«La prohibición de la Fiesta desde París sería una bomba política»
-Por todos es sabida su pasión o afición por los toros. Recientemente, su compatriota Francis Wolf ha escrito sobre la paradójica situación de la Fiesta, «herida en plena salud». ¿Qué momento

-Por todos es sabida su pasión o afición por los toros. Recientemente, su compatriota Francis Wolf ha escrito sobre la paradójica situación de la Fiesta, «herida en plena salud». ¿Qué momento atraviesa en Francia cuando se ha avivado un debate durante este verano que ha ocupado páginas en «Le Monde» o «Le Figaro»?
-Si dejamos los equilibrios políticos, los que están a favor y los que están en contra, yo diría que nunca ha habido tanta pasión de los aficionados franceses. Cuando se analiza esta temporada, siempre se han visto las plazas llenas. Para mí hay tres franjas de población. Los aficionados, que representan, desde el punto de vista del peso de la opinión pública, un cuarto de franceses, diez millones de adeptos, que no significa que vayan a las plazas pero que sí consideran la Fiesta parte de sus tradiciones. Los antitaurinos que mantienen una estrategia de presión permanente, que hacen mucho «lobbyng», con una estrategia de sensibilización con los aspectos más dramatizantes de la Fiesta. Porque parten de la idea de que el núcleo intermedio, el tercer bando, es indiferente, pero con una primera impresión de «esto no es muy bonito». Y ese sector lo ven permeable a sus ideas.
-El año pasado Nicolas Sarkozy asistió a la Maestranza, y usted ha dicho alguna vez que el Gobierno de Francia cuenta con el mayor número de ministros aficionados de la historia...
-La situación es curiosa porque hay muchos políticos a los que les gusta mucho, pero que, dada la presión, no pueden hacerse presentes en los cosos porque fomentaría la polémica. No quieren alimentar un debate que, por otra parte, es excesivo. Sarkozy decidió limitar su presencia en plazas francesas y cuando lo ha hecho ha sido en España. Pero es el primer ministro, François Fillon, el más aficionado de todos.
-¿Tiene la Fiesta un color (político) especial?
-No es un asunto de derechas o izquierdas. En las filas de los socialistas, incluso en las comunistas, hay grandes aficionados, y esto para los animalistas es difícil de abarcar. Cuando se ve además el sitio con el que cuenta la Fiesta en medios culturales e intelectuales, a veces más de izquierdas que de derechas, todavía se les hace bastante más complicado. De hecho lo mejor que estamos leyendo sobre toros se ha publicado en «Liberation» o «Le Monde».
-¿Cómo ve el futuro de los toros en Francia?
-Si imaginamos que un gobierno francés prohibiese la Fiesta, provocaría una tensión de identidad en el sur de Francia de consecuencias imprevisibles. Es una bomba política. Porque en estas zonas el tema de la identidad regional ha subido muchísimo y sería caldo de cultivo para partidos extremistas.
-¿Hasta el punto de provocar un vuelco electoral?
-No se podría prever el impacto. En el sur de Francia el nivel de gente que identifica la Fiesta como parte de su cultura, aunque no vaya directamente a la plaza, se sitúa en torno al 50 por ciento. Sería algo muy peligroso para el partido que en ese momento estuviera en el gobierno, ya fuese de derechas o de izquierdas. Un estudio que hicimos hace diez años demostraba que muchos aficionados del sur no tienen una identidad política definida.
-La percepción que se tiene de ustedes a este lado de los Pirineos es que son gran empalizada ante Bruselas. ¿Lo siente usted así?
-Sí. Pienso que es decisivo. Francia tiene un papel fundamental en la idea universal de la Fiesta. Como Latinoamérica.
-En el último concurso de Las Ventas, usted trabajó con Simón Casas. ¿Cómo vivió la licitación y su resolución?
-Fue muy interesante desde el punto de vista profesional. Simón entendió, como un político de nueva generación, que realmente había que cuidar el público. Este verano hemos hablado de muchas cosas para Madrid, si es que vuelve a presentarse y siempre que todos estos temas se puedan juzgar con argumentos concretos y con mayor transparencia. La Fiesta necesita romper su imagen arcaica.
-¿Qué repercusión ha tenido en su país la eclosión de Sebastián Castella como figura?
-En Francia, a nivel mediático nacional, todavía no se le considera como la estrella que debería ser por esas limitaciones que provocan los antitaurinos a la hora de invitarle a un programa de televisión o radio.
-Dígame su cartel para 2008.
-Primero y muy por delante José Tomás, y luego El Juli y El Cid. Yo creo que los tres, por diferentes razones, están por encima de los otros.
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