Los efectos secundarios de la «espantada» de Rosa Aguilar se dejan notar, más que visiblemente, en la confección de la lista presentada por IU para las próximas municipales. Las ausencias de la teniente de alcalde de Presidencia, Rosa Candelario, y del edil de Seguridad y Tráfico, José Joaquín Cuadra, responden al afán de revanchismo del núcleo duro de la coalición de izquierdas, ninguneado años atrás por el «rosismo». Los dirigentes del Partido Comunista de Andalucía y el sector crítico a Aguilar quieren borrar cualquier huella del paso de la ex alcaldesa por la formación. Tanto Cuadra como Candelario entraron en política de la mano de la actual ministra de Medio Ambiente, un desembarco que levantó ampollas entre los más puristas. Lo hicieron como independientes, más por seguir la estela de Aguilar que por la ideología de IU.
Y para colmo, la gestión de ambos ha estado marcada por escándalos políticos que han dañado la imagen de la formación de izquierdas, como ha sido el «Caso Torreblanca» y el conocido como «Caso Cortinas». Con Cuadra al frente de la Policía Local se destapó uno de las polémicas municipales más llamativas de los últimos años, donde hay imputados agentes, que se construyeron una vivienda ilegal, por sabotear y falsear expedientes públicos para evitar ser descubiertos. El asunto, aún «sub iudice», se ha cobrado ya la dimisión un jefe de la Policía Local, que ha pedido recientemente volver a su cargo, y el expediente disciplinario a los agentes implicados. Cuadra no asumió ninguna responsabilidad, a pesar de que tras destaparse el escándalo fue cuando comenzaron a eliminarse los archivos policiales.
Tampoco asumió ninguna responsabilidad política Candelario tras la investigación del fiscal de varios expedientes que demostraban la contraatacó de pequeños trabajos a la empresa de su hermano: el conocido «Caso Cortinas», destapado tras conocerse el desembolso de 6.000 euros a la empresa de su hermano para cambiar las cortinas del despacho de Andrés Ocaña.
Con Aguilar al frente, Candelario era intocable. Para ciertos sectores de IU nunca llegó a encajar y ya intentaron quitarla de enmedio en la lista electoral de 2007. Y para ello no sólo se apeló al sentimiento, sino también a la legalidad. Así, los detractores del «rosismo» achacaron que Candelario no cumplió con el estatuto del cargo público de IU, que tiene que rendir cuentas de su gestión ante las bases. Al igual que Aguilar, Candelario no era partidaria de estos procedimientos y rehuía todo tipo de contacto con el militante.