La bandera independentista se salva del veto en las Ramblas
El Ayuntamiento prohíbe a los floristas vender recuerdos, pero permite comercializar«estelades» en los quioscos vecinos

Hay más o menos coincidencia, la reforma de los puestos de las Ramblas de Barcelona tras la desaparición de los tiendas de venta de animales ha sido un desastre. La reconversión de los puestos en minibazares en los que se vende de todo ha convertido el emblemático paseo en una especie de gran zoco, donde prima el recuerdo de mal gusto y la pseudo artesanía. La posibilidad de que las antiguas pajarerías se reformasen en tiendas de recuerdos, mucho más lucrativas, ha dejado al resto de comerciantes de la zona con sensación de competencia desleal, empezando por unos quisocos que vendiendo recuerdos y botellines de agua a precio de Chivas ya hace tiempo que no saben lo que es colocar un periódico.
Ante esta dinámica, las floristas han entendido que ellas deben disfrutar también del maná del turismo, con lo que en sus puestos, además de flores, han empezado a despachar pequeños recuerdos, principalmente postales e imanes de nevera. El Ayuntamiento, con un celo que a veces se echa en falta en paradas vecinas, ya ha señalado que la licencia de las floristas no lo permite, y que si persisten serán multadas. Como se ve, el asunto tiene todos los elementos para convertirse en una de esas polémicas de regusto tan barcelonés.
En paralelo, la rauda salida del distrito de Ciutat Vella ha causado perplejidad en el grupo del PP, que no entiende cómo a las floristas se las mira con lupa y en cambio se permite a paradas vecinas vender símbolos políticos como las "estelades" que recoge la imagen.
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