HORIZONTE
La mentira
Sorprende que un anuncio pagado por un partido político produzca un sentimiento de reconciliación con la actividad pública. Y sin embargo yo lo tuve ayer al leer el aviso publicitario pagado por el PP en la página 13 de ABC . Bajo el titular «La verdad de 1714» se citaba parte del pregón de Rafael de Casanova del 11 de septiembre de 1714. Ese es el año que la mentira institucionalizada por el nacionalismo ha convertido en la cifra de referencia para fijar la altura de los mástiles de la senyera o la hora a la que se empiezan encadenamientos humanos por la independencia. La cita del «mártir» de la independencia catalana no admite lugar a dudas: «Así y todo se confía, que todos como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España». ¡Olé con el independentista!
Ya sabemos que a los nacionalistas del PNV les molesta muchísimo que se les recuerden las citas postreras de Sabino Arana Goiri, que se desdijo de casi todo lo que postuló en sus horas de nacionalismo xenófobo. Pero al menos en el caso de Arana hubo un cambio de criterio. Pero es que en el caso de Casanova la cita que aquí se recoge es del día en que él habría hecho nacer la aspiración de independencia catalana del presente frente a la opresión centralista. Y la mentira es por ello especialmente flagrante. Por eso es tan relevante esta falsedad sobre la que se construye el futuro de una comunidad.
Cuando en los debates en los que nos enfrentamos los periodistas y otros contertulios uno intenta argumentar la presencia abrumadora de esta mentira, la vía de escape del interlocutor es que «eso da igual, lo que no es mentira es el sentimiento de la población». Y es verdad que el creciente sentimiento independentista catalán no es mentira, pero está basado en una mentira.
Y hoy vemos cómo se desarrolla por medio de manipulaciones del lenguaje y tergiversaciones de la realidad que los medios de comunicación prefieren no rebatir porque luce mucho más sacar a la palestra a un indocumentado, faltón y mentiroso que a un académico que cuente verdades históricas que no han podido ser ocultadas ni por la avalancha de propaganda independentista.
Ayer oíamos hablar en las televisiones de la reunión de Artur Mas con la «Asamblea Nacional de Cataluña». Que no es más que una agrupación de socorros mutuos para salvar un objetivo común. Pero ¡qué bien suena lo de «Asamblea Nacional»! Le da una legitimidad, una fuerza, una belleza... También podrían haberlo llamado Constelación Planetaria de Catalanes con el mismo rigor. Al fin y al cabo ya saben que casi nadie se molesta en combatir sus mentiras. A quien lo haga suelen rebatirle por medio del insulto. Y su legitimidad está por encima de la legalidad. España, 2013.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete