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Santander, las señas de identidad

Los pinos se plantaron para acompañar al palacio; no se levantó el palacio en un pinar

Santander, las señas de identidad casilda pérez-maura

Ramón Pérez-Maura

Durante mis 47 años de vida he veraneado en Santander, la ciudad en la que nací y crecí. Y la gran referencia arquitectónica de la ciudad ha sido siempre el Palacio Real de La Magdalena, de cuya donación a la Familia Real se cumplieron el año pasado cien años. Ese centenario ha servido también para marcar otra efeméride: la desaparición del mismo Palacio de La Magdalena de la visión de los santanderinos. Y la culpa está en el temor que atenaza a nuestros políticos a la hora de enfrentarse con el falso ecologismo. Porque como puede verse en las fotografías de esta página, en 1917 el Palacio de La Magdalena se erguía desnudo sobre la península del mismo nombre y cien años después ha desaparecido. Parece indiscutible que los pinos se plantaron para acompañar al palacio y no se levantó un palacio donde había un pinar. Pero ni por esas consentirán los ecologistas que se tale un árbol. Santander pierde su seña de identidad y al que no le guste, que se compre una postal del palacio visto desde el mar.

Lo que sí se ha recuperado este 2013 es la referencia de la Plaza Porticada como templo de la cultura. Hasta ella ha llegado una exposición, modesta en las formas, pero de gran calado. Conmemora el centenario del nacimiento del inmortal director de orquesta castreño Ataúlfo Argenta. Acción Cultural Española ha repartido por la plaza unas simples telas con fotografías y textos del gran maestro.

Desde esta Porticada contribuyó al prestigio mundial del Festival Internacional de Santander, tan afectado este año por la herencia de su anterior director, destituido hace un año y de cuyas decisiones ha resultado que en esta edición se haya cancelado a sólo tres días de su actuación el concierto de la la Filarmónica de la Scala. Mas nada puede alterar la imperecedera memoria de Argenta que en esa Porticada sigue tallado en la piedra de sus columnas, una inscripción que reza: «En esta Plaza el día IX de agosto de DMCMLIII Ataúlfo Argenta coronó gloriosamente el ciclo de las sinfonías de Beethoven. El recuerdo de aquel aplauso innumerable intensifica el dolor de su memoria.XX-VIII-MCMLVIII»

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