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El descubridor de la inteligencia emocional explica cómo tener un «gran día» todos los días

Daniel Goleman revela en su libro 'Óptimo', que firma junto al investigador Cary Cherniss, cómo alcanzar la satisfacción y sacar el máximo provecho en cada cosa que se haga

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Daniel Goleman, el psicólogo doctorado en Harvard que lanzó el concepto de la inteligencia emocional,
Raquel Alcolea

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Un viaje revelador, ganar un partido, una noticia feliz, un ascenso, un encuentro deseado, un abrazo de perdón... A lo largo de la vida disfrutamos de momentos en los que sentimos algo muy parecido a lo que tal vez en nuestra mente o nuestro corazón identifiquemos con la felicidad. Pero lo cierto es que esas ocasiones suelen ser esquivas y, por cada día asombroso o por cada instante glorioso podemos tener cien días normales o incluso insatisfactorios. Pero, ¿y si fuera posible tener un gran día todos los días? Esto es lo que propone Daniel Goleman, el psicólogo doctorado en Harvard que con su bestseller 'Inteligencia emocional' (Kairos) revolucionó la forma en la que concebimos la inteligencia y que ahora con su obra 'Óptimo', que firma junto al investigador Cary Cherniss, descubre algunas de las técnicas más eficaces para alcanzar un estado óptimo de alto rendimiento y satisfacción.

Basándose en la investigación sobre cómo construyen cientos de personas la arquitectura interna de un «buen día productivo», los autores describen cómo se puede sentir un estado óptimo y muestran por qué la inteligencia emocional es la clave para mejorar el rendimiento personal o laboral.

Así, durante la presentación de su obra en España, que fue conducida por Agustín Pániker, director de Editorial Kairós, el autor definió ese estado óptimo como el día (o el momento) en el que una persona siente que está dando lo mejor de sí misma, que está implicada y conectada tanto con lo que está haciendo como con la gente que le rodea y que con todo ello se siente bien y también feliz pues esa situación le genera emociones positivas. Y esto es algo que, según aclaró, está muy relacionado con la inteligencia emocional: «En la investigación junto al profesor Cherniss comprobamos que los trabajadores que presentaban las características que definen a las personas emocionalmente inteligentes tenían más probabilidades de tener días óptimos y que sucedía lo mismo con los jefes de equipo. Aquellos que tenían la capacidad de conectar tanto con sus emociones como con las de los demás no sólo eran más apreciados por el equipo sino que lograban gestionarlo de un modo óptimo, generaban buenos entornos de trabajo y resultaban inspiradores para las personas que trabajaban con ellos».

Tal como el autor ha recogido en sus obras a lo largo de estos años, la inteligencia emocional es una forma de interacción con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos y que engloba habilidades como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía o la agilidad mental, entre otras... que son las que configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que resultan indispensables para una buena adaptación social. «Una de las señales que mejor identifican a las personas con una elevada inteligencia emocional es cómo nos hacen sentirnos. Pregúntate qué marcadores somáticos dispara esa persona: ¿permite al otro sintonizarse en armonía o la mera interacción con ella ya dispara el estrés», plantea Goleman.

De hecho, algunos de los hábitos que un jefe evitará, si tiene suficiente inteligencia emocional son: regañar en público, ser demasiado perfeccionista, ver sólo lo que está mal y no lo que está bien, tener discusiones innecesarias y mostrar rigidez frente al cambio.

«Lo que predice realmente quién va a destacar en un trabajo o quién será un buen líder es la inteligencia emocional, no el cociente intelectual», asegura. Por eso Goleman considera necesario educar y entrenar estas habilidades, no sólo en la escuela, sino también en las empresas ya que, según aclara, es algo que puede mejorarse a cualquier edad.

Cómo alcanzar el estado óptimo

Algunas de las herramientas que pueden resultar útiles para alcanzar ese estado óptimo son, según describe Goleman, la concentración (algo que se puede lograr a través de la meditación), entrenar la atención y la capacidad para dirigir el pensamiento hacia lo que está bien en lugar de poner el foco en lo que está mal.

Pero además el experto incide en la empatía, que es fundamental para gestionar las emociones, que es uno de los grandes aspectos que nos diferencian de la inteligencia artificial o de las máquinas. «Para gestionar las emociones no sólo se necesita empatía cognitiva, sino que también se requiere empatía emocional para saber lo que sienten las personas y eso le resulta imposible a la inteligencia artificial; y también se necesita la capacidad para preocuparse por el otro. Quizá ahí esté el gran reto de los investigadores y creadores en este campo: crear máquinas que sean capaces de preocuparse por el bienestar del otro, pues eso sí que sería interesante», plantea.

Pero cuando nos encontramos en un contexto conflictivo, ¿es posible alcanzar un estado óptimo? ¿Podemos llegar a él cuando las cosas no van bien a tu alrededor? Lo que propone Goleman para dar respuesta a esta cuestión es hacer una distinción clara entre aquello que se puede cambiar y aquello que no se puede cambiar. «Lo que podemos moldear o cambiar para alcanzar un estado óptimo a pesar de estemos viviendo unas circunstancias adversas es nuestra realidad subjetiva o las emociones que sentimos frente a lo que está sucediendo«, advierte.

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