Hazte premium Hazte premium

El psicólogo punk que cuestiona la autoestima 'happy flower': «No hay que hacer tantas cosas para que nos quieran»

Tras remover los cimientos del buenrollismo con 'Psicología Punk', el psicólogo Víctor Amat revela en su nueva obra, 'Autoestima punk', cómo «caernos mejor sin rollos lacrimógenos»

Víctor Amat: «Es tóxico que te obliguen a pensar en positivo cuando no lo sientes»

Hartos de buenrollismo: qué pasa si maquillas el dolor de tu vida

El psicólogo Víctor Amat, autor de 'Autoestima Punk'. Vergara
Raquel Alcolea

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Añorada, deseada, estimada y perseguida autoestima... ¡Cuánto se ha escrito sobre ti! Nos dicen que cuando la autoestima nos honre con su visita afrontaremos la vida con éxito y seremos maravillosos, pues así lo sentirán tanto los demás como nosotros mismos. Pero lo cierto es que no funciona así pues hagamos lo que hagamos ni nos sentimos maravillosos ni nos sentimos capaces de afrontar la vida con éxito. ¿Acaso no hay manera de aumentar la autoestima? O tal vez lo que sucede, como plantea el psicólogo Víctor Amat, es que la autoestima es la causa de nuestros problemas y no la solución. O peor aún. ¿Y si la autoestima fuese un círculo vicioso que nos lleva a pensar que no triunfamos porque tenemos una baja autoestima y tenemos una baja autoestima porque no triunfamos?

Tras haber leído miles de páginas en torno a la autoestima, Víctor Amat plantea en su libro 'Autoestima Punk' (Vergara / Penguin Libros) un primer acercamiento a una posible definición de la autoestima que dice así: «La autoestima es la capacidad de sentirte bien en tu propia piel, ser una persona digna de ser amada, confiar en tus posibilidades y sentirte capaz». Ahí es nada... Sin embargo, tal como confiesa, en realidad el concepto de autoestima tiene mucho de contradictorio pues, tal como argumenta, si para sentirnos autónomos, confiar en nuestras posibilidades y no depender de los otros, antes hemos tenido que aprender en el entorno familiar y social unas determinadas normas que nos hagan creer que podemos hacerlo claramente la contradicción está servida.

Y aquí es precisamente donde entra en escena el otro gran tema de su libro, que es el manejo de las expectativas propias y ajenas. De hecho, para el psicólogo, la madurez se alcanza cuando una persona es capaz de encontrar ese punto de fricción en el que se da cuenta de que un mayor esfuerzo no tiene como consecuencia un mayor rendimiento. «Desde niños aprendemos en la familia que hay que hacer algo para que estén satisfechos con nosotros. En unas familias puede convertirse en algo patológico y en otras puede que sea algo más llevadero. Pero luego cuando somos adultos y tenemos que cargar con eso, nos damos cuenta de que no es así, que en realidad no hay que hacer demasiado para ser amado. Por eso lo ideal sería que todos aprendiéramos que la gente sabe querernos por nosotros mismos, por ser como somos y no por lo que hacemos o dejamos de hacer», argumenta.

Esta sería, por tanto, la búsqueda más interesante de la vida pues, tal como asegura, lo que intenta con su libro es estimular al lector para que piense por sí mismo y tenga espíritu crítico para decidir cuánto debe preocuparse por algo en lugar de seguir recomendaciones banales.

«En un momento en el que parece existir el imperativo de que todos tenemos el derecho e incluso el deber de ser felices, es justo cuando más personas se sienten desgraciadas, cuando mayor consumo hay de psicofármacos y cuanto mayor estado de vulnerabilidad hay frente al sufrimiento emocional. Es decir, paradójicamente, cuanto más felices deberíamos estar siendo, menos felices somos», argumenta.

Y precisamente esta situación es, según opina, la que aprovecha la «industria de la autoestima» («si es que existe o si es que se le puede llamar así», según matiza) para vendernos alguna de sus soluciones: «Si tienes que ser tu mejor versión en todo, tienes que ser la mejor madre, la trabajadora más eficiente, la mujer más atractiva o cualquier otra cosa que implique ser mejor, siempre habrá algo que te puedan vender y siempre pedirán que les cuentes cuál es el problema porque así podrán venderte una solución», explica. Así, el autor explica que por un lado vivimos el efecto de una sociedad que nos está intentando sacar todo el jugo y en términos de productividad y por otro vivimos la influencia de nuestra propia exigencia que nos dice que nos merecemos lo mejor porque si no tenemos y no vamos a por lo mejor es porque no tenemos una buena autoestima. «¿Acaso tener una buena autoestima es comprarte un acondicionador de pelo de 40 pavos porque si no eres una mierda?», plantea.

Frente a ese mensaje «completamente perverso que nos llega de todos lados, tanto desde fuera como desde dentro de nosotros» el psicólogo propone otro concepto distinto de autoestima en el que no todos somos perfectos ni lo queremos ser, pues se trata de entender que la vida siempre trae momentos malos y que el hecho de que alguien tenga barriga no significa que se tenga que abandonar pero tampoco significa que se tenga que dejar la piel.

Mientras que el mandato 'happy flower' nos invita a empoderarnos cuando nos sintamos una mierda, el psicólogo pone el acento en lo perverso del lenguaje que incluyen las frases en las que la sociedad nos invita a superarnos a nosotros mismos. «'Empodérate', te dicen. No te dicen que te van a empoderar, te dicen que te empoderes tú. Es como cuando alguien te dice al despedirse: ¡Cuídate! ¿No te dan ganas de decirle 'cuídame tú'?», plantea.

Se puede 'punkear' la autoestima

Lo primero que plantea Víctor Amat es que nuestra mente tiene un desván en el que, según explica, cada uno tiene dentro sus cargas familiares, sus cargas personales, sus ideas, sus experiencias... «Lo que propongo es ir al desván, mirar las cosas que se tienen, limpiarlas, sacarles brillo y colocarlas bien o incluso mostrarlas al mundo como algo que puede ser interesante para otros, aunque no lo sea para uno mismo. Pero lo que no se puede hacer es eliminar ese desván o lo que hay en él, como proponen los autores 'Happy Flower' que intentan convencernos de que no tenemos que subir ahí. Pero yo defiendo que no tenemos que olvidarnos del desván porque si lo hacemos podemos sentirnos incluso más culpables», aclara.

«La vida es un 7. La felicidad se encuentra seguramente en saber que la vida es un 7 y que no siempre se puede alcanzar un 10. Y el día que alcanzas un 10 tal vez luego sacas un 3 en otra cosa y entonces la media es un 7»

Víctor Amat

Psicólogo

Cuenta además el psicólogo que a menudo se nos enseña que la vida es pretender mejorar comparándonos en una comparación en la que siempre salimos perdiendo y que en realidad para él la verdadera autoestima consiste en saber que cuando te comparas, pierdes en unas cosas, pero ganas en otras. «Lo que causa mucho dolor es pretender ser otro y decimos cosas como: 'Si yo fuera más organizado, eso me ayudaría a tener más autoestima'. Pero entonces resulta que como nunca llegas a ser organizado, tu autoestima está cada vez peor. ¿verdad? Aquí es cuando propongo 'punkear' la autoestima. ¿Y qué sería 'punkear' la autoestima? Sería no querer ser otro, sino llevarse más o menos bien con uno mismo», sentencia.

Para Amat la vida no va de tapar agujeros, ni de querer ser otro ni de querer ser siempre un 10. «La vida es un 7. La felicidad se encuentra seguramente en saber que la vida es un 7 y que no siempre se puede alcanzar un 10. Y el día que alcanzas un 10 tal vez luego sacas un 3 en otra cosa y entonces la media es un 7. Si buscas una pareja para tapar un agujero, es una mierda. Si buscas un trabajo para tapar un agujero, es una mierda. Si buscas el deporte para tapar un agujero es una mierda... ¿Por qué? Porque hay algunos agujeros que no se van a tapar nunca y a lo mejor lo que tienes que hacer es hacer esas cosas aún sabiendo que tienes ese agujero. Y hacerlas simplemente con la intención de vivir», propone.

De hecho una de las ideas más potentes que plantea en su obra es a la que hace referencia cuando habla de las cuatro necesidades fantásticas: 1. Te quieren. 2. Te aceptan. 3. Te reconocen y 4. Te dan apoyo. Y apelando a ellas plantea el meollo de la cuestión pues resulta que, lejos de lo que nos han vendido siempre a través de esa «industria de la autoestima, en realidad todas esas necesidades fantásticas se dan, a ciegas, porque sí, y no porque nos esforcemos o porque hagamos más cosas para que sucedan. «Mas esfuerzo no supone más rendimiento. No hay que hacer demasiado para ser amado, aunque nos vendan que sí que hay que hacerlo constantemente. No hay que hacer tantas cosas para que nos quieran», sentencia.

Así es Víctor Amat

Ejerce como psicoterapeuta, formador y divulgador en medios de comunicación. Fue campeón de Europa de kick boxing y su experiencia como luchador y entrenador le ha servido para moldearse como un experto en estrategia y persuasión.

Actualmente dirige el Postgrado en Intervención Breve y ha creado la Escuela Palo Bajo, donde imparte sus enseñanzas a profesionales de la salud. Es docente colaborador en el Institut Català de la Salut y la Generalitat de Catalunya, además de en varias universidades. Y es punk.

Confiesa que cuando la editorial le preguntó si quería que su primer libro 'Psicología Punk' se enmarcase en la sección de psicología o en la sección de ensayo él pidió expresamente que figurase en la sección de autoayuda con una clara intención: «Quise colar un troyano en esa sección porque si de esta manera podía robar un lector a la autoayuda barata, ya solo con eso me iba a sentir feliz».

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación