Alzhéimer: la enfermedad sin remedio que acabó con Adolfo Suárez
El mal neurodegenerativo que mantenía a Adolfo Suárez apartado de la vida pública desde hace años carece de curación. No causa la muerte, sino que el fallecimiento se debe a complicaciones asociadas

El hombre del consenso no ha podido mantener por más tiempo su frágil acuerdo con el alzhéimer . La enfermedad neurodegenerativa que mantenía a Adolfo Suárez apartado de la vida pública desde hace años carece de curación y, aunque existen distintos tipos de tratamientos que palían sus efectos, no se ha conseguido hasta ahora un remedio que pueda impedir que aparezca ni frenar su avance.
Nadie se muere del mal de Alzheimer , sino a causa de las complicaciones a las que da lugar. Una de las más frecuentes es, como en el caso de Suárez, las de tipo respiratorio . Los pacientes en estado avanzado no se olvidan de respirar, que es un acto reflejo, sino que «tienen dificultades para regular las secreciones y expulsar los mocos, de manera que se acaban infectando», explica el doctor Mario Riverol, experto en enfermedades neurodegenerativas de la Clínica Universidad de Navarra.
Otro tipo de complicaciones habitual para estos enfermos es el de las infecciones cutáneas, ya que, al tratarse de pacientes que permanecen encamados, se les suele forman rozaduras, escaras (costras) o úlceras. Por último, los pacientes tienen dificultades para tragar, lo que puede hacer que respiren la comida y eso provoque a su vez complicaciones respiratorias.
El mal de Alzheimer, la enfermedad neurodegenerativa más frecuente, se desencadena al depositarse proteínas de forma anormal en el cerebro , lo que da lugar a una alteración funcional de las neuronas y a la propia muerte de las neuronas. Las primeras en alterarse son las que se ocupan del mecanismo de la memoria y por eso los olvidos son el primer aviso sintomático. A partir de ahí, la enfermedad empieza a afectar a otras regiones del cerebro, como las relacionadas con el lenguaje, la orientación y la capacidad para decidir y organizar. Es decir, mientras que las funciones fisiológicas del cuerpo siguen activas, el alzhéimer ataca a las funciones llamadas cognitivas o superiores, precisamente «aquellas que nos conforman como ser humano», como subraya Riverol.
Por eso, a medida que avanza la enfermedad, los pacientes dejan de recordar las caras, tienen dificultades para emitir y comprender el lenguaje, a lo que se añaden problemas de movilidad. Como consecuencia de la enfermedad, por tanto, Adolfo Suárez ha ido sufriendo una progresiva pérdida de memoria que derivó luego en demencia.
Esperanza de vida c0n alzheimer
La evolución de la enfermedad es muy variable según los pacientes. De media, transcurren entre seis o siete años desde que los pacientes presentan los primeros síntomas y son diagnosticados hasta que se produce la muerte. Pero hay quien no sobrevive más de dos años desde el diagnóstico hasta el fallecimiento y, en cambio, otros que permanecen vivos durante veinte años. «Podemos ver casos en los dos extremos», explica el especialista de la Clínica Universidad de Navarra.
En la actualidad, señala, «hay fármacos que ralentizan los efectos de la enfermedad, pero todos los pacientes acaban en esta fase de la enfermedad, en una demencia avanzada y acaban deteriorándose irremediablemente».
Los tratamientos
Los tratamientos más efectivos son de tres tipos. Por una parte, están los anticolinesterásicos, que consiguen que el neurotransmisor que falta, y que hace que uno pierda memoria, permanezca más tiempo en el cerebro y evita que se destruya. Por otra, la memantina, que parece lograr que no mueran las neuronas. Por último, la opción más reciente es la de los batidos de suplementos alimenticios, que mejora el rendimiento de las neuronas que aún quedan vivas. Los anticolinesterásicos y los batidos se suelen aplicar en las primeras fases de la enfermedad, mientras que la memantina se indica para etapas avanzadas. No obstante, también se suelen prescribir de forma combinada.
Pero no hay nada que pare la enfermedad. «Se pensaba que se podía llegar a curar, pero el cerebro es más complejo de lo que pensábamos», advierte Riverol. Ahora, las líneas de investigación se dirigen a obtener un diagnóstico más precoz y hay diversas líneas de tratamiento para frenar la enfermedad, pero de momento ninguna con éxito demostrado.
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