Suscríbete a
ABC Premium

arte

«El arte permite conocer la realidad»

Lara Almarcegui presenta en el Musac de León su proyecto «Parque fluvial abandonado», un trabajo sobre la especulación urbanística en un descampado en La Lastra de la capital leonesa

«El arte permite conocer la realidad» a.m.díez

félix iglesias

Lara Almarcegui -artista zaragozana que realizará el Pabellón Español de la Bienal de Venecia de la mano del comisario Octavio Zaya, comisario externo del Musac de León- presenta una propuesta articulada en dos formatos: un vídeo sobre el descampado con su historia y características, físicas y biológicas y urbanísticas, mientras que en la sala 2 del museo coloca en forma de escombros en todo su volumen los diferentes materiales con los que se levantó este espacio expositivo. De todo ello, habla con Artes&Letras Castilla y León de ABC

-¿Cómo se relacionan estos dos espacios?

-Son muy diferentes, pero se complementan muy bien, pues el parque fluvial abandonado es un proyecto sobre el vacío y lo no construido, y el proyecto de las montañas de materiales es sobre la construcción en su realidad más física; lo contrario del vacío de un descampado. Ambos hablan de lo mismo, de urbanismo, construcción, ruina, decadencia.

-¿Cómo aborda sus trabajos sobre espacios urbanos tan específicos como los descampados?

-Hay mucho trabajo de investigación y sobre el terreno. En este caso he encontrado muchas claves como son los proyectos de encauzamiento en los años sesenta del siglo pasado, de cómo se constituye la asociación de propietarios de La Lastra, cómo se hace un proyecto de urbanización que fracasa y que vuelve en los noventa, para también abandonarlo pensando en un jardín botánico, que acaba en un carril de bicicletas. De todos modos, en algunos casos fue muy difícil conseguir la documentación.

-¿Y por qué esas dificultades?

-Además de que no hay un archivo ordenado, lo cierto es que tuve dificultades para conseguir la información en el Ayuntamiento. Finalmente, lo conseguí por otro lado. Y aunque no cuento toda la trayectoria urbanística de este proyecto, lo tenía que conocer con detalle para abordar la intervención.

-¿Cree que los espectadores percibirán las mismas conclusiones tras ver su obra?

-El proyecto es bastante abierto, ya que no es una crítica directa al proyecto de La Lastra. De alguna forma digo que es estupendo que se mantenga este terreno sin urbanizar. No es un crítica dura a la especulación, pero tampoco, desde luego, una defensa. Creo que invita a que el público visite el terreno y saque sus propias conclusiones.

-¿Se podría hablar de arte político?

-Si podría hablar de político en la defensa de los descampados contra la construcción.

-¿Es una crítica a la obsesión del crecimiento sin límite? ¿Hay algún vínculo con el movimiento del decrecimiento sostenible?

-Puede que la haya. De todas formas, mi trabajo parte de una crítica a la construcción, al exceso de diseño y un rechazo alérgico a la especulación.

-España es un paraíso para usted.

-(Risas). Me temo que esto no sólo está pasando en España. La especulación, la regeneración urbanística, los grandes eventos como las juegos olímpicos o ferias universales se repiten en muchos países. Hace poco hablaba con amigos arquitectos que decían que la crisis ha parado las construcciones y quizá ya no sea tan peligroso como antes, pero eso no ocurre en China o en Kuwait, donde están naceindo ciudades de la nada.

-Además de ese enfrentamiento a la especulación y el urbanismo desmedido, ¿es el descampado es un espacio de misterio, ajeno al ritmo de las ciudades, una zona alternativa donde el ciudadano sale del trazado de la planificación y se abre a la incertidumbre?

-Sí, hay algo de eso, pues el descampado lo descubres tú y es lo que tú decidas que sea. Es un espacio abierto a las posibilidades, pues permite lo que no permite la ciudad, no predetermina ninguna función específica, y en él se puede volar una cometa, organizar meriendas, levantar cabañas o alimentar a gatos... . Los descampados son especiales porque permiten diferentes usos en un mismo espacio.

-Sin embargo, las autoridades los cierran con vallas y trampantojos.

-Se tiene miedo a los descampados. Y es que, además del potencial de la libertad, los descampados permiten, si se conoce su historia, conocer las dinámicas de las ciudades, de las que ni políticos ni periódicos informan al ser lugares que no forman parte de lo planificado. De hecho, un alcalde francés me dijo que él no construye ciudad, sino que hace la imagen de ciudad. Es decir, se hace una ficción, una representación, perversa, que se rompe con los descampados que están fuera del discurso oficial.

-¿Entonces son espacios de resistencia?

-Desde luego, pues son únicos. Cuando hago guías de descampados de una ciudad, los diferencio, ya que no son iguales y cada uno tiene su discurso.

-También aborda los huertos urbanos, un fenómeno de autogestión en auge.

-Me interesa mucho porque es el único espacio de la ciudad construido por sus usurarios y no por arquitectos o diseñadores. Es una utopía en la que su uso beneficia al que lo cultiva y lo gestiona. Es un pequeño paraíso en la mano del ciudadano, con una reivindicación muy fuerte.

-¿Una de las funciones del arte es desvelar lo que hay detrás de lo aparente, de la escenografía?

-Hablar de lo que está pasando es una forma de transformación. Creo que el arte permite conocer la realidad.

-Viendo la sala 2, uno no deja de pensar en el Arte Povera por el uso de materiales «innobles».

--El Arte Povera trabaja con la realidad tal cual, algo que yo hago. Además, trabajo con la escala real de los materiales y objetos.

«El arte permite conocer la realidad»

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación