La literatura africana quiere contar su propia historia
Los nuevos valores continentales debaten en ABC la existencia o no de un concepto que aglutina a 54 países con identidad propia

Si hay un nombre ligado de forma estrecha con la literatura del continente africano, ese es el de Ryszard Kapuscinski. No deja de tener su gracia elegir a un polaco para contar la historia de 54 países. No me malinterpreten. Es cierto que literatos como Chinua Achebe, Wole Soyinka o Ngugi wa Thiong’o (eterno Nobel) gozan del reconocimiento de crítica y público. Sin embargo, décadas después del «boom» de la narrativa subsahariana, toda una generación de autores nóveles continentales se enfrentan a un serio anonimato. ¿Los motivos? Quién mejor que los implicados para explicarlo a ABC.
Como reconoce a este diario Noo Saro-Wiwa, autora de «Transwonderland: Travels in Nigeria» (divertidísimo libro de viajes que recorre los tópicos que sufre su país de origen), hablar de «África» como concepto, ya de por sí, es un problema. «Cualquier buena narrativa se centra, fundamentalmente, en la condición humana. Sin embargo, cada Estado y cultura proporcionan un telón de fondo único», asegura.
Para Saro-Wiwa, esta imagen de «literatura global» tan solo es una carga para el escritor, quien parece obligado a abarcar todo el continente en su historia.
Una opinión compartida por la etíope Maaza Mengiste, quien en su obra «Beneath the Lion's Gaze» recorre los últimos años del monarca Haile Selassie (sí, aquél que Kapuscinski retrataba en «El Emperador»). «¿Hablamos de una cierta narrativa europea o asiática? No. A la hora de analizar cada obra tenemos que mirar más de cerca y examinar los detalles, porque solo así reconoceremos las diferencias», destaca.
En este sentido, las opiniones son unánimes. Mientras que para la nigeriana Chika Unigwe, «cada vez que condensamos la literatura en una entidad homogénea, limitamos a sus autores y a su escritura»; para el zimbabuense Tendai Huchu (más que recomendable su obra «The Hairdresser of Harare») «el problema es que África produce muy poca literatura en comparación con Europa o Estados Unidos , por lo que es tentador, hasta cierto punto, aglutinar las obras en un catálogo conjunto».
Precisamente, el escritor zimbabuense denuncia que la falta de mercado provoca esta situación. «Hay poca polinización de ideas dentro del continente. Debido a que es un mercado muy pequeño, esto afecta tanto a la calidad como a la cantidad de los libros producidos», destaca.
¿Las temáticas? Variadas
En este sentido, la etíope Mengiste recuerda que «hay cientos de escritores que están haciendo un trabajo asombroso, y poco a poco, reciben mayor reconocimiento». «Tenemos que alentar a los escritores jóvenes, tenemos que darles un espacio para presentar sus trabajos. Necesitamos historias variadas», insiste.
Y, de hecho, las hay. «La vida de los africanos de la diáspora es un tema popular en estos días: la migración o la complejidad de vivir a caballo entre dos culturas diferentes son muy recurrentes», destaca la nigeriana Saro-Wiwa.
Aunque no son los únicos. Mientras Chika Unigwe denuncia la explotación sexual en buena parte de sus obras, otros autores se hacen eco del drama de los niños de la calle (NoViolet Bulawayo, Zimbabue), la vida en los campamentos de refugiados (E. C. Osondu, Nigeria), e incluso la literatura deportiva (Olufemi Terry, Sierra Leona).
«Desde que salí de la escuela no he vuelto a leer obras sobre África (escritas por occidentales) como "El corazón de las tinieblas" de Joseph Conrad», destaca la escritora ugandesa Beatrice Lamwaka. «En ellas , se rebaja a los africanos: el concepto, la gente, la cultura y todo lo que nos rodea. Así no es como nos vemos a nosotros mismos. Sobre todo, porque estos libros no fueron escritos para nosotros», añade.
Así que ya sabe, la próxima vez que quiera leer literatura sobre África elija a Noo Saro-Wiwa, Tendai Huchu o Chika Unigwe. Porque el continente, a ojos de Polonia, no es el mismo.
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