El día que ABC se coló en la casa del Nobel español que escribía en la cama: «Benavente se nos ha fugado»
«Es hombre puntual. No sufre la espera ni obliga a los demás a sufrirla. Tiene la impaciencia del gorrión y parece que siempre está huyendo a saltitos. Huyendo de todo y de todos, de las murmuraciones de los amigos, de las recomendaciones», escribió el redactor que en julio de 1930 visitó al dramaturgo en su casa madrileña
![Jacinto Benavente en su cama, donde trabajaba de manera habitual.](https://s2.abcstatics.com/media/archivo/2021/05/18/1436966112-kaE--620x349@abc.jpg)
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El madrileño Jacinto Benavente y Martínez (1866-1954), dramaturgo, director, guionista y productor de cine, es uno de los cinco españoles (seis si se cuenta a Vargas Llosa) que han ganado el Premio Nobel de Literatura, pero ni entonces ni cuando le visitó ABC en julio de 1930 perdió de vista su existencia humilde y sus gustos sencillos.
El diario se reunió con él en esas fechas, dentro de la serie ‘El día de…’, para conocer cómo transcurría las horas en su domicilio de la capital situado en Atocha 20, segundo derecha, y cómo toleraba los demenciales horarios del teatro en la época, cuyas funciones se alargaban hasta la madrugada. La respuesta es desconcertante: Benavente, de 64 años, pasaba muchas horas en la cama, pero muy pocas durmiendo.
![Benavente juega al ajedrez en el estreno de una de sus obras, en el teatro Fontalba.](https://s1.abcstatics.com/media/archivo/2021/05/18/5566488-kruG--510x349@abc.jpg)
«Es hombre puntual. No sufre la espera ni obliga a los demás a sufrirla. Tiene la impaciencia del gorrión y parece que siempre está huyendo a saltitos. Huyendo de todo y de todos, de las murmuraciones de los amigos, de las recomendaciones. Hace lo que quiere; habla con quien quiere y de lo que quiere. No soporta conversaciones ni molestias extrañas: las soslaya, como haría un pajarito, huyendo, saltando, con paso menudo, de un sitio a otro, de un tema a otro, con aparente frivolidad. Pero es de una rectitud inexpugnable. Cumple lo que promete; no falta a ninguna cita; tiene una memoria cabal...», narraba el artículo de ABC para introducir al personaje de la gran función que fue la vida de Benavente.
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De un cuarto a otro como un pajarito
Según explicó el secretario del prolífico dramaturgo, Benavente se despertaba cada día sobre las nueve de la mañana, desayunaba en la cama, se ponía a leer la prensa o algún libro de su mesilla, a las doce en punto se bañaba y de ahí volvía a la cama a dormir hasta las tres de la tarde, hora en la que comía. «Aquí todo se hace puntualmente como en los cuarteles», aclaró el dramaturgo.
![Jacinto Benavente en la biblioteca de su casa.](https://s1.abcstatics.com/media/archivo/2021/05/18/5582591-kruG--510x349@abc.jpg)
La casa en la que vivía era, en palabras del redactor de ABC, «sencilla», con retratos familiares, retratos de actrices y actores, cuadros, un grabado de Shakespeare, un poema manuscrito de Rudyard Kipling; libros a montones y montones de libros por todas partes. El desorden de objetos y libros, supuestamente porque iba a irse de veraneo de forma inminente, estaba acrecentado por la propia personalidad de Benavente, incapaz de permanecer más de un minuto quieto: «Benavente se nos ha fugado. Va de un cuarto a otro, trayendo y llevando libros; se aproxima a nosotros un instante, y, al oír la conversación, se vuelve a marchar de nuevo, y regresa con un voluminoso cigarro puro, que nos regala. Y otra vez huye, inquieto, como un pajarito».
![](https://s2.abcstatics.com/media/archivo/2021/05/18/5570684-kruG--220x220@abc.jpg)
Los raros horarios del autor de ‘La noche del sábado’ se comprendían, además de por las funciones nocturnas del teatro, porque a Benavente le gustaba escribir siempre en la cama. Cada día regresaba del teatro como a las dos de la madrugada, más temprano que en otras épocas de su vida, y se ponía a trabajar en sus obras y encargos hasta que caía dormido.
Si bien personalidades como Dalton Trumbo, Benjamin Franklin o Agatha Christie usaban la bañera como despacho, Benavente era, como Mark Twain o Valle-Inclán, de los que trabajaban sobre la cama y en horarios algo extremos, casi siempre de madrugada.
Benavente lee a Joyce
Benavente era de comer poco y muy sano, no bebía apenas en casa, pero sí se hinchaba a dulces y fruta. «No es que no beba porque esté reñido con el alcohol o porque me haga daño... Es, sencillamente, que no me apetece en casa. Cuando viajo bebo siempre un poquito, en Francia sobre todo. Algún Burdeos. Pero en poca cantidad. Más bien para no cambiar de agua», respondió.
En lo referido a sus tardes, Benavente aseguraba que invertía la mayor parte de su tiempo en recibir visitas, dar paseos «sin rumbo», visitar librerías, comprar pasteles y luego cenar a las ocho en punto, lo cual hacía con un grupo de amigos, seguido de una tertulia en su casa en Atocha. Después de la charla, solía Benavente irse al teatro a jugar al ajedrez hasta la una de la madrugada. Aún a esa hora tenía tiempo de entrar con sus amigos en un café antes de irse a casa a echarse en la cama, lo que para él era equivalente a trabajar y trabajar.
![Don Jacinto Benavente, en la noche de un estreno, el 30 de octubre de 1940.](https://s2.abcstatics.com/media/archivo/2021/05/18/4946770-kruG--510x349@abc.jpg)
Esta vida «sencillísima», según él, estaba en todo momento aderezada con una infinidad de lecturas a lo largo de las horas muertas:
«—¿Y qué lee usted especialmente? ¿Teatro?
![Jacinto Benavente Interpreta el papel de don Juan Tenorio.](https://s1.abcstatics.com/media/archivo/2021/05/18/5583885-kruG--220x220@abc.jpg)
—Sí. Leo mucho teatro y de todo. Novelas, Medicina...
—De Medicina lee mucho—interrumpe el secretario, guiándonos hacia la biblioteca—. Todo esto se lo ha leído en este mes.
Don Jacinto nos muestra luego con orgullo su magnífica colección de obras de Shakespeare, ediciones de todas clases y en todos los idiomas, estudios críticos, ilustraciones de Backman. Es una de las más bellas y completas colecciones de obras de Shakespeare que conocemos. En una mesita vemos el Ulíses, de Joyce, en inglés.
—¿Qué le parece Joyce, D. Jacinto?
—Pues, en realidad, no sabe uno lo que le parece.
—Lo comprende usted bien?
—A ratos...»
Como todo gran artista, a pesar de los encargos que le asediaban el día a día y de que las musas le visitaban con frecuencia, no siempre tenía el dramaturgo el cuerpo para escribir. A la pregunta de si trabajaba con facilidad, Benavente afirmó en ABC:
«—Eso, sí. Tengo pensadas muchas comedias. Algunas no las concluiré nunca. Pero cuando me pongo a escribir lo hago con facilidad, porque ya tengo todo bien medido y meditado. Escribo en la cama. Me cuesta mucho ponerme a trabajar; pero cuando me decido es cuestión de días...».