Los 193 representantes de los países desplazados a la X Conferencia de las Partes de la Convención sobre Biodiversidad (COP10), que se celebra en la ciudad japonesa de Nagoya, debaten hoy un texto conciliatorio presentado por el anfitrión.
La COP10 debe cerrarse con un plan estratégico para proteger la biodiversidad entre 2011 y 2020. Este año vencen los objetivos acordados a comienzos de la década.
El ministro japonés de Medio Ambiente, Ryo Matsumoto, ha presentado un texto que pretende acercar posturas después del fiasco de anoche: los negociadores no redactaron el borrador del protocolo referido al uso y la distribución equitativa de los beneficios derivados de los recursos genéticos (ABS, en inglés).
Distintas posturas
La propuesta japonesa une los deseos brasileños y europeos. Brasil quiere un monto específico de 200.000 millones de dólares para financiar el plan estratégico y las acciones que se deriven de la COP10. Y la Unión Europea parece dispuesta a aumentar su apoyo económico a los países menos desarrollados. Japón ya ha puesto sobre la mesa 2.000 millones de dólares para los próximos tres años. Repetir el fracaso de Copenhague, donde no se alcanzó un acuerdo vinculante sobre cambio climático, no entra en los esquemas de nadie.
Para el grupo de los países de Latinoamérica y el Caribe (GRULAC) es de suma importancia el asunto de los recursos genéticos. Los negociadores de la organización han logrado vincular el conocimiento tradicional de los indígenas con el uso de la biodiversidad biológica, pero aún quedan flecos claves: 1) Cómo se usan los recursos genéticos y se gestiona su conocimiento, pues pueden derivarse muchos subproductos con patentes propias; 2) Cómo acceden las farmacéuticas a los patógenos en caso de emergencia (brotes de enfermedades infecciosas); 3) Cómo se cumplen las vinculaciones adopatadas.