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DEPORTE FEMENINO

Lucidez sobre el tatami

Mónica Merenciano sufre una limitación en su campo de visión que no le impide ser una de las grandes del judo paralímpico

Lucidez sobre el tatami MIKEL PONCE

RAÚL COSÍN

Abre los ojos y su campo de visión es reducido , pero su diversidad funcional no le resta a la hora de mostrarse luminosa, brillante, lúcida siempre, rotundamente competitiva sobre un tatami . Los avales de la judoca son contundentes: tres bronces consecutivos en las tres últimas ediciones de Juegos Paralímpicos y es vigente campeona de Europa en la clasificación B2; sus laureles son, en todo caso, todavía más cuantiosos. Mónica Merenciano Herrero (Lliria, Valencia, 1/8/1984) siente el judo como un deporte ideal para la integración , de hecho es una de las grandes referencias nacionales.

Cuenta Merenciano sobre su diversidad que «tengo una disminución del campo de visión de nacimiento. No veo por los lados. Veo como si lo hiciese por un cañón de escopeta ». De esta discapacidad fue diagnosticada con once años , aunque explica que «para mí esa era la forma natural de ver». Entendió y asumió su discapacidad y no sufrió cambio alguno en su realidad familiar, escolar, con sus amigos,... Asegura que no ha encontrado barreras . «La verdad es que he estado en un entorno que me facilitado mucho todo. Al principio quizás me costaba un poco más porque no podía verlo todo, pero con paciencia y trabajo dio frutos».

Por entonces ya hacía deporte. Su práctica preferida era el taekwondo , aunque confiesa que «muchas veces no veía venir los golpes . Entrenaba con personas que no tenían problemas de visión, pues estaba acostumbrada a ello».

Con buenas dotes deportivas recaló al tiempo en el gimnasio de la ONCE , cuando comenzó a tener relación con la asociación. Y sus primeros pasos fueron en el atletismo , disciplina que más tarde se convertiría en fundamental para su carrera en el judo, deporte al que accedió definitivamente con la entrenadora de la ONCE, Julia Bayón.

Una imagen mental

Merenciano explica que «cuando empecé a competir lo hice en la clasificación B3, pero desde hace unos años el campo de visión se redujo. Desde hace un par de años compito en la clasificación B2. De momento esta estable ».

La judoca adaptada es muy gráfica en la descripción de cómo aprende las tácticas, técnicas, situaciones propias de su disciplina. Se trata de un deporte en el que los rivales arrancan agarrados, pero la diversidad funcional de la valenciana le impide, al menos, ver una de las manos del contrincante. «No veo las técnicas completas, pero en las explicaciones me fijo cada vez en diferentes puntos. De este modo, construyo una especie de imagen mental. Pero lo más importante para cualquier judoca es sentir los movimientos , por tanto, el hecho de no verlo en su totalidad se compensa muy fácilmente, ya que en el judo de ciegos y deficientes visuales se parte desde el agarre y las sensaciones son mayores», explica.

Mónica Merenciano reclinaba competir cuando practicaba taekwondo. Se lanzó un poco a testar su pulso competitivo en sus inicios en el atletismo, pero fue el judo el que despertó eso de entrenar durísimo, preparar combates y luchar finalmente para la victoria . Se asomó al mundo del judo con quince años -fue el momento más duro, pues tenía que aprender entre deportistas que ya tenían asumidos los fundamentos del judo-, pero no fue hasta los dieciocho cuando comprendió que tenía sobradas cualidades para ir en serio . Decidió dejar el gimnasio de la ONCE para entrar en un club y entrenar de forma más regular -a diario-. Primero entró en Ronin. Luego, al que es su actual club, Judokan, del que ensalza como referencias las figuras de Ana Carrascosa o León Villar , y los técnicos Vicente Rochela y Ramón Gómez.

Tres bronces paralímpicos

El ingreso universitario, en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad de Valencia, permitió a Mónica instalarse en la ciudad del Turia y regularizar los entrenamientos . Un momento clave en su carrera fue el preolímpico 2003 . «Nos jugábamos la plaza para Atenas. En 2002 fui a mi primer Mundial, aunque fui casi de rebote. No pensaban que iba a hacer medalla y quedé segunda. Fue una gran motivación. Llevaba nueve meses entrenando ya en serio. Mis entrenadores me explicaron que la condición física adquirida con el atletismo eran de gran ayuda . En 2003, comenzó a ser todo más serio. Gané la plaza para España. Trabajé mucho. Y fui yo por un punto. En Atenas gané la medalla de bronce », cuenta la judoca adaptada, quien lanzaba ya por entonces su carrera.

En 2005 fue un buen año, aunque tuvo una lesión. En 2006, cambió de categoría de peso. «Estaba en -63 y bajé a -57 . Fue para bien. A raíz de ahí los resultados que obtuve fueron mejores. En Pekín, se logró el bronce», relata la valenciana que tuvo su mejor año en 2011 con un bronce en el Mundial y el oro en el Europeo. Luego llegó otro bronce en los Juegos Paralímpicos de Londres .

Merenciano mira a Río de Janeiro 2016 , pero primero desea recuperarse de sus lesiones. Primero fue operada del pie derecho. Ahora espera dejar atrás una lesión en el hombro derecho. Su aspiración es estar lista para el Europeo que tendrá lugar a finales de 2013. Entre tanto, sigue además su formación académica, que entiende es vital para el futuro. Acaba de terminar un Máster de Actividad Físico-Deportiva para personas con discapacidad . Y la ayuda, siempre necesaria, le viene de las becas ADOP o de la que tiene del proyecto FER , respaldado por la Fundación Trinidad Alfonso.

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