 2014 Riksantikvaren (The Norwegian Directorate for Cultural Heritage)

La saga de Sverre cuenta la historia del rey Sverre Sigurdsson (1151-1202 d. C.), quien reinó en la Noruega medieval hace unos 800 años. Un documento tan importante que gran parte de la historia temprana del país se conoce a partir de este único texto, que describe un período de inestabilidad política caracterizado por conflictos y guerras civiles que duraron más de un siglo y que tuvieron a Sverre como uno de sus protagonistas. Pero, ¿qué hay de cierto en estos documentos? Ahora un pasaje de la saga combinado con el ADN de unos huesos antiguos señala que detrás de la leyenda hay mucho de realidad, pero que ésta era aún más complicada de lo que se pensaba. las conclusiones acaban de publicarse en la revista 'iScience'.

Uno de los relatos cuenta cómo en el año 1197 el ejército rival de Bagley se coló por una puerta secreta del castillo de Sverresborg (hoy en la ciudad de Trondheim) mientras los residentes cenaban. Aunque el rey Sverre no estaba allí alojado (se encontraba en ese momento pasando el periodo invernal en Bergen), los Bagley asaltaron, saquearon y quemaron todas las casas del interior de la fortaleza «dejándoles solo con la ropa puesta», relata la historia. No acabaron ahí: decidieron tirar un cadáver de uno de sus enemigos a un pozo cercano para infectar con su putrefacción todo el suministro de agua del complejo. Remataron con unas piedras sobre el cuerpo, para cerrar el agujero.

En 1938 los arqueólogos encontraron unos huesos en lo que parecía un antiguo pozo cercano a las instalaciones. Sin embargo, no fue hasta las excavaciones que se produjeron entre 2014 y 2016 cuando se pudo rescatar el cadáver entero y realizar nuevos análisis. Así, los resultados revelaron que, en efecto, se trataba de un hombre de unos 30 o 40 años que murió hace unos ocho siglos, coincidiendo con los relatos de la saga de Sverre. Además, se encontró evidencia de varios traumas, incluido un golpe por fuerza contundente en la parte posterior izquierda del cráneo y dos cortes más que «probablemente no fueran postmortem», aunque no se puede saber con certeza cuáles ocurrieron antes o después del fallecimiento.

Imagen del cuerpo Åge Hojem NTNU Vitenskapsmuseet

Una procedencia sorprendente

Ahora, las nuevas tecnologías han respaldado la hipótesis de que los restos pertenecen al hombre del pozo. Gracias al ADN extraído de su diente se ha podido completar todo su genoma, corroborando todo lo que encontró el anterior estudio, además de que probablemente este individuo tenía los ojos, el pelo y la piel claras, algo que no es extraño en esa parte del mundo. Lo que sí llamó la atención de los investigadores fue los resultados en torno a la procedencia del fallecido: el sur de Noruega, muy probablemente la provincia de Vest-Agder, en la que la endogamia ha provocado una deriva genética característica en la zona.

«Se cree que el ejército derrotado del rey Sverre estaba formado por mercenarios del centro de Noruega conocidos como Birkebeiner. Por el contrario, se dice que fueron los Baglers, los vencedores invasores del sur de Noruega, los que arrojaron al hombre al pozo. En consecuencia, los informes anteriores habían asumido que el hombre del pozo era un noruego central, del lado perdedor de los Birkebeiners -señalan los autores-. Nuestros resultados muestran inequívocamente que la ascendencia del hombre del pozo era típica de la población actual de los condados del sur de Agder, pero, por supuesto, no pueden decirnos si el hombre del pozo pertenecía al ejército Birkebeiner o al Baglers».

Aunque no se pueda determinar si el hombre del pozo pertenecía a uno u otro bando, los resultados sí muestran que la endogamia propia del sur de Noruega ya había empezado hace ocho siglos. «El texto no es del todo correcto: lo que hemos visto es que la realidad es mucho más compleja que los relatos de la saga», afirma la arqueóloga Anna Petersén, del Instituto Noruego de Investigación del Patrimonio Cultural en Oslo (Noruega).

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