El naufragio que pudo cambiar la historia de la Iglesia
El abuelo del Papa estuvo a punto de subirse al que fue el último viaje del «Princesa Mafalda»

Octubre 1927. Juan Ángel Bergoglio, abuelo del Papa Francisco, tenía todo listo para zarpar. En unos días, abandonaría su Piamonte natal con la familia y cruzaría el océano Atlántico a bordo del «Princesa Mafalda», un buque a vapor de la empresa Navigazione Generale Italiana capaz de unir Europa con Argentina en catorce días. Su hermano Juan Lorenzo lo esperaba en Paraná, provincia de Entre Ríos. Había llegado en 1923 y en cuatro años había logrado fundar una empresa constructora. Como el negocio iba bien, mandó a llamar a Juan Ángel y sus otros hermanos para que le echaran una mano. La demora en la venta de los bienes los obligó a cambiar los pasajes que tenían para ese buque por otros en el «Giulio Cesare», con el que llegaron a Buenos Aires..
De haber viajado en el «Princesa Mafalda» habrían naufragado y hoy la historia sería muy diferente. Los ancestros del Papa habrían muerto en el mar frente a las costas brasileñas. Podrían haber sido algunas de las más de 400 víctimas mortales del llamado «Titanic italiano» o «Titanic del Atlántico Sur».
«De haber prevalecido el plan primigenio habrían naufragado», le contó por correo electrónico en octubre de 2011 el cardenal Jorge Bergoglio a su primo segundo, también Jorge Bergoglio, que ha trabajado en la construcción del árbol genealógico de la familia en Argentina. Juan Ángel y su familia retrasaron su viaje y pisaron suelo argentino el 15 de enero de 1929 al descender del «Giulio Cesare».
El resto es historia conocida. Mario, hijo de Juan Ángel y Rosa, se casó con Regina María Sívori; tuvieron cinco hijos: Jorge Mario, Alberto Horacio, Óscar Adrián, Marta Regina y María Elena. Uno de ellos, el mayor, ha llegado a Pontífice.
«Es algo muy fuerte»
«No puedo describir lo que siento. Es algo muy fuerte», dijo a la prensa argentina María Elena, la hermana del Papa Francisco. Rodeada de micrófonos, en su casa de la localidad bonaerense de Ituzaingó, contó que en el anterior Cónclave le pidió a Dios que su hermano no fuera elegido Pontífice. Esta vez, en cambio, pidió que se hiciera su voluntad y rezó mucho por Jorge, tal como él se lo había pedido. María Elena es la única de los hermanos del Papa que queda viva. Tiene dos hijos, José y Jorge. Pero Francisco tiene también otros sobrinos, entre los cuales se destacan dos hijos de Marta Regina Bergoglio de Narvaja. José Luis, que es sacerdote jesuita, y Pablo, dedicado a la gestión educativa.
La sorpresa y la alegría se multiplicaron en el resto de Argentina. Desde Córdoba, su primo segundo Jorge, con quien tiene una estrecha relación, considera que su Papado «va a revolucionar a la Iglesia». Además, destaca la austeridad que caracteriza a Francisco. «No tenía auto ni secretaria. Tenía un traje y dos pares de zapatos. Siempre estuvo muy cerca de la calle y comprometido con lo social», le dijo a ABC. Jorge es el primo de la familia que ha trabajado en la construcción del árbol familiar. Según sus registros, hay alrededor de 300 «Bergoglios» en toda Argentina. Cada dos o tres años organizan un encuentro. En alguno de ellos, el Papa ha estado presente pero en el último envió una carta porque sus compromisos no lo dejaban llegar.
En Azul, una ciudad bonaerense, Hugo Bergoglio, otro de los primos, asegura que el ahora Papa nunca buscó ningún cargo. «Esto es consecuencia de una forma de vida. Ha vivido en la humildad tal cual lo ha predicado». Por eso, dice, eligió el nombre de Francisco. «Siempre ha sido un admirador de San Francisco de Asís y ha vivido como un franciscano aunque es jesuita. Su Papado tendrá un fuerte rasgo pastoral y le hará muy bien a la Iglesia», sostiene. Quienes le conocen, dicen que Jorge Bergoglio siempre recuerda a su abuela paterna, Rosa. De niños eran uña y carne. Y aunque toda la familia era muy católica, tuvo una influencia especial en su vocación al sacerdocio. Fue ella también quien le inculcó las costumbres piamontesas de su Italia natal.
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