La nariz, seis dientes y sus heridas de guerra, claves en la «autopsia» de Miguel de Cervantes
Hoy se presentan las conclusiones de la búsqueda de su tumba, adelantadas por ABC

Ha costado cinco semanas dibujar el mapa del subsuelo y las cavidades del convento de las Trinitarias de Madrid , donde Cervantes fue enterrado, pero el experto en georradar Luis Avial está muy satisfecho con el trabajo que hoy se presenta en el Palacio de Cibeles. Ahora que ya se sabe donde yacería el literato: bajo el crucero de la antigua iglesia de las Trinitarias, como adelantó ayer ABC.
El siguiente paso, tras la extracción de los restos, será su análisis: la nariz, los dientes y las heridas de guerra del «Manco de Lepanto» serán claves para llegar a identificarlo. «Se ha hecho un trabajo con mucho rigor, que será válido para la siguiente fase. Estamos muy contentos», aseguró Avial, quien afirma que ha conseguido un mapa «concreto» del subsuelo y las paredes tanto de la iglesia como de los habitáculos anexos: «Todas las zonas se han analizado con absoluto detalle: nunca se ha hecho un trabajo así en España, con una malla tan definida en un georradar», informa Efe. Considera que los resultados que se harán públicos hoy serán muy clarificadores para el forense Francisco Etxebarría, el responsable de la siguiente fase del proyecto: el análisis e identificación de los restos.
La iglesia donde fue enterrado el genial escritor fue remodelada a finales del siglo XVII. El proyecto que lidera Avial junto con el historiador Fernando de Prado y el antropólogo forense Francisco Etxeberría localizó el lugar donde reposarían los huesos, para después sacarlos del anonimato y para que queden bajo una lápida que recuerde el nombre del padre de «El Quijote».
El prestigioso forense Etxeberría liderará la excavación de la cavidad, en busca de la osamenta que, según los indicios, podría corresponderse con los del escritor. Ya en una tercera fase, se analizarían los huesos en el laboratorio. Cervantes podría identificarse gracias a tres elementos clave que le caracterizan antropológicamente: su gran nariz, que solo le quedaban seis dientes, y las señales que pudieron dejar en su esqueleto los dos arcabuzazos en el pecho y en la mano izquierda sufridos en 1571 en la Batalla de Lepanto.
Si se cumplen los plazos previstos y la búsqueda evoluciona según lo deseado, a lo largo de este año 2014, dos años antes de la celebración del cuarto centenario de la muerte del escritor, se habrá concluido con un enorme hallazgo histórico y cultural.
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