Por qué necesitamos el orden en casa: qué dice la psicología de la limpieza

Aunque no sea algo a lo que prestemos una minuciosa atención -más allá de evitar tener «trastos» por todos lados-, el orden tiene un impacto profundo en nuestra mente y bienestar emocional. De hecho, es algo de lo que se habla mucho en consulta, tal como indica Ana Belén Medialdea, psicóloga y CEO de Centro de Terapia Breve.

La trepidante vida que llevan algunas personas -entre las que me incluyo- hace que no siempre la casa esté del todo ordenada. ¿Quién no ha dejado una camiseta olvidada encima de la cama? ¿Y la pila de ropa pendiente de ser planchada? Ese cajón del mueble del salón bien guarda un bote de bolígrafos como la última factura de la luz, y a veces se cuelan las llaves, el bono transporte... Todo ello imposibilita que encontremos a la primera lo que necesitamos.

En definitiva, todos somos desordenados en mayor o menor medida, pero en función de cómo tengamos de ordenada la casa somos de un modo y otro. Ana Belén Medialdea divide el orden en tres grupos:

1. Las personas que ordenan diariamente. «Estas suelen ser disciplinadas, organizadas y con una fuerte sensación de control. El orden forma parte de su vida cotidiana y disfrutan de un ambiente tranquilo y sin ruido visual. Son personas que buscan estabilidad y claridad, tanto en su entorno físico como en su mente», indica. También pueden tender a tener una personalidad obsesiva, por ello debemos recordar que «el orden es muy importante para nuestro bienestar pero un exceso de él también nos puede limitar». No olvides que todo lo rígido se puede volver patológico.

2. Las personas que ordenan ocasionalmente. Mantienen cierto orden, pero no son obsesivas con ello. Cuando sienten que el desorden ha alcanzado un nivel incómodo, toman medidas para ponerlo bajo control. Son flexibles y pragmáticas, pero pueden ser menos consistentes en su enfoque. Dice Ana Belén Medialdea que este tipo de personas pueden sentir estrés cuando el desorden se acumula, pero saben cuándo actuar para corregir la situación.

3. Las personas que no ordenan nunca. Suelen experimentar más desorganización mental y emocional: «El desorden físico puede reflejar una falta de estructura en sus pensamientos o en su vida en general». Según la psicóloga, su espacio tiende a generar caos mental, lo que puede llevar a una sensación de estar abrumado, con estrés y ansiedad. A menudo, pierden tiempo buscando cosas o se sienten distraídos por el entorno desordenado. Es muy común que estas personas tiendan a la procrastinación ya que se abruman con todo lo que se les suele acumular por hacer.

¿Es importante el orden? Visto está que sí. Ana Belén Medialdea detalla lo que nos aporta ser más ordenados (si no se es ya):

- Claridad mental, ya que el desorden puede sobrecargar nuestro cerebro porque constantemente el entorno que nos rodea. Un espacio ordenado reduce estímulos innecesarios y permite que la mente se enfoque en lo realmente importante.

- Reduce el estrés. Un entorno limpio y organizado nos ayuda a sentirnos más tranquilos y en control.

- Mejora la productividad. Cuando todo está en su lugar, es más fácil encontrar lo que necesitamos. Esto reduce el tiempo perdido buscando cosas y aumenta la eficiencia.

- Mejor toma de decisiones. El desorden puede causar fatiga mental, lo que lleva a decisiones impulsivas o confusas. El orden favorece un pensamiento más claro y estructurado.

Aquí algunos consejos para llevar a la práctica:

1. Establece una rutina. Dedica unos minutos al día para mantener el orden. Haz que sea parte de tu rutina diaria, por ejemplo, organizando tu espacio de trabajo o haciendo la cama al levantarte, quitando los vasos del fregadero, guardando tu ropa en el armario, etc.

2. Deshazte de lo innecesario. Elimina lo que no usas o no te aporta valor. Menos cosas significa menos que organizar y mantener. Ahora que llega el otoño, al igual que los árboles dejan caer sus hojas, nosotros deberíamos soltar todo aquello que nos ocupa espacio y ya no nos sirve.

3. Asigna un lugar a cada cosa. Asegúrate de que todo tenga un lugar definido. Así, será más fácil mantener el orden, ya que siempre sabrás dónde guardar cada objeto.

4. Hazlo poco a poco. Si tienes un gran desorden, abórdalo en pequeñas secciones. Una de las cosas que hace que las personas tiendan a procrastinar es sentir que tienes que hacerlo todo de golpe. Por ejemplo, «tengo que hacer el cambio de armario hoy», ya que imponerte hacerlo puede generarte tanto cansancio que no te quede energía para el resto de cosas que necesitas hacer, por ello, es mucho mejor ir poco a poco. Permítete primero arreglar, por ejemplo, un cajón, dos cajones.... o divídete la limpieza en varios días.

5. Usa listas o recordatorios. Puedes usar aplicaciones o un cuaderno para anotar tareas de organización. Esto te ayudará a seguir tus progresos y mantener el hábito.

6. Haz pequeñas limpiezas regulares. «En lugar de hacer una gran limpieza una vez al mes, es más efectivo mantener el orden día a día con pequeñas acciones que eviten que el desorden se acumule», concluye ana Belén Medialdea.