Las inspiraciones secretas de los grandes maestros del teatro español, al descubierto en ABC
Las respuestas son un testimonio escrito de lo que flotaba en la mente de algunos de los maestros de las letras castellanas de todos los tiempos, un viaje a su infancia, a sus gustos y a sus anhelos.
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ABC se propuso en 1951 conocer la inspiración y la obra que más habían influido en los grandes dramaturgos vivos de España, entre ellos Jacinto Benavente, Felipe Sassone o Antonio Buero Vallejo. Las respuestas son un testimonio escrito de lo que flotaba en la mente de algunos de los maestros de las letras castellanas de todos los tiempos, un viaje a su infancia, a sus gustos y a sus anhelos...
El madrileño Jacinto Benavente y Martínez (1866-1954), dramaturgo, director, guionista y productor de cine, uno de los cinco españoles (seis si se cuenta a Vargas Llosa) que han ganado el Premio Nobel de Literatura, fue un voraz lector desde que aprendió las primeras letras, no tanto de teatro como de novelas.
«Han influido más los novelistas que los autores dramáticos. Y de los españoles sin duda alguna, Pérez Galdós», escribió Benavente en una escueta postal que envió a ABC.
«La literatura trágica es la forma más elevada»
Más se extendió Buero Vallejo, ganador del Premio Lope de Vega en 1949 y del Premio Cervantes en 1986, cuya obra sobre todo teatral estuvo ensamblada por la tragedia del individuo, analizada desde un punto de vista social, ético y moral. Los problemas que angustian al hombre se apuntan desde sus primeros escritos, como él mismo lo reconoce al enumerar sus autores predilectos.
«Creo que la literatura trágica, teatral o no, es acaso la forma más elevada y objetiva de intuición artística del sentido de la vida, antigua o moderna, con héroes de coturno o grises protagonistas actuales, ella nos da el grave toque de alarma, entre patético y racional, que necesitamos para meditar en la trascendencia que la vida puede esconder. Que mis obras alcancen o no plenitud trágica, es asunto a discutir; quisiera declarar, por lo demás, que no pienso abstenerse de tocar otras tendencias dramáticas. Reconozco, no obstante, que es aquella plenitud el objeto más frecuente de mis búsquedas», señaló de su puño y letra el autor teatral.
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Los autores ‘trágicos’ que marcaron su obra, según él, eran los extranjeros Fiódor Dostoyevski e Henrik Ibsen y en España Ortega y Gasset, «el hombre que nos despertó para la cultura moderna; él pensador que nos ha enseñado a pensar a todos los jóvenes», y Unamuno, con «el que aprendimos a encontrar a nuestra sinceridad última; el que nos hizo sentir la realidad ardiente y problemática de nuestra vida concreta».
«La dedicación a esta tendencia dramática obedece a causas menos ponderadas relacionadas con la cuestión, inatacable aquí, de la formación total del individuo. Aventuraré que cuando el escritor posee un fondo activísimo de pasión a la par que un devoto deseo de objetividad, difícilmente puede aliar ambos impulsos fuera del terreno de la tragedia o, al menos, del humorismo. Humorismo teatral y tragedia teatral: he aquí dos nobles formas de búsqueda, a través de la pasión de nuestra vida, de las verdades dé los hombres. Yo opté hasta aquí por la segunda, y dejaré definitivamente en el aire el por qué», aseguró Buero Vallejo.
«¡Aquel gran don Pedro Muñoz Seca!»
Entre una nube de autores teatrales de todos los tiempos, de William Shakespeare a Calderón, Felipe Sassone eligió como su predilecto a Benavente por ser quien le metió como escritor en el teatro, donde le pidió su primer acto de comedia. El peruano relató para ABC así la escena:
–Yo no puedo, maestro, le dije, y él me replicó:
–Yo sé que puedes.
La noche del estreno, como fui a refugiar mi miedo en un camerino desocupado, me encontré a don Jacinto, solito, sentado en una silla, retorciéndose las manos, muy nervioso:
–¿Qué hace usted, maestro?.
–Pues..., aquí. ¡Dándote a luz!
Después, cuando me llevó al escenario (a que agradeciese los aplausos, me pronosticó melancólicamente:
–Ya no saldrás de esto. ¡Pobre Felipe!
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«Fue y sigue siendo mi maestro, mi protector, mi amigo del alma. ¿Provengo de él? Acaso. Pero, ¿vengo yo también de todo lo que él viene? Quisiera parecerme a todo lo que se parece Benavente. Quisiera parecerme más a lo que él se parece a sí mismo cuando no se parece a nadie. En toda su originalidad inmensurable. ¡Ay, ya sé que no me parezco!», narró Sassone.
Por su parte, Adolfo Torrado, el mayor representante de la comedia de evasión de posguerra de los años 40, señaló sin lugar a dudas a Pedro Muñoz Seca, por una obra llena de «rasgos valientes, optimistas, sanos y divertidos», como su referencia. «Don Pedro, ¡aquel gran don Pedro! nos demostró que el teatro no tenía secretos para él», afirmó Torrado, orgulloso discípulo de «aquel genio de la gracia».
Pirandello, Evreinoff y Wilde
Víctor Ruiz Iriarte, crítico literario de ABC, además de dramaturgo, identificaba los tres maestros de su trayectoria como Luigi Pirandello, Nikolai Evreinoff y Oscar Wilde: «La influencia, la buena y noble influencia, de cada uno o de los tres, dentro de las personales características de cada autor, brilla, a poco que se escudriñe, en muchas piezas del teatro europeo de nuestros días».
En el caso del italiano porque fue «el autor de todos los tiempos que con más audacia ha transformado las viejas fórmulas escénicas»; en el de Wilde, porque «casi ha descubierto el diálogo como elemento dramático superior»; y en el de Evreinoff, porque «nos ha legado el derecho de darle "razones" a la imaginación».
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Leandro Navarro, uno de los dramaturgos españoles más prolíficos del siglo XX con más de 100 títulos, casi todos de gran éxito entre los años 20 y 50, confesó a ABC que indudablemente Benavente había influido en su ánimo, «tal vez más que ningún otro dramaturgo». Junto al Nobel citaba a los Quintero, Arniches, Marquina, Ardavín, Jardiel Poncela, Luca de Tena, Calvo Sotelo, Pemán, Serrano Anguita y Llopis, entre otros.
«También el teatro clásico influyó en mis ideas y, por lo tanto, no fueron las tendencias dramáticas, sino las palabras, la forma, el estilo, lo que al producirse admiración o simple agrado, me invitaron de modo quizá inconsciente a rectificar», añadió en esta serie de reportajes sobre ‘¿Qué escritor, qué escuela dramática han influido en su obra?’.