CON los tiempos que corren, soñar con la Capitalidad Cultural Europea para Las Palmas de Gran Canaria en 2016 no deja de ser un estímulo y una ilusión para la sociedad canaria, tan necesitada de recuperar su autoestima y confianza en lo que somos. Se consiga o no el objetivo, el haber superado la primera criba es un éxito. Sorprende agradablemente el consenso político y el apoyo en las islas. Es importante que se asiente ese principio de solidaridad, de que lo bueno de una parte es bueno para el archipiélago. Como diría Pepe Alemán, ser generoso es rentable. La propuesta apela a su condición de Ciudad-Isla, urbe ultraperiférica de la Unión Europea, atlántica, multicultural y nexo estratégico entre Europa, África y América.
En esa línea de nuevo modelo de industria cultural, de apostar por un marco de desarrollo sostenible, de integración ciudadana en los circuitos culturales y de reforzar la vocación tricontinental de la ciudad en su relación con el mundo, creo que encajaría perfectamente lo que hace unos meses me comentaba el dominicano Oscar Hungría Cucurullo. Él, con el apoyo del profesor e historiador José Chez Checo y la colaboración del ron centenario Brugal (Fundado en 1888), ha empezado a promover el proyecto «La Ruta del Ron» en la República Dominicana y consideran que en Canarias, y concretamente en Gran Canaria, existen las condiciones propicias para abordar su implantación e incluso compartir con ellos esta propuesta. Me recuerdan que: fue Colón quién llevó la caña de azúcar y los primeros emigrantes desde Canarias a Santo Domingo; el arraigo popular y cultural del ron; y además la presencia de empresas centenarias y de marcas con soleras, en ambas lados del Atlántico, facilitan su implicación.
Valoran muy interesante el diseño e implantación de la «Ruta del Ron» en Gran Canaria, como oferta complementaria de turismo dentro del eje cultura, gastronomía y ocio. Ven a EE. UU. como un mercado potencial. Según un estudio realizado, estiman en más de 50 millones de personas, las interesadas en este tipo de ofertas turísticas. La idea es trabajar sobre los recursos que se poseen: en Las Palmas de Gran Canaria (Centro histórico Vegueta-Triana, Casa Museo Colón, Museo Canario, Archivo histórico, CAAM, Muelle Santa Catalina, Puerto de la Luz…) y hacerlo extensible a otros municipios (con la creación —o terminación— del Museo del Azúcar y del Ron, en Arucas o en Telde, Agüimes e Ingenio con su fiesta de la caña dulce, San Nicolás de Tolentino y su destilería, Agaete y su ingenio azucarero...). También se podrían involucrar otras islas como La Palma y Tenerife. No sé si esta propuesta encajará en la estructura del programa para la Capitalidad y en una de sus seis líneas temáticas (Puerto de Luz y las ideas; Arrecife de la huella; Paralelo 28, Jardín Volcánico; Enganche al Risco; Río de Azúcar y Cultura a 22 grados), pero podría ser una alternativa a sumar al centenar de proyectos previstos, son más las ventajas que los inconvenientes y el coste mínimo en comparación con los beneficios.