Crítica de Alanis: Sin centro, solo márgenes
La directora argentina Anahí Berneri logra para adornar su sórdida historia

Hay dos aspectos que no se le pueden quitar (negar) a esta película, uno es el marco descarnado y extremo de sus personajes, situaciones y ambientes que la directora argentina Anahí Berneri logra para adornar su sórdida historia, y otro es el trabajo físico y químico que hace la actriz Sofía Gala para enmarcar a la protagonista, Alanis. Y ambos aspectos son los que se premiaron en el último Festival de San Sebastián . Pero, junto a esto que no se le puede quitar, también hay algo que no se le puede poner, y es sensación de originalidad a un argumento con la mirada fija en los moldes o envases donde se embotellan: una prostituta con un bebé, desahuciada, sumida en un irresoluble conflicto, encajada en un ambiente penoso y familiarmente hostil, que transmite ferocidad y dignidad en sus márgenes, y que huye de cualquier elemento sentimental y del menor paño caliente. Es desgarrada y no busca el menor contagio de esperanza o calor para el drama de sus personajes, lo cual probablemente le otorga credibilidad, contacto con lo real, pero también lejanía y capacidad para la catarsis. Hay palo, pero no zanahoria.
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