Viaje a las pensiones del sexo
En las calles del Caballero de Gracia y Jardines están los lupanares ilegales donde las prostitutas dan sus servicios

Las calles de los Jardines y del Caballero de Gracia son el centro de operaciones del negocio de la prostitución callejera en el centro de Madrid. Si en la calle de la Montera las chicas ofrecen sus servicios y captan a los clientes, es en las pensiones ilegales de estas vías aledañas donde realizan el acto sexual retribuido.
La Asociación Nuevos Vecinos de Montera colgó en YouTube, en octubre de 2007, 32 vídeos con imágenes del trasiego constante de prostitutas y proxenetas en esta calle. Con esta acción pretendían denunciar la necesidad urgente de clausurar los inmuebles de las calles de los Jardines y Caballero de Gracia en los que se desarrollan estas actividades. Una iniciativa imitada por el Consistorio unos meses más tarde. Treinta cámaras móviles y una fija en la calle de la Montera, la Gran Vía, la Red de San Luis, la plaza del Callao y la de Santa María Soledad Torres Acosta (o de la Luna), que pretendían disuadir a los clientes y acabar con el lucrativo negocio. Pero, a los pocos meses, las cámaras se hicieron parte del paisaje y los clientes volvieron .
En la pensión ilegal de la calle de los Jardines, una de las que fueron objetivo de las «webcams» de algunos vecinos del barrio, hay instalados uno de estos negocios en el primer piso. Un hombre suramericano se encuentra justo delante de la puerta abierta de lo que realmente es su domicilio familiar. Está desempaquetando servilletas industriales que servirán a los clientes como papel higiénico una vez finalizado el servicio. La tarifa de las habitaciones es de 5 euros por quince minutos –diez euros si la actividad se prolonga durante media hora–. De esta manera, las chicas (o mejor dicho, sus «chulos») se llevan veinte euros y la pensión cinco.
Otra de estas pensiones ilegales se encuentra en la calle del Caballero de Gracia. En una de las viviendas vive otro suramericano con su mujer y sus hijos. A un lado, el salón con la estampa familiar; al otro lado, las habitaciones donde las prostitutas realizan sus servicios. El pasillo de la vivienda también está lleno de pilas y pilas de papel higiénico y servilletas. En una de las estancias, dos lavadoras trabajan a pleno rendimiento para adecentar las sábanas que se utilizan en las habitaciones.
El cuarto tiene lo indispensable para un servicio rápido y barato: una cama con la ropa un tanto pegajosa, dos pequeñas mesitas de noche (una de ellas, con los cajones llenos de envoltorios de preservativos usados), una papelera y un bidé con el que asearse las partes íntimas. El trasiego es constante. Los clientes y las prostitutas se cruzan en las escaleras del edificio.

El Ayuntamiento continúa con su II Plan contra la Explotación Sexual de la Ciudad de Madrid, que persigue cuatro objetivos: defender los derechos humanos, combatir la violencia de género, alcanzar la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres y, como novedad, abordar la realidad de la prostitución masculina. Un problema, este último, que, aunque menos latente que la trata de mujeres, también se da en la zona, concretamente en cercana Puerta del Sol, donde varios «chaperos» ofrecen sus servicios, y en las saunas del barrio de Chueca.
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