A caballo entre 2005 y 2006, en uno de los momentos más dulces de su ya
dilatada carrera, Barricada protagonizó en Pamplona dos conciertos históricos,
sirviendo dichas actuaciones de base para la elaboración de Latidos y
mordiscos, la presente grabación.
Pabellón Anaitasuna, 16 de Diciembre, todos mirando. ¿Objetivo
a rendir? Barricada a cara de perro, prestos a morder tal y como dan fe las imágenes,
reflejo más que contundente de lo que fue la velada: una noche de rock
and roll en la que no hubo tregua. Toda una demostración de acción
directa, decibelios y calor en la que el Drogas, el Bony, Alfredo e Ibi, tal
y como acostumbran, le pisaron a fondo, haciéndose con la complicidad
de los presentes desde Sean bienvenidos (qué tarjeta de presentación)
hasta el final de la noche, realmente impresionante. Posteriormente, el 24 de
Febrero, en un local de tanto abolengo como el teatro Gayarre, tuvo lugar el
concierto del que se extrajo la grabación acústica; ¿Barricada,
en un teatro? ¿y en acústico? Sí, hombre, y mi abuelo es
pirotécnico, que parafraseando la expresión hubiésemos contestado
en los 80. Pero así fue. Dicha actuación, a su vez, tuvo dos partes,
una de espíritu de umplagged propiamente dicho (tal y como se denominaba
a los desenchufados en los 90) y otra, la segunda, si bien, más eléctrica,
de diferente concepción respecto a los conciertos habituales de la banda;
eso sí, todas las composiciones ofrecidas demostraron latir de forma distinta,
tener una nueva pulsión: una sonoridad exquisita, lindante con el soul
(cosa de los coros de las Zíngaras) e incluso con el gospel. ¿El
resultado? Sublime. Oro de ley de muchos quilates. Los diamantes en bruto - en
lo que a fuerza se refiere - que siempre han sido estas canciones reconvertidos
en diamantes propiamente dichos, en diáfanas piezas de orfebrería
musical cantadas al oído... “de otra manera”, como se le llamó al
evento: un espectáculo histórico a todas luces por medio del que
Barricada no sólo demostró tener un as en la manga sino, fruto
de años de trabajo, buena parte de la baraja; ¿a todas luces? sí,
bajo las del desenchufado, de color más ténue, o, como en el caso
del Anaitasuna, las de los focos de los grandes escenarios.
Se dice que el arte es intemporal. Que por él no pasan los años.
Así las cosas, y como manifestación artística que es, podemos
afirmar que ni por la música ni por los que le insuflan la vida, los grupos
musicales, pasarían: al menos no en igual medida que por el resto de los
mortales. Llegados a este punto, ¿cómo calibrar su edad, la madurez
de las bandas? Por el número de trabajos registrados, sugerimos; así pues,
respecto al caso de Barricada, sólo daremos un dato: que con el presente
Latidos y mordiscos ya son dieciséis los álbumes oficiales registrados.
Eso sí, apuntar también que pese a esos dieciséis hace tiempo
que Barricada alcanzó la mayoría de edad, tal y como lo atestigua
el presente DVD, de escenarios que tanto pueden llegar a sorprender... principalmente
en lo que al del teatro respecta. No, en ningún momento se trató de
ofrecer un concierto para fumadores y otro para no fumadores, como podría
entenderse en el contexto de la actual legislación antitabaco. Más
bien, tal y como ocurre en la vida, la cosa pudo consistir en probar a cambiar
de postura para quemar la rutina. En intentar pasar página en el kamasutra
musical por ver qué pasa, para ver qué hay en la siguiente. En
tratar de hacerlo de otra manera, sin más explicaciones.
Latidos y mordiscos: sea como fuere, he aquí a Barricada mordiendo y latiendo
al rojo vivo en clave de rock, de soul por momentos (¡vaya pasada!) o en
formato acústico: electrizantes en cualquier caso, bombeando rocanroll
a diferente intensidad. Y poco más que añadir, inserta el dvd en
el reproductor y empieza a vibrar. Sean bienvenidos, que la banda va empezar
a tocar.
J. ÓSCAR BEORLEGUI
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