«Penélope, amiga mía»
Penélope, amiga mía:
Tú que sufres con la brutal honestidad, que temes las verdades más que las mentiras, te digo:
No te quiero.
Más vale vivir con una dura verdad que quedarse con la duda o vivir una falsa realidad; ese es el verdadero sufrimiento.
Debes saber que mi corazón está escondido en la trinchera, la última batalla lo dejó malherido, pensó que sería la vencida y solo fue pérdida de tiempo.
He de decirte que desistas, es inútil que lo intentes, he construido una fortaleza a mi alrededor esclavizando todos los bolígrafos de mi casa. Cada palabra escrita es un ladrillo, los sentimientos son el cemento y el tiempo es mi arquitecto.
Mi coraza es una obra descorazonada e injusta, lo sé, pero no quiero que la derribes, solo que la comprendas. Me ha costado mucho sufrimiento construirla y mucho más me costará deshacerme de ella.
Has sido egoísta, el culmen de tus sentimientos nos ha destrozado, ya no te reconozco cuando te miro a la cara. Siento que no queda de amistad entre nosotros, solo cenizas de un incendio provocado. Te desatas con conminaciones a modo de ráfaga en los sitios más inoportunos, haciendo imposible mi perdón.
Crees que nada sucederá después, pero siempre sucede, pues la vida no se detiene ni se para a esperarte. O sigues con ella aceptando y entendiendo sus mil manías o naufragas con tus mil locuras en tu realidad alternativa. No exijas condiciones, no somos nadie para hacerlo, solo somos polvo. Nada es tan bonito ni nada es tan triste, ni siquiera nuestra historia, simplemente es.
Te ruego, disculpa mi crudeza, mi rudeza y mi entereza; cuando el mundo cambie empezaré a fiarme de quien sea. Confundiste mi amistad, espero que sepas interpretar mejor esta misiva:
Quiéreme menos y quiéreme mejor.
Nunca tuyo,
E.L.».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete