Cachivaches da juego con «Entre bobos…»
Entre bobos anda el juego se tiene por una de las mejores comedias de Francisco de Rojas Zorilla. La compañía Cachivaches, dirigida por Antonio Malonda, ha puesto en escena una excelente adaptación de la obra, llevada a cabo por Antonio Filardi, que ha deleitado tanto al público adulto como a los numerosos jóvenes que han asistido a las representaciones en el marco de la «campaña escolar».
Entre bobos anda el juego es una comedia muy original; esta originalidad reside, más que en la trama, en la índole del protagonista, ese «héroe» viejo que refleja las obsesiones y las intransigencias del sistema. La obra pertenece a la especie que, en literatura, se conoce como «comedia de figurón» por la traza grotesca del personaje principal, don Lucas del Cigarral, creado con verdadero propósito de caricatura.
Tanto da que la obra se contextualice en el siglo XVII o, como esta versión, situada en la época del charlestón. Don Lucas, el protagonista, ahora un banquero, sigue siendo un hombre entrado en años, palurdo, avaro, miserable, pedante y vanidoso, que concierta su matrimonio con una joven, Isabel, pobre, bella y con sentido de la libertad a la hora de elegir amor. Para recogerla y llevarla a Toledo, este don Lucas envía a un primo suyo, don Pedro –un perfecto galán de comedia-, que la enamora y se queda con la novia.
La pieza introduce otros personajes y crea un enredo complicadísimo con otras damas y pretendientes, que hacen posible la acumulación de falsas situaciones, equívocos y confusiones, especialmente en unas escenas nocturnas que tienen lugar en una posada, con algunos momentos de verdadero vodevil, insinuaciones sexuales y alguna escena de dama desnuda, resuelta por Cachivaches mediante una escenografía de teatro de sombras. Interesante es el medido retrato, con su prosopografía y etopeya, que realiza de su amo el gracioso Caballera, del que dibuja una pintoresca estampa, enumerando sus partes físicas y morales, siempre con un exagerado cliché cómico.
Esta pieza es propia de un autor, habilísimo manipulador, que zurce y combina los más variados elementos de probada eficacia teatral, resumen y compendio del teatro de Lope y todo lo que de él surge, con el fin de lograr un teatro cómico, divertido y ágil. Antonio Malonda y Cachivaches explotan bien estos recursos que el autor ofrece e introducen algunos elementos nuevos, como es la música del charlestón, un vestuario preciosista «años veinte», diseñado por Silvia García Bravo, para lograr mayor viveza y cercanía conceptual a los tiempos y saberes del espectador moderno.
La dramaturgia acierta con el escenario funcional e imaginativo (muy logrado el mar con cintas de colores); con el equilibrio entre la propuesta aspaventosa de algunas actuaciones y el tiquismiquis de otras, así como los guiños evidentes al cine, como en el caso del duelo pistola en ristre; y con la coreografía que ensaya pasos de baile para hilar unas escenas con otras.
Joge Kent, con la sobreactuación propia de un personaje resuelto en caricatura, como es el banquero don Lucas; Carlos Rodríguez, que dibuja perfectamente al atildado galán don Pedro; Raquel Camacho, en una Isabel muy verosímil; José Luis Reino, en el simpático papel del gracioso Caballera, a quien da la réplica en el mismo tono Lorena Benito en el papel de Andrea, y demás componentes del elenco, llevan a cabo un trabajo actoral magnífico en su gesto y su movimiento escénico; así mismo hay que destacar en todos ellos la excelente manera de decir el verso.
El XX Ciclo de Teatro Clásico ha dado un paso positivo más con la adaptación de Cachivaches y su Entre bobos anda el juego. El Teatro de Rojas y el público toledano pueden seguir estando satisfechos. La cultura sigue en pie.
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