Cómo quitarte de la cabeza un amor no correspondido
Ruth Arenas, psiquiatra y sexóloga, explica cuáles son las consecuencias que tienen para la autoestima las dinámicas en las que la implicación afectiva de una persona es mucho mayor que la de la otra
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«No me llama, no contesta, no me pregunta, no escribe, no me mira... Pero yo le miro, le escribo, le pregunto y le llamo. ¿Cuándo se dará cuenta de que sería capaz de darlo todo por su amor?»... El amor no correspondido se caracteriza por ser una dinámica en la que el nivel de implicación afectiva de una persona resulta ser mucho mayor que el de la otra, ya sea dentro o fuera de la relación de pareja. De hecho, como explica la Dra. Ruth Arenas, psiquiatra y especialista en sexología y terapia de pareja, se trata de una situación dolorosa en la que algunas personas se mantienen por tiempo indefinido con la esperanza de que algún día el otro «se dé cuenta» de lo que creemos ofrecerle y mágicamente se enamore. Pero lo cierto es que, tal como aclara, el enamoramiento es una emoción que no se puede forzar y el hecho de intentar todo tipo de estrategias de seducción no tiene por qué llevar a que surja el amor.
Descubrimos con la experta algunas de las claves que pueden ayudar a poner en perspectiva este tipo de dinámicas y qué herramientas emocionales tenemos a nuestro alcance para quitarnos de la cabeza esa persona de la que nos hemos enganchado.
¿Qué señales indican que, aunque se crea lo contrario, la persona que se ama no tiene ningún interés amoroso por nosotros?
Decía un profesor mío que «el amor es el esfuerzo que soy capaz de hacer por hacer feliz al otro». Este podría ser un indicador claro que podemos averiguar preguntándonos: ¿Cuánto aporto en esta relación y cuánto recibo? ¿Se interesa por mis conflictos y preocupaciones? ¿Se esfuerza en mejorar mi bienestar?
Esas señales son aún más duras dentro de relaciones de pareja de larga duración porque llega un día en el que uno de los dos se para a reflexionar y se da cuenta de que toda la carga y todo el esfuerzo lo ha llevado él, mientras que la parte contraria simplemente se ha acomodado y se ha dejado llevar.
Si hablamos de una persona con la que se intenta iniciar una relación de pareja, hay que fijarse en si soy yo siempre el que quiere quedar, si cuando quedamos lo hacemos siempre en grupo o si queda conmigo para hablarme de terceros.
De hecho, estas señales también se pueden encontrar en las relaciones con terceras personas o en las ocasionales. Aunque uno de los implicados haya avisado al otro de «lo nuestro es solamente sexo» lo cierto es que el sexo vincula y es fácil que la otra parte, especialmente si no tiene su propia pareja, se enamore y sufra porque se engañe a sí mismo.
«Estará ocupado», «Tendrá mucho trabajo», «estará enfermo», «habrá perdido el móvil»... Con estas frases suelen justificarse la falta de interés del otro. Pero, ¿Cuántas oportunidades hay que dar y cuáles serían las líneas rojas para dejar de insistir?
No hay un número de oportunidades porque el que está enamorado se engañará hasta el infinito por la vana esperanza de que algún día el otro le valorará. La clave es ser sincero con uno mismo para descubrir que no es así. Una vez que te das cuenta de que la energía que pones en la relación es mucho mayor que la del otro tienes que plantearte si es lo que mereces y si quieres seguir así.
Lo más probable es que, de esta manera, se lo estés poniendo muy cómodo al otro por temor a perderlo tomando la actitud de no pedir nada, no poniendo límites saludables en la relación y permitiendo situaciones claramente injustas. Lo que hace el otro es dejarse llevar por esa marea de comodidad que no le supone ningún esfuerzo.
Una señal roja clara sería comprobar que mi inversión en tiempo y energía es mucho mayor que la del otro, que el otro está comodísimo en la situación, que no tiene en cuenta mis necesidades afectivas y que cuando le pido algún cambio razonable, no tiene interés en hacerlo.
«La otra persona no tiene control sobre sus sentimientos, aunque sí sobre sus
acciones
, de manera que el hecho de que me quieran o no no depende de mi calidad como persona, sino de las condiciones emocionales del otro«
Dra. Ruth Arenas
¿Hay que preguntar a esa persona directamente si tiene o no interés por nosotros?
Depende de la situación, pero ante la duda la franqueza suele ser la opción más válida. Si esa persona no es nuestra pareja sino una persona que nos interesa, llegado un punto se puede plantear: «Mira, tengo contigo una intención más romántica que amistosa. Si no estás en el mismo punto, prefiero alejarme porque me hace sufrir».
Si es una persona con la que estamos teniendo una aventura, llegado un punto podemos plantear que la situación, aunque al principio fuese divertida, ya no lo es.
Si es una relación en el que el otro tiene una pareja y no está dispuesto a romper con ella, tendríamos que ser valientes y alejarnos para preservar nuestra salud mental. Y cuando digo alejarse es con contacto cero porque la idea de «quedar como amigos» es, como siempre le digo a mis pacientes, «la muerte a pellizcos».
Si se trata de nuestra pareja y nos sentimos ignorados o no valorados podemos pedir cambios de comportamiento y, si no tiene interés realizarlos, la respuesta es clara: no es capaz de hacer el esfuerzo para que seas feliz. Llegados a ese punto, habrá que plantear los pros y contras de seguir en esa relación.
¿Cómo se puede aceptar que esa persona no siente lo mismo por nosotros que nosotros por ella?
El enamoramiento no es algo que se elija porque no se decide. Tampoco se decide dejar de querer, simplemente ocurre. La otra persona no tiene control sobre sus sentimientos, aunque sí sobre sus acciones, de manera que el hecho de que me quieran o no no depende de mi calidad como persona, sino de las condiciones emocionales del otro.
Así que por un lado, si se trata de nuestra pareja debemos plantearle que la situación de desequilibrio no nos hace felices y se deben establecer los cambios que se necesitan. Y si el otro no hace cambios racionales, podemos entender que no está en la misma situación afectiva que nosotros.
¿Qué puede ayudar a superar esta situación? ¿Es bueno dedicarse a todo tipo de actividades o quedar con mucha gente o hacer un montón de cosas para mantener la cabeza ocupada?
Una vez hemos tomado la decisión de salir de esa relación desigual lo último que debemos hacer es quedarnos en soledad dándole vueltas a las cosas. Por tanto, llenar el tiempo, interaccionar con otras personas o realizar actividades, especialmente las que nos gusten, hará que se generen neurotransmisores ligados a los circuitos de recompensa y a la vinculación con otras relaciones sociales. Esto puede ayudar a romper poco a poco el enlace con la persona a la que se estaba «enganchado».
Esto no quiere decir que tengamos que tener intimidad con gente con la que no se desea tener, pues eso puede generar una sensación de vacío y soledad, pero sí que puede ser beneficioso realizar actividades.
¿Cómo nos afecta ver que no estamos siendo correspondido en el amor? ¿Puede influirnos de cara a futuros romances?
Cuando tratas de aportar todo a la pareja o relación en la que estás y das afecto, intimidad y pasión, pero no parece que le interese o simplemente se deja llevar pasivamente por el camino de rosas que le preparas, le estás dando estos mensajes a tu mente: «no eres suficientemente bueno para que te quieran», «Si doy lo mejor de mí y me ignoran es que lo mejor de mí no vale nada». Y esto puedes repetírtelo día tras día, a veces durante años.
La consecuencia a largo plazo en nuestra autoestima es devastadora porque, además, somos mucho más sensibles a los mensajes negativos que a los positivos. Un «estás fea» nos afecta mucho más que diez «estás guapísima». De hecho, incluso aprendemos a rechazar los comentarios positivos por una modestia aprendida.
Pero también somos resistentes y aunque cuando salimos de la relación se nos puede venir el mundo encima, dejar de recibir mensajes negativos y escuchar los positivos que vienen de nuestro entorno hará que nuestra autoestima se vaya recuperando poco a poco. Y llega un día en el que nos damos cuenta de que estábamos perdiendo tiempo y energía con esa persona.
Si después de esto pasamos un tiempo solos, nos permitiremos recuperarnos lo suficiente para que la siguiente persona que venga a nuestra vida lo haga para aportar. Si estoy bien en mi soledad, es importante tener en cuenta que el otro tiene que traer algo mejor que la soledad.
¿Se necesita realmente una pareja para estar completos, como creen algunas personas?
No necesitamos a nadie para vivir. Necesitamos aire, agua y comida, no a una persona concreta. Nuestro tiempo se puede llenar de muchas maneras y cuanta más plena sea mi vida, más calidad tendrán mis relaciones.
Si mi vida está vacía, me enamoraré de la primera persona disponible con la esperanza de que llene esa sensación. Será una elección desesperada y esas elecciones rara vez son buenas. Sin embargo, si mi vida es completa, solo entrará en ella alguien que venga a aportar mucho más de lo que resta.
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