El nutricionista Pablo Ojeda, muy claro con la importancia del color del pollo a la hora de la compra: «Aunque sea amarillo...»
El experto en nutrición ha desmentido ciertas creencias populares sobre este popular alimento
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El nutricionista Pablo Ojeda participa habitualmente en el programa 'Las Mañanas' de Kiss FM
El pollo se ha consolidado como un ingrediente esencial en la dieta española que destaca por su versatilidad y valor nutricional. Según datos de Statista, el consumo per cápita de pollo en España alcanzó los 10,5 kilos en 2022, una preferencia que se debe en gran medida a la facilidad con la que el pollo se adapta a diversas recetas y a sus beneficios para la salud, como su bajo contenido en grasas y su alto aporte proteico. En este contexto, el nutricionista Pablo Ojeda, en su participación habitual en el programa 'Las Mañanas' de Kiss FM, ha desmentido ciertas creencias populares sobre este alimento, en concreto, sobre el color del pollo.
¿Es el pollo amarillo más sano?
Según Ojeda, el color no tiene nada que ver con la frescura y calidad de la carne. «El pollo aunque sea más amarillo no significa que sea más sano, te cobran 5 euros más pero simplemente le han dado maíz que es amarillo, y hace que se ponga más amarillo», explica el nutricionista.
«Son primos/hermanos», añade. En ese sentido, tanto el pollo amarillo como el blanco provienen de las mismas estirpes avícolas y pasan por procesos de cría similares, manteniendo una calidad y valor nutritivo constantes independientemente de su apariencia externa.
La única diferencia es que los pollos de amarillos suelen tener una dieta que incluye una mayor proporción de pigmentos naturales como el maíz y la alfalfa, mientras que los pollos de carne blanca generalmente se crían con una dieta que contiene menos pigmentos.
Desmitificando el pollo
Además, Ojeda desmiente la idea de que consumir la piel del pollo sea perjudicial o que contribuya significativamente al aumento de peso. «Se puede comer perfectamente. Aparte es una zona que tiene muchas proteínas, que tiene buena cantidad de grasa, pero que no tiene muchas más calorías que el pollo, unas 50-70 calorías», afirma.
Por último, Ojeda confiesa que muchas personas lavan el pollo antes de cocinarlo, una práctica que, según él, puede ser contraproducente. El lavado bajo el grifo y el secado con un trapo pueden dispersar las bacterias, aumentando el riesgo de contaminación cruzada en la cocina. Estas bacterias podrían ser responsables de dolores estomacales que a menudo no logramos identificar. Ojeda enfatiza que «el pollo nunca debe limpiarse», ya que las aves sonpropensas a tener más bacterias, y limpiar y secar con un paño puede promover la proliferación de estas bacterias en otros lugares de la cocina.
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