El gigantesco atasco de cientos de kilómetros que colapsó China durante dos semanas
Se produjo en agosto de 2010 y todavía hoy son consideradas las mayores retenciones de la historia
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El viernes ya advertimos en ABC de que iba a ser ‘La operación salida más cara de la historia con los carburantes por encima de los dos euros’ y de que ‘Tráfico esperaba 4,4 millones de desplazamientos en 3 días’. Si ha acabado harto de pasarse horas encerrado en el coche camino de la playa, puede que el suceso que vamos a contarle calme un poco su malestar de cara a la operación retorno. Se produjo en China, en agosto de 2010, y todavía hoy es conocido como el mayor atasco de la historia.
Sabemos desde hace muchos siglos que todo lo que ocurre en aquel país, el más poblado del planeta con más de 1.400 millones de habitantes en la actualidad, es desproporcionado, pero aquello sorprendió a la mayoría de los medios de comunicación del mundo.
La noticia llegó a las páginas de ABC cuando miles de camiones y coches llevaban ya casi dos semanas parados en medio de un monumental atasco a lo largo de cien kilómetros en las provincias de Hebei y Mongolia Interior.
Comenzó el 14 de agosto de 2010 y, con suerte, los pasos conseguían avanzar unos pocos metros al día en algunos de los tramos de la famosa autopista que une Pekín y el Tíbet, a 200 kilómetros al noroeste de la capital china. Según las autoridades de tráfico, las obras que se estaban produciendo en la cercana carretera nacional 110, que iban a durar hasta mediados de septiembre, así como la lentitud de los pequeños peajes que abundan en China, fueron la causas de aquellas gravísimas retenciones que colapsaron por completo los accesos a Pekín.
«El verdadero motivo, sin embargo, no es otro que el insostenible desarrollismo de China, donde el año pasado se vendieron 13,5 millones de vehículos, tres millones más que en Estados Unidos, mientras las infraestructuras se quedan pequeñas. En los últimos meses se han comercializado más de medio millón de camiones para seguir abasteciendo de mercancías a las fábricas. El tráfico ha aumentado un 40% en las saturadas carreteras de Mongolia Interior y Hebei, plagadas de camiones que transportan frutas y verduras a los mercados de Pekín y carbón a las centrales térmicas para seguir generando electricidad», contaba el corresponsal de ABC, Pablo M. Díez.
«El ingenio chino»
En los peores momentos del atasco, otras fuentes aseguraban de que la carretera superaba su capacidad en un 60%. Los conductores no podían más. En una de las imágenes publicabas por este diario podía verse a un camionero lavándose como podía junto a su vehículo, después de varios días sin ducharse ni comer en condiciones. «Alrededor del caos, el ingenio chino ha creado un comercio de alimentos y bienes de primera necesidad que ayudan a superar la situación», podía leerse.
«Llevo ya tres días en el atasco… ¡y lo que me queda!», se quejaba Zhang Haifan, un chófer de 42 años que conducía un camión cargado de chatarra desde Hohhot, a más de 600 kilómetros en Mongolia Interior, hasta Tangshan. En medio de una fila interminable, su Dongfeng rojo estaba atascado en el peaje de Huaian, desde donde hay cien kilómetros de congestión hasta la ciudad de Jining. «En mis 20 años de experiencia, este es el peor atasco que he visto. Y eso que esta es una de las autopistas con más circulación del país y cada vez hay más vehículos», señala el camionero.
A sus 21 años, Zhang Junjun llevaba también varios días con su camión, cargado de carbón, varado en el atasco. A pesar de la desesperación, los conductores aguantaron el tapón con una paciencia infinita que solo es posible en China. «¿Qué vamos a hacer?», se encoge de hombros Zhang Haifan, quien mata el tiempo jugando a las cartas con el compañero con que se turna al volante. Una de las cosas que más lamentaban los conductores era que el retraso iba a encarecer sus viajes unos 1.000 yuanes (115 euros) de media.
Eso implicaba, por ejemplo, que Haifan iba a ganar únicamente 35 euros por aquel transporte de casi tres semanas, mientras los vecinos de las localidades por las que transcurría la autopista colapsada hacían el agosto, cargados con todo tipo de productos por la cuneta, en moto, que ofrecían a los camioneros y a las familias. Díez habló con Wang Zhenglu, que no daba abasto a la hora de vender agua, cerveza, refrescos, tallarines instantáneos y hasta ‘bai jiu’, el fortísimo licor de arroz chino, a precios cuatro veces más altos que los habituales. «Todo es más caro porque se trata de una situación especial», se defendía ante las protestas de los afectados. Otros recorrían la carretera con bolsas de fruta.
Visto lo visto, puede sentirse usted un afortunado sin ‘solo’ se pasa unas horas en su vehículo. La playa seguirá estando ahí.
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