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En tiempos de crisis, en Grecia se roban hasta las estatuas del ayuntamiento

Por cada escultura se pueden conseguir hasta una media de cien euros. El arte, una víctima más de la crisis griega

En tiempos de crisis, en Grecia se roban hasta las estatuas del ayuntamiento dimitri wasp

begoña castiella

La crisis griega está tocando fondo. Y la población sufre cada día más. Para sobrevivir, muchos se dedican a recoger metales para venderlos como chatarra: rebuscando en las obras y en los cubos de basura, recorriendo las líneas de trenes y del tren de cercanías de Atenas, las instalaciones eléctricas y los alrededores de las fábricas. Ahora la mayoría roba hasta cables industriales, transformadores eléctricos y muchos objetos metales, algo que ha creado graves deficiencias en el servicio ferroviario de todo el país y en el tren de cercanías de Atenas.

Pelan los cables para robar su protección de cobre y estos hechos se han llegado a cobrar incluso una vida. La policía griega reconoce que arresta una media de cuatro ladrones de metales por día, comparados con una decena al mes hasta el 2010. Lo que hace unos años era una actividad exclusiva de los gitanos e inmigrantes ahora es una actividad en la que participan los griegos. Los números no engañan: desde enero del 2010 hasta agosto del 2012, las cifras del Ministerio de Orden Público muestran 3.635 arrestos, sin especificar la nacionalidad. Y los policías confirman que hay veces que ni se molestan en detener a quienes pillan con un carrito de la compra dirigiéndose a uno de los centros donde se venden al peso la chatarra sin recibos.

Se robó hasta el busto de El Greco

La situación en el ayuntamiento de Atenas es aún más dramática:a demás de ver cómo las calles de la capital son recorridas por personas empujando su carrito y recogiendo todo objeto metálico abandonado, los empleados municipales constatan robos a diario. Primero fueron cables, bordes de metal y otras piezas de los edificios públicos, hasta mamparas de las paradas de autobús, especialmente tras una manifestación violenta por la que han pasado los antisistemas.

Pero las nuevas víctimas son ahora las estatuas de bronce de la ciudad. En los últimos seis meses han desaparecidos los bustos de bronce del escritor Niko Kazantzaki, del antiguo alcalde de Atenas Andónis Trítsis y de otros hombres famosos griegos, incluyendo el de El Greco, escultura del conocido artista griego Costas Valsámi situadas ante el Centro Cultural de la capital en la céntrica calle Acadimías. La policía consiguió rescatar otros cuatro bustos de cobre antes de que fueran fundidos.

Las autoridades municipales reconocen que, de las 274 estatuas de la capital, 54 están en peligro, ya que son de bronce, un metal que ahora tiene mucha demanda. Se vende en los almacenes de desguace a una media de 5 euros el kilo, lo que hace que cada busto, de entre 15 y 20 kilos –el interior es hueco– puede superar los 100 euros o más. El robo se efectúa en dos fases: una noche los autores se dedican a separar la escultura de su base de mármol a golpes con una almádena y la noche siguiente la pueden retirar rápidamente de su lugar sin levantar sospechas.

Lo malo es que con los recortes de la administración local, hay menos jardineros y muchas veces se tardan varios días en registrarse el robo. Si no aparece la escultura, el ayuntamiento debe encargar una copia que cuesta una media de 2.500 euros. La ruina.

¿Solución? Niños «vigilantes»

Uno de los restauradores del Ayuntamiento de Atenas, Vasilis Markákis, admite que el problema es que los atenienses «consideran que las esculturas son del estado y no suyas, por lo que no necesitan ser respetadas. Las consideran símbolos del poder estatal, aunque la escultura represente a una persona que ha perdido su vida al enfrentarse a la Gestapo –durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial–. Nosotros los restauradores hacemos lo posible para proteger las esculturas de los destrozos del tiempo, de la contaminación, de la lluvia ácida y de los vandalismos».

Los empleados del Ayuntamiento afirman que con los recortes no pueden vigilar mejor los edificios y esculturas públicas. Y admiten con pesimismo que hasta la crisis los problemas eran los grafitis y los eslogans políticos sobre los edificios y esculturas públicos. Ahora, además de estos constantes grafitis, son los robos de metal y los destrozos en los mármoles que decoran el centro de la ciudad y que son utilizados por muchos manifestantes trás cortarlos a golpes en trozos pequeños para ser lanzados contra la policía.

Un programa piloto se ha puesto en marcha en el barrio de Kipseli: se ha pedido a un colegio público que «adopte» una estatua cercana y todos los días los niños van a comprobar su estado.

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