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Hamás reconstruye los túneles por los que entran armas y alimentos a Gaza

Israel ha destrozado «el noventa por ciento» de estos pasadizos que conectan con Egipto y reportan millones de dólares al gobierno de la Franja

Hamás reconstruye los túneles por los que entran armas y alimentos a Gaza mikel ayestaran

mikel ayestaran

Los contrabandistas profesionales juegan ahora al fútbol en un campo improvisado junto a los túneles de Rafah . Israel ha destrozado «el noventa por ciento» de estos pasadizos que unen Gaza con Egipto , según los datos del responsable de la «Policía de Túneles» de Hamás que se encarga de autorizar el acceso de la prensa a uno de los lugares más sensibles de la Franja.

Excavadoras y camiones trabajan contra el reloj para retirar los escombros y poner cada galería subterránea en funcionamiento lo antes posible, «pero necesitaremos al menos dos meses para reabrir la mayor parte de las rutas y en mi caso me tendré que gastar al menos 50.000 dólares (38.500 euros al cambio) en la obra», informa uno de los propietarios que acude por primera vez al lugar para inspeccionar los daños sufridos.

Pese a la firma de un acuerdo de alto el fuego, en el que uno de los puntos es el levantamiento del bloqueo, y la posible disposición de Egipto a abrir el paso fronterizo para la llegada de mercancías (ahora solo pueden pasar personas), Hamás sigue contando con los túneles como puerto de entrada de mercancías más fiable.

Tras los intensos bombardeos hay «unos pocos» que siguen funcionando, «apenas 300», según los responsables de seguridad que no permiten el acceso de la prensa a los túneles operativos, solo a los dañados.

Antes de la guerra, los camiones debían pasar por una báscula antes de abandonar esta zona perfectamente cercada para evitar que nadie pueda salir sin pasar por el control aduanero; pero ha sido destrozada y ahora son sometidos a una inspección visual.

Resulta imposible saber el número total de galerías subterráneas, pero desde su puesta en marcha en 2005, tras la victoria electoral de Hamás, se ha convertido en el mayor punto de entrada de productos a la Franja , lo que ha permitido a las autoridades soportar las restricciones impuestas por Israel a la importación por el paso de Kerem Shalom .

«Llegó a haber unos 3.000 operativos, pero antes de esta guerra rondarían el millar, no más», apunta el activista de los derechos humanos Khalil Shahin , que opina que «aunque se levante el bloqueo esta industria no desaparecerá porque reporta millones de dólares al gobierno».

Llegada de armas

Por aquí llegan alimentos, productos de limpieza e higiene, coches y motos, combustible y gas, pero también, según Israel, el armamento empleado por los grupos armados. «Esta es una zona de túneles civiles, sabemos que hay túneles secretos, pero no aquí, eso es cosa de Hamás», se queja otro dueño que está pensándose abandonar el negocio porque «al comienzo había poca competencia y el margen de beneficio era grande, pero ahora somos miles de personas, hay que pagar muchos impuestos y cada vez ganamos menos».

Mientras que los empresarios ganan cada vez menos, los túneles de Rafah se han convertido en un negocio millonario para las autoridades de Gaza , que regulan cada paso subterráneo y todo lo que entra por allí.

«Es un arma política y económica. Si no es por este sistema nos hubiéramos muerto de hambre y Hamás sabía que no había otra forma para subsistir que el contrabando», opina un antiguo propietario apartado desde hace unos meses del negocio.

Madera y patatas fritas

Desde el balcón de su casa se ve el trajín en la zona tunelera, separada apenas doscientos metros de Egipto. «Lo primero que necesitas es tener un terreno o alquilarlo, luego pides el permiso a Hamás para la excavación y por último necesitas un contacto en el otro lado»; tres pasos a los que hay que añadir «un impuesto anual de unos 3.000 dólares (2.300 euros al cambio) y el pago de una tasa por cada bien importado. A cambio tienes su protección y ayuda en caso de que la galería tenga problemas, los túneles son prioritarios para ellos y los cuidan con mucho celo», repasa este empresario que se dedicaba a la importación de madera y bolsas de patatas fritas y que, como el resto de personas entrevistadas en Rafah, pide mantener el anonimato.

El tema de las armas es tabú, no así el de los artículos de lujo y coches que «no los puede importar cualquiera. Solo hay tres galerías para vehículos y son de personas ligadas al grupo fundamentalista, nadie más puede entrar en ese negocio», denuncia el empresario entrevistado. Los camiones salen y entran, pero en vez de su carga habitual van cargados de escombros. La guerra mantuvo paralizado el contrabando durante ocho días, pero Rafah no tardará en recuperar su cara habitual.

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