Publican las imágenes del viejo satélite europeo de dos toneladas cayendo sin control hacia a la Tierra
La Agencia Espacial Europea ha compartido unas instantáneas captadas por radar de las últimas órbitas de la sonda antes de desintegrarse en la atmósfera terrestre el pasado 21 de febrero
Confirmado: el viejo satélite europeo de dos toneladas ha caído sobre el Pacífico sin control
![La sucesión de imágenes del ERS-2 en las horas previas a su reingreso](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/02/28/ERS-2_buckles_and_bends_during_final_farewell.gif)
Fue un final más impresionante de lo esperado. Así lo muestran las imágenes tomadas por radar del satélite europeo ERS-2, que protagonizó una reentrada 'natural' (es decir, no controlada desde tierra) la pasada semana. La sonda, de más de dos toneladas y del tamaño de un autobús escolar, volvió a reingresar en la atmósfera sobre el Océano Pacífico en la tarde del pasado 21 de febrero, tras casi 29 años en el espacio.
El radar de seguimiento e imágenes (TIRA) del Instituto Fraunhofer de Física de Alta Frecuencia y Técnicas de Radar FHR (Alemania) observó a la nave espacial en los días y horas previos a su desintegración. En las imágenes de radar combinadas de TIRA -en las que el color representa la intensidad del eco del radar, no la temperatura- se aprecia claramente como los principales componentes del satélite, sobre todo los paneles solares, se curvan y retuercen a lo largo de la secuencia.
En la primera, tomada el 19 de febrero, se puede observar cómo el perfil de la sonda coincide en su mayoría con las imágenes tomadas de la sonda, con los paneles solares más grandes aún alineados. En la toma del siguiente día, el 20 de febrero por la tarde, ya se puede apreciar una torsión que indica que las fuerzas de la gravedad y la atmósfera ya habían ejercido su acción. Algo que se ve claramente en la tercera instantánea, tomada tan solo diez horas antes de la reentrada, y donde se observa que uno de los lados de los paneles está totalmente doblado.
![Una imagen el ERS-2 tomada en es espacio. Las instantáneas captadas por radar muestran cómo los paneles solares (a la izquierda, en naranja y rayas negras) acabaron torcidos y aplastados en las horas anteriores a su reentrada en la atmósfera, sobre el Océano Pacífico](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/02/28/ERS-2-U88661504507Faj-760x600@diario_abc.jpg)
Las implicaciones de unos paneles solares 'arrugados'
Los científicos no esperaban que estas torsiones se produjeran tan pronto. «Al predecir la trayectoria de reentrada de un satélite, los expertos lo tratan como un objeto rígido casi hasta el final. Si el panel solar de ERS-2 estaba suelto y se movía de forma independiente un día antes, es posible que haya causado que el satélite interactúe con la atmósfera de la manera que no esperábamos», señalan en un comunicado desde la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), responsable del satélite.
El organismo informa de que, actualmente, «se están evaluando datos precisos sobre el reingreso». De particular interés es si el arqueo de la matriz está relacionado con que la reentrada se produjera una hora más tarde de lo esperado. Según la ESA, el resultado podría ayudar a mejorar las previsiones de futuras reentradas naturales, algo que cada vez es más usual.
De uno a dos siglos en órbita
ERS-2 realizó una reentrada atmosférica «natural» o incontrolada. Aunque dejó de prestar sus servicios en 2011 (estuvo recopilando información sobre el clima terrestre durante 16 años), durante el siguiente año, con el remanente de combustible que le quedaba, se llevaron a cabo 66 maniobras para bajarlo de una órbita de casi 800 kilómetros de altura hasta los 570. A partir de ahí, la sonda cayó de forma natural hacia nosotros, empujada por la fuerza de la gravedad.
Si no se hubieran llevado a cabo estas operaciones, el satélite habría caído igualmente sobre nuestras cabezas; eso sí, uno o dos siglos después. Y, en una órbita en la que no paran de crecer los escombros espaciales, tener una sonda del tamaño de un autobús escolar no es algo recomendable. Es por ello que, aunque suene apocalíptico, el final más recomendable para toda esta basura espacial es estrellarse contra nuestra atmósfera y que en su reentrada acabe en su mayoría desintegrada.
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Porque, según datos de la propia ESA, desde los noventa hasta 2020, la media de desechos espaciales que reentraban en la atmósfera era de menos de 150 toneladas al año. Desde entonces, el número es más del doble, hasta las 340 toneladas anuales. «El entorno espacial de la Tierra está ahora lleno de millones de fragmentos de desechos que se mueven rápidamente, amenazando nuestro futuro en el espacio. Una colisión con una partícula de 1 centímetros que viaja a 10 km/s (de las cuales hay alrededor de un millón en órbita) libera la misma energía que un coche pequeño que choca a 40 km/h», explican desde la agencia. «Si los comportamientos y tendencias actuales en órbita continúan, regiones orbitales cruciales quedarán completamente inutilizables. Es hora de actuar».
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