Los Elon Musk españoles
Desde hace una década, el sector del conocido como 'nuevo espacio' ha explosionado en nuestro país: cerca de un centenar de compañías, la mayoría de reciente creación, se enfoca en el espacio, pero con los pies puestos sobre territorio nacional
Diez meses de la creación de la 'NASA' española: sin director definitivo y con la mitad de la plantilla sin cubrir
![Las empresas y los expertos españoles están presentes en las principales misiones espaciales, pero buscan hacerse su hueco en el sector también desde la Península](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/ciencia/2024/03/14/_DSC3537-RxorEmju0SoPIW36wGMl4VM-1200x840@diario_abc.jpg)
Miguel A. Vázquez y Vicente Díaz, ambos doctores en Física, desarrollaban su carrera en el sector de las energías renovables. Pero, cosas del destino, en un momento de inflexión decidieron dejar de recabar energía solar desde la Tierra para hacerlo desde el espacio. Y así es como nació en 2013 la compañía DHV, que ambos fundaron junto con Francisco Rubiño. Desde entonces, esta empresa con sede en Málaga ha participado en proyectos tan importantes como Hispaleo, que desarrolla, fabrica y certifica paneles fotovoltaicos para satélites que operan en la órbita terrestre baja; o Nemos, una misión espacial europea en la que también trabaja la compañía bilbaína Satlantis (experta en imágenes satelitales), para proporcionar vigilancia casi en tiempo real del litoral marítimo y de las zonas portuarias.
Como esta historia podemos encontrar casi un centenar más: son el llamado 'nuevo espacio' español. Visionarios que decidieron apostar por lo que hay más allá de nuestras fronteras, no ya como país, sino como planeta. Y desde España, donde la facturación y la inversión en este área está a años luz de lo que se genera no solo en gigantes como Estados Unidos o China, sino en países cercanos, como Italia o Francia. Como dato: nuestro país facturó en el sector 12.135 millones de euros en 2022, incluyendo actividades de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio; de ellos, 1.065 millones corresponden al apartado espacial, según datos de Tedae. En comparación: solo Boeing facturó más de 71.000 millones de euros el mismo año. La lucha de David contra Goliat, pero ahora con el espacio como escenario y la tecnología 'made in Spain' como honda.
Sin embargo, la unión hace la fuerza. Y todas estas compañías, surgidas la mayoría en la última década, intentan sacar pecho de su potencial en los diferentes encuentros del sector. «Pero nos dimos cuenta de que no teníamos una feria propia en la que poder juntarnos y mostrarnos al mundo entero», cuentan Miguel Vázquez y Vicente Díaz, de DHV. «Así que decidimos crear el Small Satellites & Services International Forum (SSSF)». La idea era que la sede de este encuentro anual internacional fuese cambiando por toda la geografía española. Pero el éxito de la primera celebración en Málaga provocó que el encuentro se fijase definitivamente en la capital de la Costa del Sol, que durante tres días se convierte en el epicentro de la galaxia empresarial espacial. «A la gente le gustó el sitio y ya llevamos cinco años aquí», comentan los responsables de DHV, quienes ya son los organizadores 'vitalicio' del encuentro. Lo cuentan desde un cóctel distendido en el que los representantes de las principales compañías relacionadas con el mundo del espacio, tanto patrias como extranjeras, charlan en busca de nuevas sinergias y oportunidades.
En el encuentro participan ingenieros de la NASA, como el malagueño Carlos García-Galán, quien transmite el mensaje de que ya no hay que ir a EE.UU. para trabajar en el sector y que los profesionales españoles están muy bien valorados en el extranjero. También representantes de la Agencia Espacial Europea (ESA), como José Gavira, jefe de la División de Mecatrónica y Óptica en Agencia Espacial Europea, quien cuenta cómo la Luna es el nuevo 'lejano oeste' a conquistar. Representantes de grandes empresas, como Airbus, cuentan también sus experiencias.
Espacio para todos
Por allí está también el mallorquín Rafel Jordá, uno de los fundadores de Open Cosmos, quien horas antes ha contado al público asistente cómo decidió empezar su propio negocio bajo la premisa de «simplificar el acceso al espacio utilizando pequeños satélites». Su propuesta es desarrollar pequeñas sondas, tanto comerciales como científicas, lanzarlas y operarlas en el espacio, todo ello desde dos bases: España y Reino Unido. Ellos también se encargan de recabar los datos y ofrecérselos ya 'masticados' a los clientes. La idea no está funcionando mal: han lanzado al espacio 8 satélites, están fabricando otros 18 y tienen planeado abrir otras dos fábricas en Barcelona y Oporto (Portugal).
Otro de los asistentes es Xavier Llairó, uno de los fundadores de Pangea Aerospace. Su trabajo es crear motores tipo 'aerospike', el 'santo grial' de las naves reutilizables que, de mostrarse viables (ahora mismo son demasiado complejos y costosos), harían que los cohetes fueran mucho más eficientes, gastando menos combustible y pudiendo lanzar más carga por menos dinero. «El concepto es antiguo y se persigue desde hace décadas. Incluso la NASA y SpaceX han puesto sus ojos en este tipo de motores», cuenta. Aunque ahora están centrados en los propulsores, en su hoja de ruta no hace mucho también estaban los cohetes íntegros, en una alianza con otras empresas españolas como ITP Aero (Vizcaya), UARX (Pontevedra), AENIUM (Valladolid) o el gigante español GMV. Con este proyecto se postularon como candidatos al PERTE aeroespacial, un concurso público del Gobierno con fondos europeos para el desarrollo de un lanzador comercial de pequeños satélites.
Sin embargo, y aunque las apuestas estaban muy altas, finalmente perdieron frente al Miura 5, el cohete que la compañía con base en Elche PLD Space quiere probar en 2025 desde la Guayana Francesa. «Vamos en tiempo, incluso recortando algunos meses», dice a ABC Ezequiel Sánchez, presidente ejecutivo de PLD Space unos minutos antes de su ponencia en el SSSF donde contará el caso de éxito del Miura 1, que fue lanzado el pasado mes de octubre desde la base de El Arenosillo, en Huelva. Hasta entonces, el camino de PLD Space no fue precisamente de rosas: negativas de la industria y una crisis a todos los niveles que hizo tambalear el futuro de una empresa que ahora está en boca de todos, incluso en los programas del 'prime time' televisivo. «Nuestra principal innovación fue salirnos del sistema tradicional de financiación –señala Sánchez–. Ahí era clave que la comunicación fuera diferente y que involucrásemos a toda la sociedad. Fue casi una forma de subsistencia».
Porque a pesar de que ya convivimos con las épicas presentaciones de las empresas espaciales norteamericanas, parece que en Europa en general y en España en particular la comunicación del sector sigue siendo una asignatura pendiente y lo de PLD Space una 'rara avis'. «No se entiende porque no se comunica y, a su vez, no se comunica porque no se creía que esto fuese importante», señala Eva Villaver, directora de la Oficina de Espacio y Sociedad, el organismo de la Agencia Espacial Española que se encargará, de hecho, de divulgar todo este tipo de temas. «Poner el foco en la comunicación es importante porque debemos contar al ciudadano qué se hace con su dinero. Debemos contar que todos estos proyectos espaciales tienen repercusión en la agricultura, en los incendios, en el gasto hídrico, en cómo evolucionan los gases de efecto invernadero… Hay que hacer comprender que cuando vuelves a tu casa con el GPS es gracias a que los satélites están allí dándonos cobertura, por ejemplo».
La 'vieja' guardia
No todas las empresas espaciales españolas son nuevas. En 2001, el veterano conglomerado Elecnor creó su división tecnológica, Deimos, con la intención de ampliar sus fronteras. Más de dos décadas después, han estado involucrados en la mayoría de misiones de la ESA, en los campos de Ciencia y Exploración, Navegación por Satélite, Observación de la Tierra, Conciencia de la Situación Espacial y Lanzadores. La última, el pasado mes de diciembre, cuando Deimos, junto con Open Cosmos y D-Orbit, lanzaron el satélite ALISIO-1, la primera sonda de las Islas Canarias para observación de la Tierra.
Esta nave del tamaño de una caja de zapatos lleva un módulo de comunicaciones ópticas (la primera en su tipo en el espacio) y una cámara infrarroja DRAGO-2, un pequeño aunque sofisticado instrumento creado por IACTEC, una iniciativa del Instituto de Astrofísica de Canarias para fomentar la colaboración público-privada. «Hasta ahora, este tipo de cámaras necesitaban un complejo sistema de refrigeración, lo que requería de energía y paneles solares. Nosotros hemos conseguido que funcione sin ellos y actualmente es la cámara infrarroja más compacta del mercado», cuentan David Rodríguez Muñoz y José Alonso Burgal, ambos investigadores del IACTEC Espacio. Tecnología que además cuenta con su propia patente, pero que aún está a expensas de ser explotada comercialmente, uno de los problemas del sector: están las ideas, pero tienen problemas para llegar a las empresas.
Pero si hablamos de 'solera espacial española', hay que nombrar a GMV. Creada en 1984, es una de las principales empresas aeroespaciales no solo aquí, sino en Europa. De hecho, es el primer proveedor independiente del mundo de sistemas de control en tierra para operadores de satélites comerciales de comunicaciones y líder europeo en el segmento de tierra de sistemas de navegación (EGNOS y Galileo, los 'GPS europeos'). «Una de cada cuatro personas que trabaja en temas espaciales, lo hace en GMV. De hecho, este gigante es sexto por número de empleados en Europa», apunta Enrique Fraga, director general de los segmentos de observación de la Tierra, exploración, telecomunicaciones, transporte espacial, ciencia y tráfico espacial en GMV. Para Fraga, el problema del sector espacial en general es la falta de talento: no porque no lo haya, sino porque el número de profesionales no cubre la demanda del sector.
«Competimos por la gente y eso es un problema que pasa a nivel mundial», dice. En Europa, se agudiza. Pero en España es crítico porque, según cuenta Fraga, hay muchas empresas haciendo cosas muy parecidas, además del hándicap de los estrechos márgenes de beneficios debido a que, principalmente, se depende del sector público. Para él, la unión hace la fuerza: «Debemos juntarnos en pequeñas coaliciones para poder competir a nivel mundial». Habla con conocimiento de causa: en junio del pasado año, GMV compró Alen Space, una pequeña pero prometedora empresa gallega nacida de investigadores de la Universidad de Vigo que consiguió en 2012 enviar el primer nanosatélite español, Xatcobeo.
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Si se piensa en referentes, nombres como los de Elon Musk o Jeff Bezos acuden a nuestra cabeza. «El ecosistema de EE.UU. basado en multimillonarios no es comparable con el Europeo: aquí, las grandes compañías, como Airbus o Thales ganan dinero de hacer aviones y de defensa, y el sector espacial es casi unidades de coste. Aunque SpaceX ha revolucionado el sector y está marcando los nuevos ritmos, no es un ejemplo a seguir. Nuestra única baza es aprender a competir a nuestra manera». Una manera 'a la española' que trata de hacerse su hueco espacial.
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