Observan el primer 'planeta sauna', un mundo cuya atmósfera está hecha casi totalmente de vapor de agua
A 100 años luz de la Tierra, el planeta es dos veces mayor que la Tierra y tres veces más masivo
El James Webb logra fotografiar un planeta perseguido hace años
![Ilustración del exoplaneta GJ9827d, el primer 'mundo de vapor' observado por los astrónomos](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/10/24/planeta-sauna-RcI2Z2R2rAuPrBAs7XfGLZJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Al cierre de estas líneas, el número de planetas confirmados fuera del Sistema Solar ascendía a 5.780, una cifra que aumenta prácticamente a diario. Para su comodidad, los astrónomos los han dividido en cuatro grandes categorías: neptunianos, de los que se han ... encontrado 1.986; gigantes gaseosos, con 1.863 confirmados: supertierras, cuyo número asciende ya a 1.733; y terrestres, los más parecidos al nuestro, de los que por ahora se han encontrado 211. (A la suma de todos hay que añadir otros 7, cuyo tipo la NASA no ha podido aún determinar).
Dentro de esos cuatro grupos los mundos pueden ser rocosos, gaseosos y oceánicos, y estar hechos de lava ardiente, negro carbón, hielo, o incluso de diamante. Pero nadie hasta ahora había encontrado un 'mundo de vapor', uno cuya atmósfera, como si se tratara de una inmensa sauna, está compuesta casi en su totalidad por moléculas de agua caliente. El hallazgo se acaba de publicar en 'Astrophysical Journal Letters'.
Un mundo extraordinario
El extraordinario planeta se llama GJ9827d, gira alrededor de una estrella que se encuentra a unos 100 años luz de distancia y tiene dos veces el tamaño y tres veces la masa de la Tierra. Descubierto en 2017, fue incluido por los astrónomos en el grupo de los 'subneptunos', entre los más comunes en la galaxia aunque ausentes por completo de nuestro propio Sistema Solar.
Sin embargo, conocer el tamaño y la masa de un planeta no basta para deducir de qué está hecho. Para eso hay que ir más allá y sondear sus cielos. Algo que se consigue analizando la luz estelar que llega hasta nosotros tras filtrarse a través de la atmósfera del planeta y quedar 'marcada' con las firmas de los elementos que la componen. Una tarea casi imposible de hacer en 2017, pero que encaja como un guante en las extraordinarias capacidades del Telescopio Espacial James Webb.
Otra vez, el James Webb
Bajo la dirección de Ryan MacDonald, de la Universidad de Michigan, un equipo de astrónomos utilizó el telescopio espacial, en noviembre de 2023, para observar dos 'tránsitos' de GJ9827d, es decir, dos 'pasadas' por delante de su estrella con respecto a nuestra posición. Con anterioridad, también el Telescopio Espacial Hubble había realizado observaciones similares, y descubrió signos de la presencia de moléculas de agua en la atmósfera del planeta. Pero los datos no fueron suficientes para determinar si la atmósfera sólo contenía una pequeña cantidad de agua o si se trataba de un mundo mayoritariamente acuático.
MacDonald y sus colegas combinaron los datos obtenidos por ambos telescopios y quedó claro que estaban ante la segunda posibilidad: la atmósfera de GJ9827d, en efecto, estaba hecha casi completamente de agua. Pero no solo eso. La temperatura del planeta, unos 340 grados centígrados, indicaba que toda esa agua tendría que estar en forma de vapor.
La existencia de mundos como este, dice MacDonald «había sido predicha, pero esta es la primera evidencia observacional de que realmente existen. Me siento como un explorador de Star Trek».
Enormes presiones
Es posible que bajo estos 'cielos de agua' no exista una superficie rocosa al uso, pero los investigadores creen que en lo más profundo de la atmósfera, la presión de toda esa agua tiene por fuerza que ser enorme. Tanto como para forzar a las moléculas de agua para que adopten extrañas formas de materia, como fluidos supercríticos (un híbrido entre líquido y gas, con propiedades de ambos estados) o hielo caliente o 'negro' (entre sólido y líquido y capaz de conducir electricidad).
La suma de estas características hace que GJ9827d sea un lugar muy poco probable para la vida. Pero haber podido estudiar su atmósfera es todo un hito, y también una excelente práctica para observar otros planetas que sí podrían ser habitables.
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«Esta es la prueba de principio de que podemos detectar atmósferas más pesadas -afirma MacDonald-. Estamos en el camino correcto para llegar donde queremos estar».
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