El empleado, que se hizo pasar por un turista surcoreano, pudo atestiguar «la preocupante naturaleza comercial» de estos centros
Un diplomático estadounidense se hizo pasar por un turista surcoreano para entrar en una granja de tigres en Xiongsen (China) y constatar el maltrato sufrido por los felinos, según un cable revelado por Wikileaks ayer.
El memorandum interno de la diplomacia de Estados Unidos, de 2007, cuestiona las verdaderas intenciones de los criaderos de tigres en China.
«Los trabajadores de la tienda del centro afirmaron que unos 90 coreanos (tres grupos de 30 personas cada uno) les visitaban cada día. Y que los coreanos estaban entre los consumidores más entusiastas tanto de la bilis de oso negro como del vino de tigre», narra el cable del empleado no identificado del consulado de Estados Unidos en Guangzhou.
China estableció estos centros de recuperación de la especie en la década de 1980; en la actualidad, cuenta con más de 50 tigres en libertad y casi 6.000 en cautividad.
El diplomático estadounidense describió un «ambiente parecido al de un circo» en el que vio cómo «varios tigres eran golpeados por varas metálicas, mientras que otros recibían latigazos».
No obstante, aunque consideró que «la naturaleza comercial de la granja era preocupante», fue «incapaz de confirmar las acusaciones de que había carne de tigre a la venta» en Xiongsen.