'The last of us': ¿Puede un hongo acabar con la humanidad?
La exitosa serie de HBO muestra un apocalipsis zombi provocado por Cordyceps, el mismo hongo que arrebata la voluntad a las hormigas
Hongos patógenos son responsables de la extinción de numerosas especies de crustáceos, anfibios o peces... El hecho de que podamos regular nuestra temperatura corporal evita que hagan lo mismo con nosotros
La esperada serie de HBO 'The last of us', inspirada en el videojuego del mismo nombre, presenta un futuro distópico tras una epidemia provocada por un hongo, Cordyceps, que ha mutado por causa del calentamiento global. Los hospedadores humanos pierden el control de sí mismos y se convierten en zombis dispuestos a atacar violentamente, devorar e infectar a cualquiera que se cruce en su camino. El argumento es una fantasía, pero Cordyceps existe y en la vida real también tiene un comportamiento bastante siniestro.
Este género de hongos abarca unas 400 especies por todo el mundo, la mayoría en zonas tropicales de Asia (precisamente, en la ficción los primeros casos empiezan en Yakarta, Indonesia) y América, donde tienen la temperatura y la humedad suficiente para desarrollarse bien. «En general son hongos parásitos de insectos: avispas, hormigas, langostas... Son muy llamativos porque forman cuerpos fructíferos, setas, sobre el 'cadáver'", explica a este periódico Javier Diéguez-Uribeondo, investigador del CSIC experto en enfermedades fúngicas emergentes y especies invasores del Departamento de Micología del Real Jardín Botánico de Madrid.
Los hongos producen una serie de enzimas, unas proteínas que degradan los componentes de la pared del exoesqueleto de los insectos para colonizarlos. Con el sistema nervioso alterado, los insectos pierden la voluntad y se convierten en marionetas de los hongos, de tal manera que son 'obligados' a dirigirse a una zona del ecosistema conveniente, como espacios abiertos o las áreas más altas de las plantas, para diseminar las esporas de los hongos y colonizar a otros insectos. Una vez logrado el objetivo, el insecto muere de forma truculenta, con el cuerpo totalmente colonizado por las setas.
«Resulta muy morboso, pero es el resultado de un ciclo de vida complejo, en el que el hongo ha encontrado el camino más eficiente para la supervivencia de su especie», explica el investigador. Este control del patógeno sobre su hospedante puede parecer de ciencia ficción, pero quizás nosotros tampoco nos libremos. Por ejemplo, actualmente, «estamos empezando a entender cómo nuestro comportamiento está influenciado por el microbioma (microorganismos como las bacterias) de nuestra flora intestinal», añade.
La nariz blanca
En las últimas décadas el número de especies infectadas por hongos patógenos se ha incrementado «de forma exponencial». Según Diéguez-Uribeondo, es un fenómeno que, como el Covid-19, ha sido impulsado por la globalización. En este caso, estas afecciones han sido debidas principalmente a la introducción de especies invasoras portadoras de estos hongos que han hecho estragos: Varias especies de cangrejos de río están al borde de la extinción en Europa y Asia por esta causa, y un tercio de los anfibios del mundo ya han desaparecido en las últimas décadas. Otros ejemplos son las mortandades masivas de peces del sudeste asiático y este de EE.UU, las importantes pérdidas de huevos de las tortugas marinas en las zonas de anidación como Cabo Verde, o el blanquecimiento de los arrecifes de coral como consecuencia de la presencia de un hongo del género Aspergillus. Los hongos son «una de las principales amenazas a la diversidad», asegura el investigador.
La cuestión es, ¿podrían los hongos llegar a cambiar el comportamiento humano? Según explica Diéguez-Uribeondo, ni los mamíferos ni las aves tenemos enfermedades fúngicas importantes «dado que regulamos nuestra temperatura por encima de los 37ºC y los hongos crecen mal por encima de los 32º C». Solo se conoce una excepción: unos murciélagos en EE.UU, que sufren la enfermedad de la nariz blanca (SNB). Cuando hibernan, un hongo introducido desde Europa (Pseudogymnoascus destructans) coloniza la parte más fría de su cuerpo, la nariz, y mueren.
Gracias a que somos animales de sangre caliente, los hongos no suponen un gran problema para los seres humanos, salvo en dos casos: quemados e inmunodeprimidos. «Durante la quimioterapia, nuestro sistema inmune está más débil, por lo que una infección de hongos podría ser grave», advierte Diéguez-Uribeondo. Igualmente, algunos hongos, como los Aspergillus, también pueden causar enfermedades pulmonares y la continua exposición a toxinas fúngicas como las aflotoxinas pueden producir cáncer. «Incluso se especula con que la maldición de los faraones -las muertes de los descubridores de sus tumbas-, puede estar relacionada con la elevada concentración de hongos del género Aspergillus. Fueron enterrados en zonas cerradas con mucha humedad», dice el científico.
Cambio climático
En la serie, Cordyceps ha mutado para adaptarse a la vida en temperaturas más altas, consecuencia del cambio climático, lo que le permite doblegar a los humanos. Diéguez-Uribeondo cree que, en efecto, el cambio climático seleccionará a las especies de hongos más resistentes y quizás éstas sean capaces de colonizarnos. Sin embargo, «que la evolución lleve a este tipo de especialización patógeno-hospedante es un proceso complejo y largo que tarda muchísimos años en producirse. El problema no es que esta evolución de los hongos patógenos pueda producirse sino que al ritmo que llevamos de destrucción del planeta no creo que nuestra especie vaya a sobrevivir tanto tiempo», señala el investigador.
Estos parásitos representan una amenaza para la humanidad desde otro punto de vista. «Hemos simplificado la agricultura plantando lo mismo en todo el mundo: maíz, trigo, arroz, olivos... por lo que predominan grandes extensiones de monocultivos (muy bien reflejado en la película 'Interstellar'). Si una enfermedad fúngica se adaptase a la colonización de estos monocultivos arrasaría la base de nuestra alimentación por la falta de biodiversidad», advierte.
MÁS INFORMACIÓN
Pese a todo, si alguien empieza a temer a Cordyceps tras ver la serie, puede tranquilizarse. Es un componente habitual de algunos suplementos de salud y, que se sepa, nadie ha mordido a su vecino por tomarlos. Sin olvidar que el pan y la cerveza y otros alimentos con levaduras se hacen con hongos. Eso sí, en la línea de otras historias del género, 'The last of us' recuerda que alterar las reglas del juego de la naturaleza produce monstruos. Y ese sí es un miedo muy real.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete