Fuue una victoria deportiva y política. Siete meses antes del arranque del Mundial de Italia 1990, el Muro de Berlín se derrumbaba. La República Federal Alemana acudía a la cita mundialista con la reunificación del país en trámite y en un momento total de reconversión política. Por otro lado, con el fin de la tensión generada en el mundo occidental por la Guerra Fría, la desintegración de las estructuras políticas de la URSS había comenzado en enero de ese mismo año, en un proceso que terminaría en diciembre de 1991 con la disolución de su gobierno central. Otros países como Yugoslavia o Checoslovaquia también vivirían en 1990 su último Mundial debido a su próxima reconstrucción. El mundo renovaba sus cimientos, y mientras, el fútbol llamaba a la puerta con insistencia.
El potente bloque alemán era favorito desde el comienzo. Como un bloque de solidez indestructible llegaba la República Federal Alemana, dirigida por Franz Beckenbauer, que contaba con su extensión en el campo en la figura del sutil Löthar Mätthaus. Sus dos delanteros, Jürgen Klinsmann y Rudi Völler, se presentaban fundamentales a la hora de hacer efectivo el firme planteamiento táctico de Beckenbauer. La presencia en la banda izquierda del incansable y portentoso Andreas Brehme constituía otra de las grandes amenazas de un combinado alemán que llegaba con sed de venganza tras su derrota en la final del Mundial de 1986 celebrado en México ante la selección argentina.
La selección albiceleste dirigida por Carlos Bilardo firmaba como candidata a revalidar su título mundialista, de la mano, cómo no, del por aquel entonces considerado mejor futbolista del planeta, Diego Armando Maradona. Acompañado por futbolistas de grandísima calidad como Jorge Burruchaga o Claudio Caniggia y con el cerrojo de Sergio Goycoechea cubriendo la portería, los argentinos llegaban a Italia sin renunciar a nada a pesar del regular estado de forma de su estrella, la cual, a pesar de todo, mantenía su identidad.
Alemania se vengó de la final de 1986 con el título de 1990, gracias a un gol de Brehme en el minuto 85, en un feo partido, pues el argentino Monzón fue expulsado a los 65 minutos. Maradona y su grupo de compañeros caían. No mucho tiempo después se hizo público que Diego Armando dio positivo en un control antidopaje. Era el final de su carrera.
En lo referido a la selección española, llegó liderada por la Quinta del Buitre, con Míchel, Martín Vázquez y Emilio Butragueño en el momento de esplendor de sus carreras deportivas. La presencia de Julio Salinas en la delantera y Andoni Zubizarreta en la meta convertían a los españoles en un equipo importante.
España empató con Uruguay en el primer partido. Luego venció 3-1 a Corea del Sur, con el gran partido de Míchel, que aniotó los tres tantos. Y también firmó uno de los dos (2-1) endosados a Bélgica. La buena trayectoria se cortó en octavos de final. Los hombres de Luis Suárez cayeron ante Yugoslavia , 1-2.