baja comprensión lectora
Los prospectos de medicamentos, galimatías para el paciente medio
La acumulación de términos complejos y largas listas de contraindicaciones y efectos adversos provocan sudores fríos a buena parte de los españoles

Visita al médico, receta de un medicamento, paso por la farmacia y, ya en casa, el momento de comenzar a administrarlo. Pero primero, el prospecto. Y no, no es un paso que se deba pasar por alto. La advertencia es clara: «Lea todo el prospecto detenidamente antes de empezar a tomar el medicamento, porque contiene información importante para usted». Y una recomendación: «Si tiene alguna duda, consulte a su médico o farmacéutico». De acuerdo con el informe del PIAAC, el Programa Internacional para la Evaluación de la Competencia de Adultos, para el español medio ese papelito desplegable con abundantes líneas de información, en letra muy pequeña, supone un desafío importante. No en vano la comprensión lectora en nuestro país es de 252 puntos, lejos de la media de la OCDE (273) .
Tomemos como ejemplo un medicamento de uso muy extendido: Omeprazol. Al explicar qué es, aparece una expresión no apta para profanos: «inhibidores de la bomba de protones». El prospecto se encarga de explicar que se trata de medicamentos que «actúan reduciendo la cantidad de ácido producido por el estómago». Los términos complejos van surgiendo a la hora de describir las enfermedades que combate el Omeprazol. Véase «Helicobacter pylori»: el no iniciado desconoce que se trata de una bacteria que causa inflamación crónica del revestimiento interno del estómago. O «antiinflamatorios no esteroideos»: tan ampliamente utilizados para tratar el dolor, la inflamación y la fiebre como desconocidos para el gran público.
El esfuerzo por ofrecer información asequible es palpable. El prospecto explica qué es el esófago («tubo que une la garganta con el estómago») y ayuda a distinguir entre la úlcera duodenal («en la parte superior del intestino») y la úlcera gástrica («en el estómago»). Incluso llega a describir en qué consiste el síndrome de Zollinger-Ellison («exceso de ácido en el estómago por un tumor en el páncreas»).
Pero la verborrea médica empieza a acumularse. En el capítulo «Qué necesita saber antes de empezar a tomar Omeprazol», se recomienda informar al médico o farmacéutico si previamente se vienen consumiendo un total de 14 medicamentos. Una lista que se puede atragantar más que la pastilla en sí, con nombres como ketoconazol, fenitoína, atazanavir y clopidogrel. Por más que el prospecto aclare sus respectivas indicaciones: infecciones por hongos, epilepsia, infección por VIH y coágulos de sangre. [Lee aquí el prospecto y haz la prueba]
Uno de los capítulos más extensos es el dedicado a «Cómo tomar el medicamento». Los términos empleados no son especialmente complejos pero solo en el caso de adultos se distinguen hasta ocho casos diferentes. Ejemplo: en el tratamiento de los síntomas de la «ERGE» (el prospecto no vuelve a aclarar que se trata de una enfermedad por reflujo gastroesofágico, cuando el ácido del estómago pasa al esófago), si los daños son leves, 20 mg al día durante 4-8 semanas, salvo que el esófago no haya cicatrizado. En tal caso, el médico puede recetar 40 mg durante otras 8 semanas. Una vez cicatrizado, o si no hay daños, 10 mg una vez al día. Es fácil perderse.
Si saltamos al apartado 4, «Posibles efectos adversos», la lista va creciendo exponencialmente a medida que se van volviendo menos habituales: se describen 3 frecuentes, 8 poco frecuentes, 17 raros y 7 muy raros. El prospecto, de nuevo, aclara los términos más farragosos, como «broncoespasmo» (sensación repentina de respiración dificultosa), «nefritis intersticial» (problemas graves de riñón) o «agranulocitosis» (falta de glóbulos blancos). Pero se da por hecho que el consumidor sabe qué es una plaqueta (pequeña célula que participa en la reparación de vasos sanguíneos), una inmunodeficiencia (deficiencia de alguno de los componentes del sistema inmune, aquel que nos protege de las enfermedades) o un habón (elevación de la piel por una inflamación local, con escozor).
Lo que ocupa 9 páginas en un documento en pdf se traduce en un papel muy doblado y encajado en la caja del medicamento, repleto de información, terminología médica y un amplio abanico de casuísticas. El español medio admite que escapa a su comprensión. No en vano, la segunda recomendación es preguntar a un profesional ante el menor atisbo de duda.
Noticias relacionadas
- La Logse relega la educación de los adultos españoles a la cola de la OCDE
- Una fármaco «low cost» reduce el daño tras un infarto
- La biotech que ayudó a Steve Jobs a luchar contra el cáncer triunfa en Bolsa
- Una empresa de Valladolid busca dinero para probar en pacientes un medicamento contra el cáncer
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete